Martes 09 de abril 2024

Aumentan las denuncias contra el maltrato

Redacción 07/12/2021 - 00.50.hs

¿Qué estamos haciendo para parar con las violaciones a los derechos de la niñez? Urge demoler el mundo adultocéntrico aprovechador de vulnerabilidades, que violenta y suspende infancias.

 

VICTORIA SANTESTEBAN*

 

El homicidio de Lucio Dupuy además de consternación, tristeza y revictimización como también de violencia sobre todo desde lo discursivo, ha marcado un aumento en las denuncias de maltrato infantil en todo el país. Este incremento en el número de denuncias y consultas a partir de lo sucedido en nuestra provincia es equiparable a las repercusiones del caso de la actriz Thelma Fardín, quien denunciara a Juan Darthes por abuso sexual cuando ella tenía 16 años y él 45. Su caso, como el de Lucio, fue disparador de denuncias por abuso, con la certeza de un "No nos callamos más" que ya es consigna en toda marcha reivindicatoria de derechos.

 

Revictimización.

 

También, como Thelma, Lucio ha sufrido de una revictimización encarnizada para un circo que indaga en detalles morbosos. En este sentido, el Consejo Asesor de la Comunicación Audiovisual y la Infancia (Conacai) llamó la atención a los medios de comunicación sobre el tratamiento del caso: "El respeto a la memoria de la víctima, a su dignidad e intimidad, y la de su familia, es lo primero que se pone en riesgo en estos casos y no puede ser soslayado". "El derecho a informar y a estar informado" se debe practicar "sin vulnerar otros derechos, individuales y colectivos". La violencia mediática revictimizante reproduce más violencias, excede la libertad de expresión y atenta contra toda convivencia democrática. Las coberturas mediáticas responsables, por su parte, esas que garantizan el acceso a información de calidad, son las generadoras de conocimiento, las empoderantes. Las que animan la valentía de denunciar a pesar del miedo, el miedo a que suceda lo mismo que cuenta la tele, que avivan las esperanzas en que denunciar activará los dispositivos estatales de protección -no siempre tan aceitados como deberían-, las que advierten sobre la necesidad y la obligación de contar lo que sucede.

 

Pandemia.

 

Con la pandemia, los números de la violencia contra niños, niñas y adolescentes arremetió con mayor ferocidad, de la misma manera que aconteció con la violencia de género en contexto doméstico. Los confinamientos facilitaron los abusos y las denuncias, que ya en la era prepandémica no se realizaban, -se estima que sólo el 10% de los casos son denunciados- con la pandemia, las dificultades para reportar el horror también se vieron en aumento. Es que el aislamiento vino a corroborar las estadísticas: el 80% de los casos de violencias contra niños, niñas y adolescentes suceden en contextos domésticos, son perpetrados por familiares directos o cercanos, conocidos de la familia. En comparación con años anteriores, durante la cuarentena los llamados a la línea 137 por violencia intrafamiliar aumentaron un 20% respecto al mismo período de 2019. La cantidad total de niñas y niños que sufrieron estos tipos de violencias se incrementó un 23%, mientras que hubo un aumento del 28% en violencia familiar y del 13% en violencia sexual.

 

A nivel mundial, los números son similares en cuanto a los aumentos de denuncias, lo que confirma las vulnerabilidades aprovechadas de las infancias, en un mundo adultocéntrico que las maltrata y desoye. Con la vuelta a la presencialidad, también se registraron aumentos en las denuncias de los casos de violencia contra las niñeces, sobre todo contra niñas y adolescentes, quienes encontraron en el ámbito educativo el espacio de confianza para contar la realidad violenta al interior de esos hogares en los que el confinamiento colaboró con el pacto de silencio. El aumento de las denuncias significa romper ese silencio que aprovechan los agresores para asegurar su impunidad. Contra el miedo que paraliza, que aquieta y silencia, urgen comunidades reforzadas que contienen, desde lo institucional y lo familiar, desde lo mediático y lo simbólico. Lo público y lo privado entremezclados para hacerle frente a las violencias contra niños, niñas y adolescentes.

 

Lucio.

 

Desde el conocimiento de la muerte de Lucio, las subas en las denuncias por maltrato infantil se dispararon un 73% en el país. La psicóloga titular del programa "Las Víctimas contra las Violencias", Eva Giberti, describió que cada vez más chicos y chicas de 7, 8, 9 y 10 años se animan a denunciar en la línea 137. Las denuncias son anónimas y aparecen como lugar de confianza donde no sólo denunciar la violencia sufrida en primera persona, sino también la observada. Desde el día viernes 26 de noviembre, cuando la noticia de Lucio que duele por todos lados fue conocida, es que su historia nos cachetea a diario, para despabilarnos acerca de qué estamos haciendo las personas adultas, todas legalmente encomendadas a la protección de las niñeces, para cambiar este mundo reglado por adultos que sistemáticamente violenta a la minoridad.

 

Ciberacoso.

 

Este fin de semana, la mamá de Joaquín Nahuel, el chico de 10 años que hace tortas para juntar el dinero que necesita para operarse, anunció la decisión de cerrar la red social del niño porque estaba siendo víctima de ciberacoso. El odio canalizado por teclados que arremeten contra un chico que necesita una operación a partir de un accidente doméstico que sufrió en 2019 también es termómetro de la violencia generalizada y sistemática contra niños y niñas que nos hace volver, con insistencia sobre la pregunta que dispara contra nuestras consciencias adultas ¿Qué estamos haciendo para parar con las violaciones a derechos de niños y niñas? Que indagar cotidianamente nos martille hasta convencernos que urge demoler el mundo adultocéntrico aprovechador de vulnerabilidades, que violenta y suspende infancias.

 

*Abogada, magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles.

 

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