En el campo de las palabras
Comenzó 2025 y se acabaron los silencios. Tal vez existía un pacto tácito entre la gente del sector agropecuario, en el que más de uno se juramentó que si no se empezaban a arreglar las cosas, había que arrancar a reclamar, con un plazo que se extinguía con el 2024.
Cada uno a su modo, fueron soltando las quejas. Los grandes, encabezados por “Los Grobo”, decidieron presionar con el diferimiento en el pago de sus obligaciones. Los más chicos, en tanto, lo hicieron con fuertes declaraciones en contra del gobierno nacional.
Tal fue el caso de los productores rurales de la Federación Agraria Argentina (FAA) y de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), que salieron a pedir una quita de retenciones “de manera urgente” para poder recuperar rentabilidad ante la suba de costos y con los precios internacionales en baja.
Con menos diplomacia y más contundencia, desde La Pampa el reconocido dirigente Ulises Forte dijo que con esta gestión de Milei los chacareros chicos se están fundiendo.
En el medio, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina salió a remarcar que los impuestos representan una porción cada vez mayor de la renta agrícola, acentuando la crisis. Para que quedara bien graficado, consignaron que el Estado se queda con $64,30 por cada $100 de renta agrícola. Es un índice que subió 2,8 puntos desde la medición de septiembre, principalmente por la caída de precios y el menor efecto del dólar exportador. Comparado con diciembre 2023, es 5,4 puntos más alto. Traducido a criollo: están peor que antes.
Chacareros y motosierras.
Pero las quejas no vienen solo del campo. Los pequeños empresarios también empezaron a decir lo suyo. Por ejemplo, los industriales de las pymes argentina aseguran que este gobierno no tiene política industrial y que el sector no está preparado para enfrentar la apertura económica que se plantea. A raíz de esta situación, remarcaron que durante 2024 cerraron 9.900 empresas pymes y se perdieron más de 220.000 puestos de trabajo. Según los empresarios, la industria argentina no está en condiciones de competir en un mercado libre por los altos costos energéticos, impositivos y laborales, que, sumados a la inflación en dólares, hacen que los productos nacionales sean menos competitivos frente a los importados.
En otras palabras, desde el gobierno les están diciendo claramente que en este modelo hay actores económicos que sobran y que para ellos no habrá ayuda estatal alguna.
En definitiva, ruralistas y empresarios tardaron pero al final terminaron haciendo lo que se les reclamaba hace algo más de un mes desde este mismo lugar, en la columna titulada “Decilo, Enzo, decilo”. Se les pedía que se decidieran a verbalizar lo que pensaban y ahora lo empezaron a hacer. Fue así como con el nuevo año aparecieron videos de chacareros mostraron motosierras que aparentemente no funcionan como debieran, dándole la razón a Forte: “Los que antes callaban empezaron a hablar y los que antes hablaban ahora empezaron a putear” contra las políticas del gobierno nacional.
La doble vara.
Es así como entramos en un año electoral que arranca tempranísimo y con un clima político tan acalorado como las altas sensaciones térmicas de estos días en La Pampa.
Lo bueno es que se ponen todas las cartas sobre la mesa. Parece que ahora sí se acabó la luna de miel, al menos con una serie de sectores que fueron perjudicados y que por lo que ve ya dieron por terminado su “periodo de gracia” otorgado para –supuestamente- acomodar las variables económicas.
Así y todo, terminan mostrando que usan una doble vara. Por mucho menos, a otros gobiernos le pusieron el país patas para arriba, con piquetes, tractorazos y el “nado sincronizado” de los grandes medios que ahora se hacen los distraídos. Mientras tanto, el ajuste no afloja pero las mediciones no lo muestran.
Ahora que el debate se hizo visible, todo se comenzará a dirimir en el campo de las palabras. Y por eso, desde el campo popular y nacional es necesario mostrar unidad. Es preferible no hacer públicas las peleas simbólicas por una lapicera o cosas por el estilo. Hay que tener cuidado, porque a los que sufren por ver si llegan a fin de mes no les debe hacer mucha gracia ver que las disputas pasan por las internas en vez de proponer ideas superadoras para mejorarle la vida a la gente.
En pocos meses llegará el tiempo de las elecciones y será el momento de enterarnos hasta donde llega la tolerancia de nuestro pueblo. Allí se verá si se le pone un límite al “neolibertarismo” para empezar a recuperar el poder y gobernar a favor del pueblo, o si se consolida una idea que postula que hay un montón de sectores que sobran. Una vez más, habrá que elegir entre un modelo que cierre sus números con la gente adentro, o por uno que expulsa a la más de la mitad de los argentinos. Como siempre, los votantes serán los que decidan. Ojalá que no se equivoquen: no hay más tiempo para escuchar después las voces de los arrepentidos.
El “topo” que tenemos por presidente sembró promesas y cosechó votos. Ahora recoge críticas. A juzgar por las quejas crecientes, parece que los rindes para las elecciones de medio término no serán los mismos que hace dos años. El tiempo tiene la respuesta.
DANIEL ESPOSITO
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