"Los tareferos somos como esclavos", dicen en Misiones
Pésimas condiciones de trabajo, empresas oligopólicas, sindicatos que dan la espalda. Crónica sobre cómo se produce la yerba mate en el monte misionero argentino.
LUIS ZARRANZ - Según las estadísticas de 2016, la producción de yerba molida y empaquetada para el mercado interno fue de alrededor de 256 mil toneladas. Para producir esa cantidad es necesario cosechar tres veces más: 770 mil toneladas de hoja verde, ya que para generar un kilo de yerba mate se necesitan tres kilos de hoja.
En el primer eslabón de la cadena productiva están los tareferos (peones rurales), que realizan su labor en condiciones de cuasi esclavitud, y los productores rurales. En Misiones, cerca del 80 por ciento de la tierra son explotaciones no mayores a diez hectáreas trabajadas con un sistema de agricultura familiar, por lo que muchos de estos pequeños productores comparten la situación de vulnerabilidad con los tareferos. Ambos sectores implican a alrededor de 17 mil personas cada uno: la base de la producción yerbatera. "La yerba mate sólo puede ser cosechada de forma manual, entonces el requerimiento de mano de obra fue siempre elevado y las condiciones productivas nunca fueron favorables", dice Carla Traglia, antropóloga por la Universidad Nacional de Misiones y becaria del Conicet, que investiga las estrategias de vida de las familias de los trabajadores rurales.
Esclavitud siglo XXI.
Sandra Vera es tarefera por tercera generación: toda su vida giró y gira en torno a la tarefa. A su abuelo el trabajo a destajo le inflamaba las rodillas. Lo despidieron por esa razón, y el médico, en lugar de hacerle una radiografía, le aplicó una inyección: murió al día siguiente. Su padrastro falleció de neumonía en la tarefa: el frío y la lluvia fueron demasiado para su problema crónico de broncoespasmo. Su hermano, de 13 años, nació en los yerbales de Apóstoles, al sur de la provincia, ya que su mamá estaba tarefeando y no pudo salir del campo. Dato entre paréntesis: estaba trabajando en los campos de Ramón Puerta, uno de los empresarios yerbateros más poderosos de Misiones; ex gobernador, uno de los presidentes fugaces que tuvo Argentina en diciembre de 2001, amigo de Mauricio Macri y actual embajador en España.
Sandra vive en las afueras de Oberá, en una casa diminuta y de madera, con tantas hendijas que es posible mirar hacia adentro sin dificultad. El piso es la tierra. Ahí viven ella con sus dos hijos, de 8 y 12 años; su mamá, su hermana con el marido y su hijo; su hermano con la mujer; y otro hermano más chico: diez personas compartiendo el único ambiente. Integra el Frente de Organizaciones en Lucha, con el que viene de acampar frente al Ministerio de Bienestar Social de la provincia para exigirle que intervenga ante la situación de emergencia de los tareferos. Está cansada pero su cansancio no es por el acampe ni por la ida y la vuelta, sino por la dura vida que lleva: está preocupada porque este año la interzafra será más extensa que lo habitual, debido a la cantidad de lluvia, que hizo que la producción de hoja sea menor.
La cosecha de la hoja verde se realiza, habitualmente, de octubre a marzo. Durante esos meses los tareferos que están en blanco reciben un haber mensual, fijado en 2.700 pesos. Los que lo hacen en negro, como es su caso, no reciben nada. "Los tareferos siempre fuimos el sector más pobre de la provincia. Somos como esclavos. Hacemos el trabajo más fuerte y el más explotado y cobramos una miseria. En la interzafra tenemos que salir a pelear cuatro o cinco meses por una bolsa de mercadería, porque no hay otro trabajo que hacer. Nosotros vivimos solamente de la tarefa", dice en la puerta de su casilla, sentada sobre una silla de madera.
Jaque mate.
De cada paquete de yerba los tareferos perciben sólo el 1,3 por ciento de su valor. El Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym) -creado en 2002 en medio de una profunda crisis tras la desregulación y el cierre de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (Crym) dispuesta por el menemismo- tiene entre sus funciones regular el valor de la producción primaria. Según la normativa vigente, el kilo de hoja verde debería pagarse 6,01 pesos, algo así como 0,3 dólares al precio de hoy. Pero las empresas que dominan el sector pagan entre tres y cuatro pesos a los productores y por lo tanto éstos pagan menos a sus peones, los tareferos. Muchos de ellos reciben entre 0,8 y 1,40 pesos por cada kilo de hoja verde.
Según diversos informes, de cada kilo de yerba que consumimos, 30 por ciento de su valor queda para los molinos, 28 por ciento para la cadena de comercialización, 20 por ciento son impuestos que van al Estado, y 17 por ciento corresponde a los secaderos. Sólo el 5 por ciento queda en el proceso de producción primaria: 1,3 por ciento los tareferos, 1,1 por ciento los contratistas (conchaban a los peones rurales y negocian con el dueño del yerbal y con el secadero el precio de la materia prima, del flete y de la cosecha), y el resto (2,6 por ciento), los productores. Aquí es donde debe ponderarse la cantidad de actores de cada eslabón: en Misiones hay 17 mil tareferos contra 239 secaderos y 119 molinos.
Sindicalismo momo.
El sindicato que debería defender los derechos de los tareferos y trabajadores rurales es la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre). Hasta su fallecimiento, y durante 25 años, su secretario general fue Gerónimo "Momo" Venegas, el sindicalista favorito de Mauricio Macri, quien le dedicó al dirigente su discurso en la última inauguración de la Exposición Rural, pocos días después de su muerte.
En los hechos, la Uatre deja a los trabajadores librados a su (mala) suerte y se ubica más cerca de los empresarios. La falta de representación gremial y el escaso control estatal son los que permiten la explotación. Sandra Vera lo cuenta en primera persona: "Nadie controla nada. Cuando le decís a la Uatre que tal patrón está haciendo algo mal, que los trabajadores están en negro, no va al yerbal de sorpresa. Va primero a hablar con el patrón, el patrón le paga y después va hasta el portón en donde está la cuadrilla, habla sólo con el capataz y vuelve. Todos los sectores que deberían controlar son cómplices de los patrones. Están apoyando que sigan muriendo más compañeros y que siga el trabajo en negro".
Renatea vs. Renatre.
Se calcula que un 70 por ciento de los trabajadores rurales no está registrado. En la década del 90 el Estado creó el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre), conformado por el gremio y las cuatro entidades agropecuarias: la Sociedad Rural, la Federación Agraria, Coninagro y la Confederación Rural Argentina. El objetivo era hacer cumplir los derechos de los trabajadores. "Ese organismo no mejoró las condiciones de trabajo ni de registro de los trabajadores, ni ejerció el poder de control que debía tener. En 2011 se sancionó la ley de contrato de trabajo agrario, que significó en la práctica que el Estado retrotrae el poder de fiscalización" a través del Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea), cuenta Martín Ibarguren, antropólogo por la Universidad Nacional de Misiones, provincia en la que reside desde hace 15 años. "Se estaban denunciando una gran cantidad de casos de explotación laboral cuando la Corte Suprema hizo lugar a una presentación de Venegas y disolvió, en noviembre de 2015, el Renatea para devolverle el control al Renatre." Parece un juego de palabras, pero su significado es mucho más profundo: para las patronales agrarias significa, otra vez, estar a cargo de su propia fiscalización. (Brecha. Rebelión).
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