Si los machos van por su destrucción
Señor Director:
Leía, el pasado miércoles 5, la noticia de nuestro diario acerca de una reunión, realizada en Haedo con la participación de varones jóvenes que se conciertan para actuar tras el objetivo de "deconstruir" el machismo.
La palabra que pongo entre comillas se ha estado incorporando al habla corriente. ¿Qué es deconstruir? Si construir es hacer y destruir es deshacer lo hecho, deconstruir debe querer comunicar algo que esté entre tales extremos. Los que han leído Ser y Tiempo (1927), del filósofo alemán Martin Heidegger, saben que esta expresión aparece en ese texto de la filosofía del siglo XX. Y saben que, si bien Heidegger no completó su idea al respecto, aunque la abordó en textos posteriores, dicha tarea fue asumida por Jacques Derrida (1932-2004), francés. La voz deconstrucción propone un método para analizar el significado de la palabra. Lo que Heidegger vio y que Derrida desarrolló después, es que el concepto (el contenido significativo de toda palabra) no nace de una vez ni permanece con su denotación inicial. Si se lo analiza retrospectivamente, revelando su historia, se ve que su significación ha estado cambiando y sigue modificándose permanentemente. Como todo concepto, es una manera que tiene nuestra mente de operar a partir de las cosas. La deconstrucción revela que el proceso histórico hace ver que las cosas quedan cada vez más distantes y que se edifica algo que es nuevo, diferente y constantemente modificado.
No es mi tema ni es un dominio en el que me mueva con comodidad. Lo que quiero hacer en una columna que trata de descifrar la actualidad para que sea más comprensible o que, al menos, suscite dudas e incite al lector a repensar sus ideas, es la novedad del habla y ayudar a entenderla. Que una reunión de varones jóvenes se proponga asumir un papel protagónico en la empresa de afrontar el problema de la violencia de género, que es substancialmente violencia contra la mujer, resulta un hecho llamativo e interesante. Lo que se proponen es ayudar a desmontar el machismo, deconstruirlo mediante el procedimiento de poner en evidencia cómo se fue construyendo este concepto a lo largo de la historia, para que quede en evidencia que la presunta superioridad del macho es una construcción y no una condición inicial dada en la naturaleza, en las cosas.
No es pequeña la empresa, pues el machismo es fruto de una construcción milenaria. El reconocimiento de los momentos de su historia (aquéllos que lo pusieron en el habla al darle la forma de una palabra, pero, a la vez, para imponer el concepto de una presunta superioridad de género a favor del varón) llevaría a repasar todo el andar de nuestra especie y la singularidad de sus circunstancias, que no fueron las mismas en todas las épocas ni en todos los lugares que el hombre fue ocupando en el planeta. Al final de este proceso de deconstrucción no se hallará la respuesta, pues allí no hay nada (es lo que dice Heidegger y desarrolla Derrida). Nosotros creamos el lenguaje a partir de una interpretación de la realidad (las cosas dadas, entre las cuales figuraban los sexos de nuestra especie). Para no abundar en esta línea diré que lo que revelaría la deconstrucción es que allí están la hembra y el macho con su "petite différence". La idea que se formen de sí mismos y el uno del otro, será una construcción histórica, al compás de su experiencia, de sus circunstancias. El hombre crea su propio mundo, pero ésta construcción es, como toda obra, algo que tiene sentido y valor para quien la crea. Desaparecida nuestra especie, todo se desmorona. Recuerdo los filmes y novelas sobre el mundo después de una guerra atómica (que abundaron desde la mitad del pasado siglo). Desaparecido el hombre, la palabra (el lenguaje) desaparece. Las obras materiales, edificios, se van dejando poseer por los elementos naturales y, paulatinamente, se borran las últimas huellas de nuestro paso.
Atentamente:
JOTAVE
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