Delirante comparación
Las acusaciones que desde algunos sectores del arco conservador vienen lanzando contra el operativo de control de precios ha cortado de cuajo toda posibilidad de debate. Comparar los métodos de este gobierno que busca involucrar a los consumidores con los del nazismo aparece como una desmesura absoluta, un producto del extravío mental o una notable carencia de argumentos discursivos en el juego de la política.
Tales declaraciones que caen con tanta facilidad en el agravio gratuito encuentran en los grandes medios porteños un gran amplificador, en el momento en que uno de esos medios fue desnudado hace pocos días con relación a las simpatías que desplegó con el nazismo en la década del treinta.
Intentar comprometer a la población en el control de precios y hacerla partícipe de un proceso que tiende a beneficiar su propio poder adquisitivo es distorsionado alevosamente sin rubor. Que en los operativos participe la agrupación política oficialista por antonomasia, La Cámpora, es un ingrediente más en este escenario al que cada cual puede darle la interpretación que mejor le plazca. Pero de ahí a rechazar el involucramiento de los consumidores bajo el forzado argumento de que es revivir en el país las juventudes hitlerianas aparece como un soberano disparate.
Quienes siguen el acontecer político con mirada crítica y leen entre líneas se preguntan si esta "banalización del mal", esta apelación grosera al nazismo no busca, en el fondo, ocultar o disimular aquella adhesión de tan importante medio de comunicación identificado siempre con la derecha criolla, derramando a diestra y siniestra acusaciones infundadas.
O quizás, responde al viejo temor a la participación popular que paraliza a esos sectores retrógrados y los hace desvariar.
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