Lunes 14 de julio 2025

Diálogos con la almohada y el riesgo de la seducción

Redacción 10/04/2011 - 05.52.hs

Anda por el mundo una multitud de frases con la palabra almohada y se difunden citas que las atribuyen a personajes reales o legendarios.
Ahora, un gobernador de provincia, en nuestro país, ha hecho saber que su interlocutor más íntimo es su almohada. No se sabe si la de su cama, la de dormir por las noches (y en alguna que otra siesta) o si se trata de una almohada metafórica. O si, siendo almohada real, va con él adonde él vaya, sin excluir su despacho. Si alguien llega a creer que toda decisión suya, incluso todo sí, todo no y hasta algunos veremos, necesitan ser tratados previamente con el mullido consultor, se deberá temer que, llegado al extremo y generalizada esta conducta, el poder llamado ejecutivo cambiaría su denominación. Según la Real, ejecutivo es lo "que no da espera ni permite que se difiera su ejecución". La participación de la almohada en tan altos niveles no está incluida en el preámbulo ni en parte alguna del cuerpo de la Constitución nacional. Tampoco en las provinciales. Ni se sabe que haya figurado en algún código de cualquier tiempo o lugar.

 

¿Diálogo?
Un punto que habría que dilucidar es si debería hablarse de diálogo o de monólogo con la almohada.
Las almohadas que pueden verse en las habitaciones son unos colchoncillos mullidos, que se destinan a sostener la cabeza ligeramente por encima del resto del cuerpo. Hay quienes multiplican almohadas o prescinden de ellas, no por riña o recelo, sino porque prefieren doblar el brazo y apoyarse en él. No se ha sabido de almohada de cualquier tipo que escuche y responda.
Luego de leer las declaraciones de ese gobernador de provincia, pasé buena parte de la noche tratando de establecer una relación intelectual con mi almohada, pero no dijo ni mu. O yo no supe escucharla. O hay una lengua secreta cuya clave se entrega junto con el bastón de mando de los mandatarios. O bien puede ser algún dialecto árabe, habida cuenta que fueron los árabes los que crearon o dieron nombre a la almohada. En cuyo caso, el diálogo sólo se daría cuando el mandatario es un árabe o de ese origen étnico.
El cantante José José dice de su almohada: "Tú duermes conmigo todas las noches /te quedas callada, sin ningún reproche". Una lectura atenta de toda la letra lleva a sospechar que no se trata del mullido apoyacabeza sino que es de otra persona de quien habla, en cuyo caso tendríamos un tema para feministas ya que el letrista propone cosificar a la amada.
Sabiduría Concluyo que hay que pensar que estas referencias a la almohada forman parte del arte de gambetear respuestas verificables por parte del hombre político, el cual buscaría por ese procedimiento evitarse que una respuesta prematura o infortunada luego se le vuelva en contra y le quite el sueño. La respuesta que elude en ese caso no se debería a que deba consultarlo con su almohada sino que, teniendo la decisión tomada, su sentido del tiempo le obliga a diferir la contestación cabal.
Cuando Gracián escribió que "es mejor consultar las cosas con la almohada" probablemente no parodiaba a Sócrates, a quien le atribuyen haber dicho "que la buena conciencia es la mejor almohada". El ateniense habla de otra cosa, pues usa la voz almohada en lugar de sueño: la buena conciencia asegura gozar de un sueño reposado. Puede ampliarse el consejo de Sócrates a partir de la experiencia: El que mucho trabaja durante el día, ni almohada necesita para tener un sueño profundo.

 

Drástico
El gobernador de provincia de nuestra actualidad dijo también que si su almohada supiese la respuesta, la quemaría.
Esto puede ser preocupante para sus confidentes habituales. Les hace saber que ciertas confidencias del que tiene el poder, dichas ante tales testigos por descuido o porque alguien tiene más oreja de lo que conviene a su conveniencia, deben caer en saco roto, en memorias ausentes. Apenas escuchadas, deben ser borradas. Si entran por un oído, deben (esos acompañantes) asegurarse que salgan de inmediato por el otro. O correrán peligro de incendio. No basta con ser discretos ni tener pergaminos de lealtad y fidelidad, porque la cabeza no es siempre dócil y puede revelar el secreto a la almohada o a quien esté despierto al lado.
La almohada, diremos por último, es confiable, pero no se puede decir lo mismo del durmiente. Unos se dicen capaces de quemarla. En el tango, alguien avisa: "tiré a la basura la cama y el colchón" porque ella "rajó con un gallego". Ese ella no era su almohada sino lo que queda de esta palabra si se quitan la ele, la o y la hache.
Aviso para aspirantes a gobernador: asegúrense una almohada. No las acepten usadas.
Jotavé

 


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