Sabado 28 de junio 2025

Por lo tanto, es preciso acabar con las palomas

Redacción 04/03/2012 - 09.35.hs

Una información divulgada esta semana hace saber que marcha bien la captura de palomas en lugares de La Pampa. Se las toma vivas, con trampas, y los cazadores encuentran en ese quehacer una fuente de recursos, al tiempo que sienten que están trabajando al lado del agricultor, como aquel mosquito que iba en los cuernos del buey y le decía "Amigo buey, estamos arando". Asimismo, aumenta el número de productores que se está proveyendo de esas trampas, para unir la defensa de su siembra con el beneficio por la entrega de palomas vivas a la organización montada por la provincia.
Más de un pampa se ha sorprendido al saber que las palomas pueden ser carne de exportación. Este hecho es uno de los tantos que ilustran el efecto de la disponibilidad de otras carnes. A pesar que una mayoría de la población actual del continente llegó en los barcos, desde el viejo mundo, bastaron una o pocas generaciones para que la oferta de carnes rojas le hiciese olvidar hábitos culinarios de larga vigencia. Sin embargo, he podido conocer en Santa Rosa a personas que siempre tratan de mantener su congeladora bien provista de pichones. Algunos se surtían para meses con una recorrida por los edificios del viejo molino harinero. No se sabe si también lo hacían algunos que tenían acceso a los altos del edificio donde funcionan el correo y radio Nacional, atestado de palomas. Sin embargo, lo corriente es no ver a estos seres alados como bocado. Nada raro, si se considera que el pollo, hoy de enorme consumo, era un plato secundario hasta hace no tantas décadas. Ahora, en cambio, vamos incorporando a la cocina todo lo que repta, corre o vuela. "Ave que vuela, a la cazuela", repite una memoria ultramarina. Hasta ahora el chimango ha escapado a ese destino, pero dicen que se lo ve cada vez más desconfiado. En 2001 se replegó a lo hondo del monte.

 

Símbolo
La paloma es vieja compañera de ruta del hombre y ha tenido suerte diversa, porque no tardó en emparentarse con los dioses. Las palomas alimentaron a Zeus y una paloma está en la mano de Afrodita (Venus en Roma) y seguramente compartía el simbolismo de amor, belleza, lujuria, sexualidad y reproducción. No se hablaba de la paz, aunque todos esos símbolos parecen requerir cierto grado de seguridad y tranquilidad para hacerse operativos. La idea de reproducción puede haber sido fruto de observar la fecundidad de la paloma. La velocidad con que se multiplicaron en La Pampa con la siembra directa y los granos más accesibles (girasol) revela que si les dan oportunidad, se reproducen velozmente, si bien es cierto que toda especie viviente, cuando halla alimento abundante, prolifera con generosidad. Sólo el hombre difiere por algún efecto cultural, pues el pobre tiene más hijos que el rico, pero ésta es otra astucia de la vida, porque tiene más el que está más expuesto, el que difícilmente pueda sustentar a tantos.
Las religiones también posaron su vista en la paloma. Para el cristianismo (Nuevo Testamento) el Espíritu Santo se manifestó como paloma. En el Viejo Testamento, Noé soltó una paloma cuando cesó el aguacero y la columba volvió con una ramita de olivo en el pico, para dar testimonio: había tierras emergidas y sustento. Parece que los fenicios llegaron a equiparar sacerdote con paloma, pues tuvieron la misma palabra para designarlos.
Por muchas culturas humanas trajinaron los centenares de especies de palomas y su suerte fue diversa, aunque rara vez amable. Para los viejos griegos era animal sagrado, pero buen bocado para los sacerdotes, especie ésta que suele tener paladar neutro y abultado vientre. Dicen que en el martirio de San Policarpo, al morir le saltó del vientre una paloma que se alejó en vuelo veloz.

 

Olivo-paz
Largo camino recorrió la paloma hasta que en el siglo XX terminó por ser vinculada con la idea de la paz. Pablo Picasso la pintó blanca y con una rama de olivo en el pico. Los jubilados de Plaza de Mayo y de otros espacios y edificios de todo el país, han tenido que aumentar el tamaño de su bolsa de miguitas.
Parecerá curioso, pero a partir de entonces comenzó a crecer la cocina colombófila y así se explica que para controlar el acoso de especies que nada quieren saber de olivos ni de símbolos más o menos sugerentes, ahora, aquí, en La Pampa, se genere una fuente de trabajo basada en la captura de palomas con destino a un frigorífico que luego las exporta.
Lo que parece evidente es que la paloma se ha mantenido más fiel que a ninguno, al simbolismo griego: lujuria, sexualidad y fecundidad. Su zurear es una invitación al frenesí. Menos tarda el agricultor en producir grano abundante, que la especie en multiplicar sus picos insaciables.
Jotavé

 


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