Alguien lo tenía que decir y alguien lo tenía que hacer
En todos los ámbitos de la vida hay cuestiones que tardan en salir a la luz y también hay opiniones que se manejan desde el anonimato hasta que alguna figura pública decide exponer el tema con todas las letras.
Eso fue lo que pasó esta semana en el radicalismo pampeano, donde por fin un dirigente con cierta representación se animó a decir lo que muchos pensaban sobre la realidad partidaria y su crisis de representatividad.
Fue Marcelo Bessone, secretario general de la Franja Morada de La Pampa, quien explicó con claridad lo que les pasa a muchos afiliados, sintetizando la idea en una cuestión central: la candidata presidencial del espacio que integran, Patricia Bullrich, no los representa ni un poco.
¿Qué dijo el dirigente radical textualmente? Que “afirmar que existe unanimidad en el radicalismo para apoyar a Patricia Bullrich es una locura, porque no representa ningún valor del radicalismo. Es un pensamiento con el cual coincidimos muchísimos correligionarios. Entiendo que nuestros dirigentes apoyan a esa candidatura por una cuestión orgánica, pero no podemos arrodillarnos por una candidata que no representa ninguno de los principios e ideales fundacionales de la Unión Cívica Radical”.
Y luego profundizó el análisis, al remarcar que la UCR “dejó de representar a la sociedad y por eso tenemos candidatos a vicepresidente y no pudimos presentar un candidato presidencial”. También recordó que “lo único que hicieron fue militar el antikirchnerismo que no le soluciona ningún problema a la sociedad”.
Puertas adentro.
Los cuestionamientos de Bessone también fueron hacia dentro, con la mirada puesta en la realidad partidaria provincial. “En La Pampa hoy la UCR está comprada por un par de apellidos y lo que hacen no es radicalismo. La Unión Cívica Radical siempre fue un partido con base popular, pero hoy no representa a nadie, salvo a tres o cuatro apellidos cuyo único interés es negociar una banca en Diputados. Si nos juntamos es solo para resolver esas cuestiones, y muchos correligionarios pueden dar fe que el cierre a gobernador de este año se hizo en una escribanía, entre tres o cuatro personas. Y cuando empezás a cerrar candidaturas en una oficina, dejás de ser un partido”, se lamentó.
Estas duras declaraciones no merecieron réplica alguna de los máximos referentes partidarios, señal inequívoca de una incontrastable realidad.
Lo cierto es que hace rato se observa en la UCR una cierta resignación a ser “furgón de cola” del PRO sin dar batalla. La prueba más clara es que no consiguieron llevar candidato a presidente y debieron conformarse con poner compañeros de fórmula de postulantes del macrismo.
Para colmo, la ganadora del espacio no ayuda en nada. Torpe como elefante en un bazar, arrancó su campaña cuestionando sin prueba documental alguna la realidad de la Universidad Nacional de La Pampa, lo que le valió una colección de desmentidas y repudios. Y esta semana la terminó con un spot en el que su promesa de campaña termina siendo la construcción de una unidad carcelaria a la que le pondría el nombre de la actual vicepresidenta. Obvio, no ayuda en nada para que sus socios radicales se sientan representados.
El hombre de la lapicera.
Mientras tanto, el ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria, siguió usando la lapicera, eso que se le reclamó durante tanto tiempo al presidente Alberto Fernández.
La batería de proyectos y medidas que se lanzaron en forma diaria, siempre a favor de los trabajadores y los jubilados, tuvo además la virtud de dejar en evidencia a la oposición. Aquellos que decían que no se iba a animar, esos que le pidieron que no dejara para mañana lo que podía hacer hoy, finalmente demostraron que lo que prometieron hace casi cuatro años fue lo que único que cumplieron: oponerse a todo lo que propusiera el oficialismo en el Congreso. Lo bueno es que terminaron dando vueltas en el aire, sin poder explicar las razones por las que rechazan iniciativas a favor de los trabajadores que en las redes sociales habían anticipado que iban a votar a favor.
De todos modos, las medidas como la eliminación del impuesto a las ganancias para el salario de los trabajadores terminaron siendo aprobadas. Una iniciativa –vale recordar- que había sido promesa de campaña de Macri en 2015, una más de ésas que no solo no cumplió, sino que amplió en cantidad de perjudicados.
Pero hace unos días Massa anunció que lo haría. Y a la semana lo cumplió. Hizo lo mismo con otras medidas, como los créditos a tasa subsidiada, los bonos para trabajadores formales, las ayudas económicas para los informales y la devolución del 21 por ciento del IVA en las compras de la canasta básica.
En el radicalismo, alguien tenía que decir lo que muchos pensaban, como lo hizo Bessone, para empezar un necesario camino de autocrítica que les devuelva su identidad.
En el oficialismo, alguien tenía que empezar a tomar medidas, como lo hizo Massa, para empezar a reconciliar al pueblo con su dirigencia.
Y como para completar la semana, dicen que en el Fondo Monetario Internacional observaron los últimos pasos del ministro-candidato y se enojaron. Debe ser la mejor señal de que el país volvió a transitar por el mejor camino.
DANIEL ESPOSITO
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