Lunes 30 de junio 2025

Sueño que deja de sostener la marcha

Redacción 21/09/2011 - 03.42.hs

Señor Director:
Leo a Jack Fuchs. Creo imposible saber de una persona como él y pasar de largo. Ahora tiene 87 años y vive en Buenos Aires. Nació en Polonia y, como judío, padeció el gueto y conoció los campos de concentración. No guarda rencores, sí -imagino- perplejidades. Sueños de su trunca adolescencia lo han acompañado en su larga trayectoria. Penosamente, nos entera ahora que alguno de ellos, el más sustentador de su vida, lo ha abandonado.
"Todo parece demostrarme que mi sueño de adolescencia se apagó", acaba de escribir en Página/12 en una nota motivada por el aniversario 75 del comienzo de la guerra civil en España. Su sueño "es un mundo sin guerras, de libertad, sin fronteras, sin hambre". ¿Será éste el sueño total, el de la especie? Los sueños de esta índole muestran un escenario no necesariamente bucólico sino que, pienso, representan un lugar propio para tomarle mejor gusto a la vida y proponerse empresas que la enriquezcan de modo constante.
Fuchs estaba en su ciudad natal, Lodz, cuando la guerra civil. Tenía 12 años. Yo empezaba a asomarme al mundo en Santa Rosa y creo que aprendí a leer diarios (Crítica, entonces) por saber qué era eso que estaba pasando en la patria de muchas de las personas que entonces vivían aquí. Los que conocía eran republicanos y yo quería que ganaran. No he dejado de leer acerca de esa guerra, que no fue la primera en la historia ni probablemente la peor. Fue la primera guerra de mi generación (No será la última, diría Fuchs: "el hombre no tiene armas para evitar una próxima guerra"). A lo largo de mi andar he ido encontrándome con santarroseños que, desde entonces o desde poco después, sintieron que esa era "su" guerra. Algunas personas de nuestra ciudad tenían y probablemente tienen aún una biblioteca de esa contienda. Y no es que se padezca de una suerte de bélicofilia, que puede haberla así como hay necrofilia y otras inclinaciones que pueden llevar a extremos morbosos. Creo que para esa generación fue el despertar a la otra cara del existir. Y no diré que esa "otra" sea la cara de la verdad, porque la guerra es verdad, pero también lo son los días y las tareas de la paz, así como es verdadero ese territorio de los sueños como el que Fuchs teme ahora que se haya extinguido. No hay desmesura en hablar de la verdad de los sueños, porque todo lo soñado y lo pensado ingresa al existir, salga de la nada o desde el magma de la vida. Se instalan en nosotros y nos proponen alternativas. También puede decirse que la guerra civil de España sigue librándose, porque el curso de esa historia tapó el horror con más horrores y con el imperio del miedo, pero hoy mismo están alumbrando tumbas colectivas en la península y esa guerra, como una enfermedad mal curada, sigue hostigando a la conciencia colectiva, como se ve por el cine, la literatura y ciertos conflictos que aún dividen y enconan.
Fuchs calló durante cuarenta años. No quería hablar del gueto, de Auschwitz, de Dachau ni del último tren de los alemanes con sus prisioneros. Huían del avance aliado. Hasta que una bomba paró ese tren, del que bajó Fuchs con sus 21 años, con sus 35 kilos de peso y se echó a andar hasta una granja, en cuyo pajar se durmió. Lo despertaron los granjeros (alemanes). Lo alimentaron y lo trasladaron hasta un hospital improvisado. Enfermo, sucio, se halló de pronto bañado, con ropas limpias, con una cama en una habitación. Después... la confirmación de que todos los suyos habían muerto en Auschwitz. A ellos los condenaron a morir, a mí a vivir, dice; "Sobreviví porque sobreviví. No soy héroe. Lo único es que no tenía el coraje de matarme". Anduvo. Nueva York, Buenos Aires, Nueva York, Venezuela... y Buenos Aires. Aquí Ivonne, una francesa sin familia, arrojada por la guerra. Tuvieron una hija y ella le ha dado tres nietas. Y él empezó a hacerle sitio al relato y al fin contó y escribió Dilemas de la Memoria... ¿Cómo ignorar a este testimonio, esta proximidad?
Atentamente:
JOTAVE

 


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