Docentes confundidos en el oeste pampeano
Las recientes y espontáneas manifestaciones populares en favor de la reivindicación de nuestros castigados ríos han tenido la virtud de sacar a la luz algunas facetas poco o nada conocidas hasta ahora. Que fueron positivas no cabe duda, ya que obraron como un considerable refuerzo a la presentación que efectuara la Fundación Chadileuvú ante el Tribunal Latinoamericano del Agua, el que fallara plenamente a favor de nuestra provincia.
Pero también, y sorpresivamente, han permitido conocer otras manifestaciones lamentablemente orientadas en contra de los intereses pampeanos. Lo curioso es que se dan en el campo de la docencia, cuya directiva gremial ha tenido recientemente un notable papel concientizador al organizar jornadas de divulgación de la problemática del agua en nuestra provincia.
El problema radicaría en que maestros de origen mendocino, que forman un conjunto considerable en el área pampeana afectada por el corte de los ríos, al tratarse el tema en las escuelas suelen inclinarse a priorizar su condición nativa antes que la debida enseñanza de la postura pampeana, que deberían exponer a sus alumnos en forma ecuánime. Es cierto que el gobierno pampeano está lejos de haber constituido una política de Estado en la cuestión de los ríos -algo que se le sigue reclamando- pero a nivel escolar es necesaria, obligatoria se diría, una mínima explicación con sentido pampeano y con apego a la verdad de los hechos relativos al corte del Atuel en territorio mendocino y a las negativas consecuencias que significó para nuestra provincia.
Lo lamentable es que parte de esos maestros cuyanos radicados en nuestra provincia optarían por el silencio sobre el tema y, hasta se han registrado casos en que algún directivo escolar, habría advertido a los integrantes de un grupo de defensa de los ríos que expuso en su establecimiento, sobre "tener cuidado con el discurso que bajan".
A propósito, no dejó de llamar la atención cuando se programaron las exitosas jornadas de Utelpa, que la única que no se pudo realizar, por la escasez de docentes inscriptos, fue la de Santa Isabel, donde apenas alcanzaban a media docena. Estos episodios, que recién ahora empieza a conocerse y que se manifiestan todavía en forma incipiente, ya estarían justificando una intervención del Ministerio de Educación para dejar claramente trazada una línea curricular al respecto.
No se trata -y esto debe quedar bien claro- de inhibir el pensamiento o las ideas de los individuos, pero resulta preocupante que esas inclinaciones personales terminen imponiéndose en quienes deben cumplir con el rol de educar, al punto de obrar como un obstáculo en la formación en los niños de una conciencia pampeana que esté sólidamente afirmada en la verdad histórica, geográfica y jurídica. La posición personal es altamente respetable y todos tienen derecho a la disidencia pero, en el caso de los docentes debe, como mínimo, respetarse dentro del aula los lineamientos y la postura de la provincia que hoy los alberga laboralmente.
Esa perspectiva que se observa en estos docentes estaría hablando de una suerte de prolongación de ciertas actitudes contra nuestra provincia que se advierten en el sur mendocino y que se han intensificado en los últimos años. Muchas de esas expresiones son decididamente hostiles como las agresivas inscripciones que promueven "ni una gota de agua para La Pampa", o las manifestaciones públicas de dirigentes políticos y regantes que se han movilizado para negarse a que corra, aunque sea, un mínimo caudal del Atuel hacia nuestro territorio.
Esas maneras de expresarse contrastan con la de los actores populares pampeanos quienes, si bien han hecho oír sus voces en los más diversos ámbitos, nunca han caído en el insulto, el agravio o la amenaza, aceptando la discusión franca como herramienta.
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