El estado de la cuestión
El presidente ha perdido centralidad política y le cuesta recuperarla, mientras que el gobierno ya no fija agenda y, al menos temporalmente, el Congreso le arrebató el control de la política fiscal.
Eduardo Lucita *
A pocas semanas de las elecciones aumenta la tensión política. Sea por el descalabro de la situación financiera, sea por las consecutivas derrotas oficialistas en el parlamento o por el escándalo de las coimas en la compra de medicamentos para discapacitados. ¿Estamos frente a un punto de inflexión en la situación política?
El gobierno está en modo ultradefensivo, como cuando en un partido de fútbol los jugadores de un equipo, claramente superados en el juego, se abroquelan atrás y la tribuna grita “Están colgados del travesaño, esperando un contragolpe salvador”, que aquí serían las elecciones de Octubre.
Sin iniciativas.
El Congreso de la Nación se apropió de la agenda política. Desde abril pasado de 17 votaciones en las cámaras el oficialismo perdió 16, solo consiguió una votación favorable: blindar el veto al aumento a jubilados. Pero lo que más preocupa al presidente es que este blindaje lo consiguió por solo dos votos de diferencia, mientras que en varias de las otras votaciones perdió por mucho margen.
Lo que faltaba.
El escándalo de las coimas (sobreprecios incluidos) que salpica a varios funcionarios y llega incluso hasta la propia hermana del presidente, es lo que le faltaba a este cuadro de situación. Desde entonces la pregunta que flota en el aire es ¿Quién destapó la olla? ¿Por qué ahora? ¿Con qué objetivos? ¿Qué lleva al juez y al fiscal a actuar con una celeridad desconocida para la justicia del país? Al interior de La Libertad Avanza las hipótesis y las acusaciones van en todas direcciones pero ninguna convence, por eso inventaron que la causa esta armada, ahora completada con que se trataría de una operación de inteligencia que involucraría a rusos y venezolanos... y trata de censurar a la prensa. Sin embargo un tufillo que circula indica que algo más profundo se estaría cocinando en el corazón del poder real. Todo hace a una crisis política para la que el gobierno no encuentra otra respuesta, que apostar todo a las elecciones de esta semana, mentras que las clases dominantes miran más allá…
Corruptela a la carta.
El escándalo de las coimas tomó estado público justo en el momento en que el Congreso nacional resolvía bloquear el veto del presidente Milei al financiamiento para el área de discapacidad. Se trataría de un sistema que alcanza a todas las compras de medicamentos por parte del Estado, con una droguería que carteliza los cobros y el reparto de las coimas.
Si le sumamos el caso $Libra, el drama de la muerte por fentanillo contaminado que la Anmat no controló o el avión que depositó más de diez maletas sin pasar por la aduana y algunas otras sospechas, la pátina de que los libertarios eran 100x100 honestos, que venían a combatir la casta y que veían ensobrados por todos lados, se va cayendo como un castillo de naipes.
Esperando las elecciones.
Puestos en modo electoral el dúo Milei-Caputo elaboraron un plan monetario consistente en tratar de emitir lo menos posible y sacar pesos del mercado para evitar que el excedente de estos se corra al dólar y presione al alza el tipo de cambio y alimente así la inflación. Pero este esquema solo funciona pagando tasas del orden del 70-80% anual para poder renovar la deuda en pesos que es de una magnitud varias veces billonaria.
El ministro de Economía ha afirmado que este plan es hasta octubre y que luego del triunfo de LLA las tasas bajaran y todo se normalizará. El presidente está de acuerdo ya que para él “Las elecciones no se pierden por tasas muy altas sino por una devaluación de la moneda”. En septiembre y octubre vencen unos 20 billones de pesos cada mes (la mitad con el sector privado), esos vencimientos se continúan en montos levemente inferiores hasta marzo del 2026. Hay quienes ya estiman riesgos de default y avizoran un reperfilamiento al estilo Macri 2018. Mientras tanto el dólar sigue subiendo y el Tesoro ha comenzado a vender reservas. Todo resiente la actividad económica que ya está al borde de la recesión. Un resultado electoral favorable podría mejorar el clima político pero no resolverá la crisis. Las elecciones pueden por ahora actuar como un contenedor de la crisis, pero en el mejor de los casos esta volverá a hacerse presente después de octubre.
Cambios en el escenario.
La combinación de deterioro social y escándalos de corrupción ha golpeado fuerte tanto en la imagen del presidente como en la de su gestión de gobierno, también en las expectativas. Los recientes resultados en Corrientes y el estruendoso fracaso de la táctica electoral de LLA profundizan esta situación, mientras que el holgado triunfo del oficialismo fortaleció el bloque Provincias Unidas, que no tiene mayoría parlamentaria pero si suficientes escaños como para inclinar las votaciones en uno u otro sentido y ya están pensando en 20217.
Tanto en el Círculo Rojo como en distintos sectores cercanos al oficialismo se han encendido las alarmas. Sea porque la situación política se ha enrarecido producto de la desorientación del gobierno y las disputas internas en el oficialismo, como porque ven que el plan económico está agotado. Han comenzado a dudar que el actual plan sea transitorio, sino que tal vez sería el único plan. Presionan entonces para que después de las elecciones se replantee todo el programa, incluido recambio de funcionarios.
En este contexto de fuerte vulnerabilidad para el gobierno el proceso electoral ha ingresado en la recta final. La agudización de la crisis ha provocado cambios en la campaña. La nacionalización que pretendía Milei ha trocado a “Kirchnerismo Nunca Más”, el tembladeral financiero es producto del “riesgo kuka” y el escándalo de las coimas una “opereta de los K”. Mientras que Kicillof cambió la defensa de su gestión (quedó para los intendentes en cada distrito) por “Frenar a Milei” con el sublema “Sin septiembre no hay octubre”.
Para el oficialismo sus problemas económicos y de gestión se resolverían con una elección digna en septiembre (perder o ganar por uno o dos puntos de diferencia) y un holgado triunfo en octubre (más del 40%) con lo que aspira a logra el tercio necesario para blindar futuros vetos y bloquear cualquier intento de juicio político. Para el peronismo (unido con alambres) ganar en provincia por 5 puntos (es lo que dan algunas encuestas a 48hs. de los comicios) reafirmaría la gestión de Kicillof, sus pretensiones para el 2027 y sería una base sólida para las nacionales de Octubre. Los “mercados”, que también votan, están inquietos por conocer si la relación de fuerzas políticas que arrojen las urnas favorecerá la sanción de las reformas estructurales pendientes.
Mientras tanto la izquierda anticapitalista pareciera estar ganando presencia e intención de voto. En una carrera muy desigual la idea del “Voto seguro”, por los que no traicionan, por los que no cambian su voto por prebendas, por los que están en todas las luchas y conflictos sociales, está dando cuenta de una realidad inocultable.
Este domingo tendremos un anticipo y los próximos 45 días serán determinantes para una elección que no es una elección más.
* Integrante del colectivo Economistas de Izquierda (EDI).
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