Viernes 26 de abril 2024

El Estado y el poder corporativo

Redacción 14/07/2023 - 08.03.hs

“Diciendo lo que el establishment no quiere escuchar (…) afirmó que la CIA participó del asesinato de su tío, que la OTAN fogonea la guerra entre Rusia y Ucrania y que, en caso de ser presidente, liberaría a Julian Assange y a Edward Snowden”.

 

Semejante afirmación, que apenas algunos años atrás hubiera sido atribuida sin dudar un instante a un comentarista con inclinaciones de izquierda o, directamente, marxistas, proviene nada menos que del hijo de Robert Kennedy, sobrino del presidente John Fitzgerald, ambos asesinados en circunstancias muy poco claras. Y como si ello fuera poco no dudó en asociar a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de haber tenido injerencia en el magnicidio, fogoneado por fuerzas del “establishment” norteamericano a quien le interesaban los pingües negocios que brinda la guerra. Al respecto no hay dudas, fue la tajante afirmación.

 

La aseveración no es nueva; ya unos pocos meses después del asesinato había aparecido –y editado en el mercado del idioma español- el libro “Quién mató a Kennedy”, donde se exponía y descubría aspectos falsos en la fundamentación oficial, tales como “la bala mágica”, los misteriosos cuatro disparos por parte de una carabina imposible de esa secuencia; la manipulación del presunto asesino Lee Oswald, su muerte en una comisaría de Texas a manos de un dudoso ciudadano indignado por el asesinato…

 

Por supuesto que el tema dio para que fuera considerado por el cine y la televisión, al tiempo que corrían ríos de tinta cuestionando el informe oficial (la comisión Warren) que refrendó mansamente la versión oficiosa. Ahora el sobrino de Kennedy – cuyo padre también fue asesinado en circunstancias muy oscuras, agranda la apuesta con la afirmación de que hubo “presiones de la CIA y la industria militar para que Kennedy inicie distintas guerras, ya sea en Cuba, Laos o Vietnam”. El rechazo del Jefe de Estado a esa postura habría sido el desencadenante de su muerte. La referencia trae a colación y refuerza la repetida consideración relativa a que la economía norteamericana no puede funcionar a pleno si no hay una guerra de por medio.

 

A casi sesenta años de lo ocurrido es imposible que no llame la atención la revelación de un secreto de los que suelen guardarse en el ropero de las familias “de pro”, pero aquí no solamente se trataría de rectificar una mentira: quien lo postula es candidato a la presidencia de los Estados Unidos y, para más, afirma que si alcanzara ese mandato, objetará también la guerra de Ucrania y la consecuente postura belicista de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. También avalaría la libertad de Edward Snowden y Julián Assange (a quienes el Estado norteamericano quiere meter en la cárcel de por vida por la revelación de presuntos documentos secretos). El complemento de tan áspera postura es un aval para la Revolución Cubana en cuanto a su motivación espiritual, y afirma que “Mi principal prioridad será poner fin a la fusión corrupta entre el Estado y el poder corporativo que ha arruinado nuestra economía, destrozado a la clase media, contaminado nuestros paisajes y aguas, envenenado a nuestros niños y despojado de nuestros valores y libertades”.

 

Con semejantes ideas, y antecedentes familiares y personales, resulta obvio que este Kennedy deberá extremar el cuidado de su persona.

 

FOTO: Robert Kennedy, sobrino del presidente John Fitzgerald.

 

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