Se puede, pero queda por saber si es negocio
Señor Director:
Si se lee o escucha al argentino Bernardo Kliksberg o a cualquiera de los expertos que trabajan en la FAO, en particular a los del Comité de Seguridad Alimentaria de este organismo de las Naciones Unidas, se viene a saber que el porvenir alimentario del mundo puede no ser problemático y que aun el presente, que muestra tantas desigualdades, puede cambiar porque existen condiciones para que así sea.
Gerda Verburg, que es quien preside ese comité, acaba de decir que hay actualmente, en la Tierra, 7050 millones de habitantes y que se estima que para el año 2050 ya serán 9 millones, pero que el mundo puede alimentar a todos ellos, "si quiere", con la producción actual de alimentos. Obsérvese que no habla de aumentar la producción. ¿De qué habla, entonces? Ella dijo, en la misma oportunidad, días atrás, que basta con corregir algunas actitudes, cambiar algunas leyes y difundir tecnologías. Se podría dar de comer a los 852 millones de personas (en toda la ecúmene) que ahora van a dormir sin haber comido y que tampoco tienen qué dar a sus hijos. Agregó que para alcanzar ese objetivo ha sido creado el comité que preside y que tiene sede en Roma. "Tenemos todo para alimentar a 9 mil millones". Al ponerse a explicar su afirmación dijo que actualmente se pierde un tercio de la producción total de alimentos y que la mitad de este tercio se pierde antes o inmediatamente después de su elaboración. Comenzó por basarse en comprobaciones que hechas en su país, Holanda, donde se pierde un quinto del alimento que se compra: el 20 por ciento se tira a la basura porque se cocinó de más, porque pasó muchos días en la heladera, porque se sirvió demás en el plato. Aparte de esta comprobación a nivel familiar dijo que se pierde alimento por falta de tecnología. Sucede con los quesos, porque el pequeño productor no puede usar toda su materia prima, ya porque le falta tecnología, ya por dificultades de acceso al mercado. Hay maneras de ayudar al pequeño productor, ya facilitándole que se tecnifique o mejorando caminos y otras medidas. También mencionó el impacto de los biocombustibles, a los que se destina una parte creciente de la producción de granos, de modo que habrá que hacer acuerdos para que no disminuya la oferta de soja y maíz. Se quita energía a personas necesitadas para crear energía para motores.
Dijo la experta que hay experiencias. Mencionó lugares de África donde, con aportes financieros y técnicos, se logró inmediatamente que algunas comunidades mejoren su nivel de alimentación. También, dijo, esto sucede en algunos países y regiones de Asia y en Sudamérica. Interesa esta referencia a nuestra región, pues estamos viendo que en la actual crisis económica ha podido enfrentarla con mejores resultados. La fórmula que se aplica aquí también dirige la mirada al pequeño productor y al productor potencial. La fórmula es llegar hasta él, conocer sus necesidades para desarrollar producciones posibles en su lugar, instruirlo sobre metodologías actuales, financiarle tecnología y abrirle el acceso a los mercados.
Gerda Verburg incluyó, al enumerar qué se debe hacer, la necesidad de "corregir algunas actitudes". La información a que he accedido no se amplía para que sepamos cuales son las actitudes que han caído bajo la mirada del Comité de Seguridad Alimentaria de la FAO. Es un punto importante, pero probablemente muy sensible porque la respuesta puede definir una posición en el debate sobre la supremacía del mercado o la supremacía del interés público. Es presumible que también se haga referencia a actitudes individuales, como sería la falta de administración prolija de la comida disponible por quienes tienen medios para adquirirla y que, luego, tiran a la basura el 20 por ciento de lo comprado. La Organización para la Alimentación y la Agricultura, FAO, distribuye su vasto territorio. El comité es uno de sus instrumentos.
Atentamente:
JOTAVE
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