Táctica y estrategia de la supervivencia
I - Finalmente en la semana el justicialismo logró terminar de cerrar la fórmula que encabezará la boleta provincial. La elegida para acompañar a Carlos Verna será, nuevamente, Norma Durango, la histórica ex subsecretaria de Cultura marinista, repuesta ya de una grave enfermedad que la obligara a pasar los últimos años ocupada más en su propia salud que en las cuestiones partidarias. Tal vez esta lejanía con el fragor de la lucha le evitó a la hoy ungida vice, el desgaste que otros de su palo sufrieron cuando la pelea entre las huestes de Carlos Verna y de Ruben Marín hizo subir el tono de los discursos, el tenor de las acusaciones y los reproches a un punto tan alto que aún hoy el solo recuerdo de esos dichos invalida a no pocos de los que se probaban el traje de vice que ha quedado en la semana definido.
II - Que el PJ local repita la fórmula de hace ocho años y que también lo haga la oposición con su candidato puede ser casualidad. Pero también puede ser leído como el síntoma más evidente de la ausencia de alternativas en los partidos que se disputan el poder en La Pampa. Puede indicar además que ni uno ni otro han podido o querido superar la etapa embrionaria de las formaciones partidarias y se presentan en pleno siglo XXI como lo hacían los partidos del siglo XIX, más como una burocracia más o menos eficiente para gestionar una administración pública que como un conjunto de ideas pensadas para transformar la realidad e impulsar el desarrollo de la sociedad.
III - Es, puede decirse también, la derrota de la militancia. Por lo menos en el justicialismo donde se tenía la esperanza de que el vice fuera un candidato que pusiera en evidencia cierta intención de seguir el modelo nacional y popular de darle más lugar a la juventud y a la militancia no tan comprometida con el pasado vergonzante del partido que instauró el neoliberalismo y destruyó el aparato productivo, el empleo y el Estado en los 90. Aquí el oficialismo sigue apostando a la elasticidad ideológica de sus viejos dirigentes, duchos en el juego de sintonizar empáticamente con el poder nacional de turno. Su supervivencia luego de semejantes mutaciones habla a las claras de lo adecuado que es en la política pampeana la táctica de la metamorfosis en la estrategia de la supervivencia.
IV - Muy distinta parece la elección de Luis Larrañaga como el candidato bendecido por Carlos Verna para la intendencia santarroseña. Verna parece no escarmentar luego de haber encumbrado al peor intendente de la historia local, un impune golpeador de mujeres que finalmente fue expulsado por la ciudadanía y hoy es otra vez reo impune de un grave delito cometido en el ejercicio de sus desafortunadas funciones. Podría pensarse que Verna lo hace a propósito para enredar al justicialismo santarroseño en disputas que lo mantengan lo suficientemente ocupado en sus cuestiones domésticas como para dejarle a él, y solo a él, la ocupación de pensar políticamente la provincia. Mientras crea artificiales disputas en la capital, él, desde Pico, ordena, disciplina, convoca, arma y obliga a ir al pié aún a Rubén Marín, hasta no hace mucho, dueño absoluto de vidas y miserias de los justicialistas y pampeanos.
V - Forzando un poco las cosas alguien podrían analizar que Larrañaga fue elegido para que se estrelle contra un electorado que hoy se inclina claramente por la administración prolija de Francisco Torroba. Así, la elección de "un doctor de afuera de la política" como lo definió el principal herido del dedo de Verna, Jorge Lezcano, tendría el presunto objetivo de preservar de este "momento radical" a futuros y hoy embrionarios candidatos justicialistas que en un futuro más o menos cercano, con militancia, trabajo de base, recursos de campaña y apostando a algunos errores de Torroba, podrían presentarse como capitanes de una hipotética reconquista de Santa Rosa.
VI - En la semana se conoció un informe de una ONG cordobesa dedicada al estudio de la gestión pública del Estado, insospechada de querer meter baza en la interna justicialista pampeana, que advierte lo que ha saltado a la luz con el caso Jubete: la opacidad del sistema de compras y licitaciones del gobierno de la provincia de La Pampa. No hubo ni una sola respuesta a ese informe. Solo silencio. La continuidad de un estado de cosas tal que le da a nuestra provincia uno de los peores lugares en cuanto a transparencia de la cosa pública es el caldo de cultivo de la corrupción. Desconocerlo cuando ha sido señalado tiene un nombre: complicidad. (LVS)
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