¿Después de octubre o antes?
Todo ya gira en torno a las elecciones. La política está centrada en las alianzas y candidaturas pensando en septiembre y octubre, mientras que la economía acumula tensiones. Los analistas se preguntan en qué momento se resolverán esas tensiones.
Eduardo Lucita *
El fallo condenatorio y la posterior detención domiciliaria de Cristina Fernández de Kirchner, sumado a los resultados electorales de las legislativas en CABA, aceleraron las negociaciones tanto entre la LLA y el PRO como en el peronismo. Finalmente este miércoles se presentaron las alianzas electorales y en poco más de una semana será el cierre de listas para las elecciones provinciales del 7 de septiembre, que indudablemente influirán en las naciones del 26 de octubre de este año.
Definida la estructura legal con la que competirán electoralmente, viene la discusión central sobre las candidaturas. Veremos si estos acuerdos incluyen también la lista de candidaturas para las nacionales de octubre.
Está en juego qué tipo de sociedad política finalmente resolverán la LLA y el PRO, mientras que el peronismo definirá qué tipo de unidad le es posible alcanzar y sobre todo si esa unidad tiene futuro. Es que no hay posibilidades de una alianza que trascienda la coyuntura inmediata si no hay acuerdo en las listas y en el caso del peronismo un mínimo consenso programático. En este contexto las elecciones provinciales del 7 de septiembre próximo y las nacionales del 26 de octubre son por ahora bastante impredecibles.
Planes y programas.
Si el peronismo, principal fuerza de oposición, debe definir con qué estrategia enfrentará las elecciones en provincia de Buenos Aires (defensa de la gestión o confrontación con el gobierno nacional) para las nacionales debe definir un programa de acción concreto. Por el contrario, el oficialismo tiene un plan de acción claramente definido: llegar a octubre con el tipo de cambio bajo control, vía nuevo ciclo de endeudamiento, y descenso de la inflación, poniendo el mercado interno a disposición de los productos importados, el resto de las variables económicas seguirán subordinadas a la estabilización alcanzada.
No solo ajuste.
Para contextualizar acertadamente esta situación hay que comprender que la actual política no es solo el ajuste permanente, sino que este ajuste es el paso previo a una reestructuración completa del país sustentada en términos económicos en la explotación de la renta de la tierra (hidrocarburifera, minera y agraria) y en una economía de servicios abierta al gran capital internacional. En términos sociales, con las reformas laboral, previsional y tributaria, se delineará una sociedad mucho más regresiva y culturalmente conservadora, mientras continúa el desmantelamiento de funciones públicas esenciales (antes de que venzan las facultades delegadas se publicó el decreto 462/2025, que oficializa la eliminación, modificación y centralización de diversos organismos estatales).
Como hemos dicho en esta columna desde los inicios del gobierno, Milei y su equipo no vienen a administrar la crisis como los gobiernos anteriores sino que vienen a resolverla en los términos de las actuales tendencias mundiales.
La gobernabilidad en cuestión.
Sin embargo todo este proyecto no solo tiene que atravesar sin demasiados sobresaltos el tránsito hasta octubre cuando el arco de alianzas original que le permitió aprobar la Ley Bases y sostener el DNU 70 parece haberse resquebrajado. El presidente anunció que vetaría los proyectos de aumento a las jubilaciones, al presupuesto universitario y a las emergencias en discapacidad y pediatría del Garrahan, pero la oposición estaría en condiciones de insistir frente al eventual veto. Por otro lado, la totalidad de los gobernadores más el jefe de gobierno de CABA reclaman por el desfinanciamiento de las obras públicas, insistiendo en una nueva distribución de los Aportes del Tesoro Nacional, la coparticipación del impuesto a los combustibles y la eliminación de los fondos fiduciarios y que esas partidas las administre directamente cada gobernación. Numerosos intendentes se suman a estas demandas.
Mientras tanto, el modelo se sostiene con aumentos de la deuda para financiar el déficit creciente de la balanza de pagos (incluye saldos del comercio exterior, de cuentas corrientes, de turismo y otros servicios más el pago de intereses). Fondos de inversión decidieron desensillar hasta que aclare y desarmaron sus posiciones en pesos (vendiendo bonos) para pasarse a dólares con lo que el tipo de cambio pegó un alza del 10%, el riesgo país subió y economía tuvo que pagar tasas más altas para renovar deuda interna. ¿Qué impacto puede tener en la tasa de inflación? Paradójicamente este 9 de julio, el día de la independencia nacional, se pagaron cupones de deuda externa por 4.200 millones de dólares. El resto de los vencimientos hasta fin de año se supone están cubiertos por organismos multilaterales y los desembolsos del FMI, pero éste está demorando la revisión trimestral y no ha enviado hasta ahora los 2.000 millones previstos.
Para mantener la estabilidad del dólar y baja la inflación es probable que las tasas de interés se mantengan altas, con lo que se renovará la bicicleta financiera (carry trade) y la economía se desacelerará más aún con lo que la tasa de desocupación seguirá en alza y los salarios por debajo de la inflación. Se estima un segundo semestre con la actividad económica estancada. Distintas encuestas ya indican un aumento del temor a perder el empleo y la preocupación por los bajos salarios.
La suma de todos estos factores (económicos y políticos) puede poner en cuestión la gobernabilidad.
La clave electoral.
Aquí radica la importancia que el gobierno le da a este ciclo electoral. No solo para mejorar su representación parlamentaria en las dos cámaras (aunque no logrará quórum propio en ninguna) y estar en mejores condiciones de negociación, sino por la suma total de votos, ya que si sale triunfante en esa sumatoria estará con mayor respaldo para las reformas estructurales comprometidas con el FMI.
Pero hay algo más prioritario. El gobierno parte del supuesto que la estabilización financiera alcanzada es la piedra angular para el próximo triunfo electoral que, de ser contundente, hará bajar el riesgo país alrededor de los 500 puntos básicos con lo que estará en condiciones de volver a los mercados voluntarios de crédito y hacer así frente a los vencimientos de la deuda en 2026 a tasas razonables. Mientras, gana tiempo para que las exportaciones hidrocarburíferas y minerales (RIGI mediante) aporten la necesaria cantidad de divisas para romper la sempiterna restricción externa que complicó a todos los gobiernos. Por ahora las necesarias inversiones no se concretan.
Todos son supuestos. Se comprende entonces porqué los mercados se preguntan ¿cómo llegamos a octubre? ¿Que pasará después de octubre?
* Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
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