Conductores imprudentes

El aluvión de noticias diarias proveniente tanto del mundo como de un país (el nuestro), ambos conmocionados, suelen postergar la observación y el comentario del acontecer a nuestro alrededor, mínimo a veces pero igualmente importante para la convivencia diaria. En tal sentido, la ciudad ofrece varios aspectos que merecen al menos una mención que alerte a las autoridades responsables, especialmente si el riesgo que ofrecen no es de desdeñar.

Por ejemplo, es legítimo llamar la atención sobre el tránsito de las bicicletas. Cierto que a estos vehículos es innegable su condición de transporte necesario, a menudo de los sectores menos pudientes, pero eso no exime a sus conductores del respeto a las más elementales normas ciudadanas en lo que al tránsito hace. Es que suele ser muy común ver en el tránsito ciudadano la circulación de esos vehículos en abierta infracción para con los reglamentos y, lo que es peor, acrecentando la posibilidad de un accidente serio para los mismos conductores.

Cualquier observador puede dar fe de que en un día de tránsito normal por las calles más importantes de la ciudad al menos una decena de esos rodados, con conductores de edades variadas, cruzan con semáforos en rojo, alguno corriendo riesgos inminentes, salvados por el oportuno frenaje de los automovilistas. Esto sin contar a quienes transitan sueltos del volante, hablando por los teléfonos celulares, escuchando radio con auriculares o haciendo piruetas con una sola rueda.

Se supone que la comuna puede aplicarles, siquiera mínimamente, las ordenanzas que valen para los conductores de vehículos de mayor porte. De lo contrario solamente resta esperar más accidentes que implican a ciclistas.