El “Corolario Trump”
Un documento subido a la página oficial de la Casa Blanca se autodefine como el "Corolario Trump" de una doctrina que coloca a América Latina y por ende a nuestro país en el "patio trasero" del imperio.
JOSE ALBARRACIN
Si algo queda claro, tras la reciente publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de los Estados Unidos, es que esa potencia pretende abandonar el orden internacional creado con motivo de las dos guerras mundiales en el siglo XX, y retornar al principio rector de su política internacional durante el siglo XIX, esto es, la "Doctrina Monroe", que puede sintetizarse en el adagio "América para los (norte) americanos". De hecho, el propio documento subido a la página oficial de la Casa Blanca se autodefine como el "Corolario Trump" de esa doctrina, que coloca a América Latina y por ende a nuestro país, en el "patio trasero" del imperio. Quiere la mala suerte que este cambio seísmico del orden internacional, encuentre a nuestro país bajo el mando del gobierno más abyecto y entreguista de su historia.
"Paz".
No conviene distraerse en los detalles pintorescos del documento, como la ya rancia glorificación de Donald Trump como líder carismático, o la enumeración de las supuestas mediaciones exitosas de su parte en distintos conflictos bélicos, entre los que se cita no sólo el de Gaza (donde la matanza de palestinos continúa) sino, sobre todo, el conflicto entre Tailandia y Camboya, que justo esta semana está en su punto más álgido en años. Ya sabemos que el Premio Nobel de la Paz se lo dieron a una ignota venezolana, que ni siquiera viajó a recibirlo, que el norteamericano debió conformarse con un dudoso premio inventado por la FIFA.
Trump acaba -no sin razón- de adjudicarse el triunfo del gobierno argentino en las elecciones de medio término. Leído a la luz de este documento geopolítico, ese detalle no sólo es revelador, sino que también permite avizorar lo que será un futuro inmediato, donde nuestro país dejará de gozar de la indiferencia de los EEUU, para soportar una creciente injerencia, sobre todo, en cuanto a los minerales estratégicos ("tierras raras") y en cuanto a las vías navegables como el río Paraná, mal llamado "hidrovía".
Y es que uno de los puntos centrales de la nueva NSS es, precisamente, la reivindicación del estado nación como única unidad política internacional atendible para Washington, que no hará ningún secreto de su intención de boicotear las organizaciones supranacionales, como la Unión Europea (que, según sus términos, fue creada sólo para "joder a los EEUU") y nuestro Mercosur. Y en ese derrotero, el plan es dejar de lado a la dirigencia política tradicional y "decadente", para relacionarse prioritariamente con los "partidos patrióticos" (esto es, de extrema derecha) en Europa y Latinoamérica.
Migración.
Para esta racista Casa Blanca, el principal enemigo es la migración, y su interés en la estabilidad de Occidente sólo se justifica en la medida en que se consiga así evitar la "contaminación" de su población. Su crítica a los gobiernos europeos, en tanto, apunta no sólo a su abandono de la inversión militar, sino sobre todo a la "decadencia" que habrían generado al permitir la mestización de sus poblaciones. Por eso en el documento se habla de la necesidad de "restaurar la autoestima y la identidad occidental de la civilización europea". Sólo después de dejar esto sentado, el documento reitera la consabida necesidad de cooperación internacional en materia de combate al terrorismo o al crimen organizado.
Este objetivo parece tener preeminencia, incluso, respecto de lo que denomina "incursión hostil de potencias extranjeras" que puedan acceder a la "propiedad de activos estratégicos" o a "cadenas de suministros" o perturbar la "libre navegación" en regiones como el océano "Pacífico/Índico". Por algún motivo, todo el documento grita el nombre de China, sin jamás pronunciarlo con todas las letras. Por cierto, tampoco se habla de Rusia, ni se otorga mayor entidad a la guerra en Ucrania, que aparece como un mero episodio a resolver en forma pragmática, a fin de restaurar la estabilidad de Occidente.
Significativamente, en la misma categoría ingresa el mal llamado Medio Oriente, de cuyas "guerras eternas" pretende ahora tomar distancia, para limitarse a señalar el interés en evitar su caída en manos de "poderes adversarios", aunque sólo sea para impedir la apropiación de sus recursos de gas y petróleo, y asegurar la fluidez de su suministro "sin cuellos de botella".
Estrategia.
Donde no hay medias tintas es en el objetivo de "asegurar que la tecnología y los estándares norteamericanos, particularmente en inteligencia artificial, biotecnología y computación cuántica, sean los que muevan el mundo", como así también, evitar a toda costa que el dólar pierda su irritante privilegio como moneda de intercambio internacional. Aquí se observa que los intereses nacionales de EEUU se solapan con los de sus empresas multinacionales y con el sistema bancario internacional, este último alarmado por los sistemas de pago como el "pix" brasileño o su equivalente chino, que, manejados directamente por el banco central de esos países, permiten el acceso al comercio electrónico de toda la población, sin intermediación parasitaria.
En lo que podría calificarse como una "nota tierna" o "de color", el documento declara que Washington sigue sosteniendo la "predisposición al no intervencionismo" que figura en su declaración de independencia de 1776. Lo que pasa, lamentablemente, es que "para un país cuyos intereses son tan numerosos y diversos como los nuestros, una adhesión rígida al no intervencionismo simplemente no es posible. Sin embargo, esa predisposición debe establecer una barra muy alta de lo que constituye una intervención justificada". Es una pena que los casi cien civiles asesinados por las fuerzas armadas norteamericanas en el Caribe y el Pacífico desde setiembre pasado no se hayan enterado de que sus muertes sólo fueron posibles tras superar este alto estándar de no intervencionismo.
Así que, sépalo el lector, ha sido con gran dolor y remordimiento que el gobierno norteamericano intervino escandalosamente en el proceso electoral argentino, para asegurarse el triunfo del "patriótico" partido gobernante. Imagínese que los propios EEUU han tenido que soportar ese tipo de injerencia extranjera en sus elecciones, como cuando en 2016 se denunció la intervención de Rusia en favor de... Donald Trump (¡ups!).
Al menos por dos años más, habrá que olvidarse de acceder a los maravillosos autos eléctricos chinos (Trump ya decidió que el futuro sigue estando en el motor a nafta), a las obras de infraestructura como trenes o centrales hidroeléctricas o atómicas, o al revolucionario 5G chino: habrá que pasarse al Starlink de Elon Musk, y rogar que el tiempo esté bueno para que funcione esa internet satelital.
Artículos relacionados
