Grafiti, trenes y un modo de reaccionar
El pasado martes 27 (mayo) miraba en la TV Pública (canal 7) el programa llamado "6, 7, 8" y pude presenciar cómo varios de los panelistas fijos se trenzaban ellos mismos en un debate por diferencias de apreciación acerca de un episodio que se había producido en el puerto de Buenos Aires
Lo sucedido fue que unos individuos llegaron hasta los trenes recién traídos desde China y pintaron grafitis en uno de ellos. Al ser sorprendidos por guardias de la prefectura huyeron, pero uno de ellos pudo ser aprehendido. Resultó ser menor de edad, de modo que fue derivado a la dependencia policial del menor, desde la cual llamaron a sus padres y se lo entregaron.
El ministro de Interior y Transportes, Florencio Randazzo, ha puesto notorio empeño por llevar adelante el difícil propósito de recuperar el sistema de trenes de pasajeros. Con la llegada de esas modernísimas formaciones debe haber suspirado con alivio y agrado. La noticia del suceso lo afectó emocionalmente y en esas circunstancias dijo que ese hecho de vandalismo motivaría una denuncia para que los padres se hagan cargo del daño inferido a un bien público tan costoso. Del debate en el programa mencionado, saqué en limpio que se admitía que el ministro había tenido un golpe emotivo y no controló expresiones que sonaron excesivas y, por proceder de tan alto funcionario, inesperadas. No se ocultaba el daño ni la correspondiente culpa de sus autores. Se discutía la gravedad penal del hecho y hubo quien mencionó que los grafitis se han constituido en expresión de creatividad popular que tiene registros valiosos y viene siendo aceptaba y canalizada en prácticamente todo el mundo. Al parecer, nadie piensa, en el caso de los trenes, que hubo alguna mano política deseosa de arruinarle el momento de satisfacción que vivía el ministro y, supongo, todos los que desean y esperan un retorno del tren. Alguien mencionó el caso de una persona que había pintado personalmente el frente de su vivienda, trabajando en ella varios días, y que concluida su obra, a la mañana siguiente salió para contemplarla y se encontró con grafitis de todo tipo, leyendas, rayas y dibujos. "Un enchastre", como suele decirse. Póngase uno en el lugar de ese hombre y vea qué dice (o qué no dice, pero pasa por su cabeza) y qué haría de sorprender al culpable en plena tarea.
El tema es interesante y lo he estado abordando. El argumento central que tengo es la relación entre individuo y persona, como denominación del hombre en estado natural y en su posible estado cultural, cuando ha asumido que debe proceder de manera previsible y ajustada a la ley formal o a la costumbre aceptada para convivir. El debate en 6 7 8 resultó singularmente interesante y creo que aumentó el crédito de esos columnistas, puesto que lo visible fue que no están sujetos a una cartilla predeterminada.
Dicho
Sabido es que la presidenta, Cristina, respaldó al ministro en el caso de los trenes dañados. Dijo que el daño no se debe magnificar ni disminuir. Remarcó que esos trenes son una propiedad de todos los argentinos, adquiridos con dinero que es fruto del trabajo de la sociedad entera.
En la ocasión, Cristina hizo referencia a una palabra, un neologismo: habríaqueísmo. Hacía referencia a los que siempre dicen que "habría que" y omiten detallar el cómo. Cómo lo harían ellos.
Soledad
Días atrás, en California, EEUU, un hombre joven, de 22 años, salió en su coche y disparó sobre cuando peatón se le cruzó en el camino. Dejó un saldo de siete muertos y otros tantos heridos. Entre los muertos se incluye al autor de los disparos, quien cerró su raid disparando sobre sí mismo.
Eliot Rodger, así se llama el matador y suicida, dejó un video que, según quienes lo vieron, traduce "soledad y odio al mundo". Estaba trastornado, pero lo que importa es en qué dirección se disparó su anomalía, sobre todo para él, que no carecía de bienestar. ¿Qué le faltó?
Jotavé
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