¿De qué lado están?
Una semana con recambio parcial de diputados y senadores nacionales volvió a traer al debate la cuestión de la representación de partidos, listas e ideas.
Una oleada de idas y vueltas volvió a mostrar cómo una vez más los tránsfugas de la política terminan siempre llevando agua para sus propios molinos. Pasó ahora con los catamarqueños que fueron electos por Fuerza Patria y terminaron haciendo rancho aparte para facilitar el cambio de mayorías y minorías entre oficialismo y oposición.
Es que tras las reuniones y negociaciones que el gobernador Jalil mantuvo con los nuevos ministros Santilli y Adorni, tres diputados de Catamarca rompieron el bloque de Unión por la Patria y fundaron uno propio. De este modo UP retrocedió a 94 legisladores y quedó por debajo de La Libertad Avanza, que con la reciente incorporación de un legislador entrerriano se consolidó como la primera minoría dentro en la Cámara Baja, escribiendo de este modo un nuevo capítulo de la estafa electoral.
Así es como terminamos rodeados de tránsfugas, que –según la Real Academia Española- es la definición exacta de “la persona que abandona una organización política, empresarial o de otro género, para pasarse a otra generalmente contraria”.
Pero nada puede extrañar demasiado, con solo observar a Patricia Bullrich luciendo como oficialista tras ser ferviente opositora y candidata presidencial por otra fuerza, junto con su compañero de fórmula, también ex ministro pero proveniente de otra raíz partidaria. Para completar, desde los palcos, como nuevo lugarteniente del presidente aparece un flamante ministro que antes fue candidato a diputado en tercer lugar pero que tuvo que pedir que sus votantes se olvidaran que en la cabeza de su lista aparecía un señor pelado con algunas complicaciones judiciales vinculadas con el narcotráfico. Pequeñas delicias de nuestra política cotidiana.
Alguna vez se planteó que quien no respetara ideas y pertenencias a bloques debería renunciar, pero pasan los años y todo sigue igual. Tal vez sea tiempo de volver a insistir con una especie de “Pacto de convivencia política” que impida estos pases que traicionan abiertamente al voto popular.
¿Y por casa cómo andamos?
Aunque no tuvimos reciente recambio de legisladores, en la ciudad y en la provincia también tenemos a nuestros propios tránsfugas y traidores. No son los primeros de la historia, pero sería bueno que fueran los últimos.
A nivel provincial, acabamos de ver cómo una diputada oficialista fue la única que votó en contra del pliego de bases y condiciones para una nueva licitación petrolera. Hasta el propio intendente de la localidad en la que se encuentra la explotación la acusó de “golpista” y “tirapiedras”. Suena raro que la legisladora parezca más opositora que todos los que se cansaron hasta ahora de ponerle palos a la rueda a este llamado a licitación. Como si fuera poco, la misma legisladora redobló la apuesta y pidió que se analice la cuestión en la Fiscalía de Investigaciones Administrativas.
A nivel santarroseño, el caso de la viceintendenta es llamativo. Llegó a ocupar ese lugar representando al Frente Justicialista Pampeano, pero en los hechos está jugando para otros intereses. No se entiende de otro modo que se muestre muy sonriente con la gente del Grupo Clarín y que no sea capaz de responder severas acusaciones de “lobista” a favor de poderes sectores privados y en contra del movimiento cooperativo provincial. No suena compatible llegar al poder defendiendo a un frente “nacional y popular” y después trabajar para favorecer a los monopolios.
Pregunta sin repuesta.
Solo queda esperar a que la viceintendenta se decida a dar una respuesta clara que despeje las dudas de los vecinos.
En los años 2000, el conductor Matías Martin en un recordado programa de televisión utilizaba la frase "¿de qué lado estás?" para interpelar a los invitados y al público, convocándolos a reflexionar sobre sus posturas, especialmente en el contexto de temas sociales. Con el tiempo, la frase se fue convirtiendo en una forma popular de buscar una definición sobre determinado tema.
En el caso de la viceintendenta, como en el de la diputada, ambas “oficialistas”, hay ciertas sospechas sobre la respuesta.
De todos modos, y en todos los niveles, sería bueno para la salud de nuestra democracia comenzar a combatir con más fuerza esta forma de hacer política, con dirigentes que llegan al poder sin confesar sus afanes con todas las letras. Deberían decir de qué lado están, y comprometerse, desde el principio y hasta el final de su mandato, a cumplir con su palabra.
DANIEL ESPOSITO
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