El oportunismo de los comentaristas
El resultado electoral del domingo dejó en «orsay» a todos. Analistas, encuestadores, periodistas, oficialistas y opositores. Nadie logró anticipar el cachetazo que recibió el gobierno nacional y casi todos los provinciales aliados del Frente de Todos. De ahí que las lecturas que desde el lunes inundan todos los medios de comunicación intenten disimular la escasa capacidad de prever el resultado con fuertes dosis de sobreactuación en las críticas al gobierno.
Los que hablan y escriben en los medios de la derecha están eufóricos y es harto comprensible. El contundente triunfo de la alianza Juntos justifica ese júbilo, pero a la hora de explicar el veredicto de las urnas se les filtra el antiperonismo cerril por todos los poros: el «ataque» a los mercados y a los «inversores», la «mala gestión» de la pandemia, la «irritante presencia de CFK» en particular y de todo el kirchnerismo en general y otros brulotes por el estilo.
Del lado «progresista», muchos de los opinadores exhibieron con escaso pudor súbitos virajes en sus opiniones y lo que hasta el domingo veían bien, o aceptablemente bien, pasó a estar mal o muy mal. Se sabe, con el diario del lunes todo se hace más fácil, pero así y todo un poco menos de oportunismo e inmodestia era esperable en quienes estuvieron muy lejos de prever los guarismos de las PASO.
Algunos analistas y encuestadores señalaron que entre los errores del gobierno tuvieron especial repercusión electoral el llamado «vacunatorio VIP» y la llamada «cena de Olivos». Nada dijeron, en cambio, de dos episodios que afectaron a la oposición: la «fiesta de Carrió» (mucho más concurrida que la de Olivos y con la presencia de Larreta y Santilli), y el apoyo de Macri al golpe de Estado de Bolivia con armamento. El análisis de las razones por las cuales algunos tropiezos políticos tienen costos electorales en las urnas y otros no, estuvo ausente en periodistas y encuestadores porque se da por supuesto que la balanza del bien y del mal no la maneja la política sino la corporación mediática. Y como esta tiene el corazón mirando a la derecha se descuenta cómo distribuye aplausos y condenas a cada lado de la grieta.
Los que prefieren los números a los adjetivos para evaluar con mayor rigor el resultado del domingo hicieron un aporte más sustancioso. Algunos consultores compararon el desempeño de los diversos espacios políticos en las últimas elecciones y obtuvieron similares conclusiones. El dato más revelador es el que muestra que, en el conjunto del país, la coalición Juntos mantuvo estable su caudal de votos. Es decir, su triunfo no provino, como muchos apresuradamente sentenciaron, de una «fuga masiva» desde el Frente de Todos. Si bien en el detalle de cada provincia el fenómeno presentó las esperables variaciones, en general se advierte que el «castigo» electoral al gobierno se reflejó en una combinación de mayor abstención y de corrimiento de sufragios hacia la izquierda y el voto en blanco.
No cambia ese resultado final pero muestra que el descontento no lo capitalizó la derecha como buena parte del periodismo porteño interpretó tomando a la Capital Federal por el país todo.
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