Viernes 06 de junio 2025

Ese momento tan temido, que llega

Redacción 13/07/2011 - 04.26.hs

Señor Director:
La noticia viene de Cosquín, Córdoba, pero pudo originarse aquí, en La Pampa, o en cualquier lugar del mundo.
Un joven policía, integrante de una patrulla, reveló a sus compañeros que su padre acababa de decirle que había hecho algo terrible. La patrulla integraba el grupo de policías desplegado ante un hecho de sangre: un hombre de 89 años de edad había sido degollado en su casa por ladrones que entraron a robar. El padre, hombre de 47 años, fue detenido y resultó ser el autor del homicidio.
No es el primer caso y hasta es posible que todo policía, en algún momento de su carrera se encuentre con una situación equivalente. Lo probable es que no todos la resuelvan de la misma manera que el muchacho de Cosquín. Pero, sea que callen o que hablen, el suceso les imprimirá una profunda marca que los acompañará de por vida. Situaciones equivalentes se le plantean a cualquier persona, hombre o mujer. En los últimos tiempos se está sabiendo de mujeres que denuncian a sus maridos golpeadores o violadores, sea que sean ellas las afectadas, sea que el daño caiga sobre personas de su afecto. No es que estos hechos sean floraciones novedosas. Lo novedoso es que aumente la decisión de denunciar. En el caso de la mujer, se infiere que el cambio se debe a que ciertos mitos han perdido vigor y, sobre todo, porque las nuevas condiciones sociales quitan potencia a sumisiones aceptadas como fatalidad.
Cuando los historiadores de la cultura hablan de la construcción de la vida asociada entre los seres humanos no siempre destacan la dosis de heroicidad que cada paso de esa construcción ha exigido y sigue exigiendo de sus protagonistas. O se limitan a visualizar los héroes, los que han sobresalido por algún motivo; estos personajes (quizás sean más de ficción que de verdad) han sido coronados como héroes porque se necesita dar forma modélica y visible al objetivo abstracto. El modelo, se espera, ayudará a la masa a emularlos, afrontando con la misma resolución los desafíos.
Pero el héroe es, o bien un producto de circunstancias en las que ni siquiera pudo elegir, o bien alguien que ha asumido con plena conciencia la idea de que la construcción del mundo humano es posible a partir del compromiso personal. Sin saberse kantiano, ha aceptado el imperativo categórico: que su conducta sea ley aceptada por la comunidad, porque solamente así será posible sostener la construcción de leyes positivas y leyes morales que expresan todo lo que el hombre intenta hacer. Sin embargo, quien asume ese papel a plena conciencia y a todo costo, es la excepción (y por eso mismo, héroe cabal, que bien conoce el costo que tiene que pagar sin desmayo). Los hombres del común rara vez alcanzamos el mismo temple, pero tenemos que remontar la misma cuesta. Un día alguien de la sangre o el corazón, comunica que ha hecho algo terrible. Ese alguien es también un ser en situación que usa la confesión para generar complicidad. Caso contrario, si no busca complicidad, decidiría por sí qué hacer, cuándo y como hacerlo. "Dese con honor la muerte quien sin él vivir no puede" decía la escritura en la hoja de un puñal. Pero, caramba, el puñal aterra.
Días atrás, escribía que en Grecia, la tragedia precedió a la comedia como hecho teatral, pero creo que lo que los grandes novelistas llamaron la comedia humana comenzó tan pronto el hombre tomó conciencia de sí mismo y resolvió no ser solamente determinado por sus instintos y necesidades inmediatas, sino por construirse un mundo a la medida de su sueño de más allá y de libertad. Tremendo momento, que yo creo que es cuando realmente nace la tragedia. Los otros seres vivientes que se someten a la regulación natural, no viven acosados por las sombras de la muerte.
Volvamos a nuestro policía. Denuncia a su padre. Cumple con su deber. El deber no es dulce. Es duro, porque nace de la desmesura de querer tener camino propio en la espesura de un mundo ajeno.
Atentamente:
JOTAVE

 


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