Encubrimiento otra vez
¿Será Capuchetti la nueva Galeano? Lo cierto es que la
historia es similar, a Galeano lo apadrinó la SIDE y
a Capuchetti la AFI. Las reuniones con Clarín.
ARI LIJALAD
En el 2001, la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner firmó en soledad un dictamen de la Comisión Bicameral de Seguimiento del atentado a la AMIA donde advertía de las maniobras para obstaculizar y direccionar la investigación. Adelantaba lo que recién en febrero de 2019, 18 años más tarde, terminaría con las bajas condenas y burdas absoluciones a varios de los responsables del encubrimiento del atentado. Ningún diputado ni senador la acompañó: Cristina denunciaba el desvío de la investigación, el rol de la SIDE en ese trabajo sucio y la complicidad del juez Juan José Galeano. Tenía razón.
Ahora la misma Cristina, ahora vicepresidenta, recusó a la jueza María Eugenia Capuchetti. La acusó de no querer investigar el atentado en su contra, de frenar líneas de investigación más allá de los autores materiales, de arruinar pruebas clave como el celular del tirador fallido, de no indagar sobre el rol de la Policía Federal, de frenar las pistas que conducen a dirigentes de la derecha, de confraternizar con Clarín y La Nación para coordinar el impacto mediático del expediente a su cargo.
La historia se repite, solo que dos veces como tragedia. Muchos de los personajes reinciden en los atentados a la AMIA y a CFK, no en los nombres pero sí en los roles. La responsabilidad de la jueza en un caso clave para la democracia, las irregularidades de las fuerzas de seguridad, la más que posible pista política y el papel de determinados medios corporativos.
La nueva Galeano.
La investigación por el atentado a la AMIA tenía dos pistas iniciales: la siria y la iraní. El gobierno de Menem coordinó con su par israelí una versión del atentado y a los pocos días Clarín ya ponía en tapa la responsabilidad iraní. Galeano, obediente, cerró la pista siria, que tocaba de cerca a la familia del entonces presidente. Al recusar a Capuchetti, los abogados de Cristina plantean que “bloqueó toda hipótesis que vaya más allá de Brenda Uliarte, Fernando André Sabag Montiel y Gabriel Nicolás Carrizo. E insistieron: “Capuchetti ha actuado durante el proceso de forma totalmente reticente a investigar cualquier línea que involucre gente que vaya más allá de Uliarte, Sabag Montiel y Carrizo”.
¿Será Capuchetti la nueva Galeano? Lo cierto es que la historia es similar. En 1994 Galeano era el juez más joven de Comodoro Py. Había llegado un año antes, con apenas 35 años. Lo apadrinaba Hugo Anzorrerguy, jefe de la SIDE menemista. En ese contexto le tocó la causa por el atentado más importante de la historia argentina. Capuchetti llegó a Comodoro Py en 2019, es la última en llegar y también la jueza más joven. También llegó por incidencia de la SIDE, hoy AFI. Visitó al menos 6 veces la AFI durante el gobierno de Macri y estuvo con Gustavo Arribas y Silvia Majdalani. Las visitas coincidieron con su concurso para jueza.
La Federal y la política.
El rol de la Policía Federal también coincide en los dos encubrimientos. En el caso de la AMIA el personaje clave era Jorge “Fino” Palacios. Antes de ser absuelto, Macri lo designó al frente de su nueva Policía Metropolitana. Según contó el propio Macri, fue por recomendación de la CIA y el Mossad, los servicios secretos de Estados Unidos e Israel. En el atentado contra Cristina la Policía Federal tuvo varias irregularidades. Entre ellas, fallas en la custodia del celular de Sabag Montiel, demora en la escucha al celular de Uliarte y su intento de fuga, finalmente abortado.
La negativa a seguir la pista política es otra coincidencia. En el caso AMIA el protegido fue Carlos Corach. No fue Galeano, sino Claudio Bonadio, quien tomó el caso AMIA tras el apartamiento del primero. Y tuvo el expediente cajoneado durante 5 años con un objetivo: cuidar a su padrino Corach, que lo colocó en el juzgado 11 de Comodoro Py. Era uno de los jueces de la servilleta.
Ahora Capuchetti, apenas aparece una pista que apunta a Gerardo Milman, el ex número 2 del Ministerio de Seguridad bajo la gestión Patricia Bullrich, no quiere investigar. Tardó semanas en citar a testimonial a las asesoras que estaban con el diputado del PRO cuando un testigo lo escuchó decir que cuando mataran a Cristina estaría camino a la Costa; las asesoras le mintieron pero aún así se negó a secuestrarles los celulares; no llamó a Milman a declarar; e incluso los abogados de Cristina revelaron que les mintió ya que les dijo que ni Milman ni sus asesoras aparecían en los videos de seguridad que apuntaban al bar donde se reunieron. “Cuando llegaron las grabaciones de las cámaras, la jueza nos dijo (informalmente) que no había registro de Milman en las grabaciones. Entonces, nos pusimos a ver varias horas de video y, sin ser investigadores, sino simples abogados, ¡oh, sorpresa!, identificamos a Gerardo Milman, tarea ciclópea que fue demasiado para el juzgado que decidió asumir la instrucción”, escribieron José Manuel Ubeira y Marcos Aldazábal.
Operaciones mediáticas.
En el escrito donde recusan a Capuchetti los abogados de CFK marcan una operación con el diario La Nación y denuncian una reunión de la jueza con Ricardo Roa, el número 2 de Clarín. La historia se repite: mientras el juez Galeano tuvo a su cargo la investigación por el atentado a la AMIA había periodistas (aún en actividad) que no solo hacían base en su juzgado, sino que coordinaban con él la cobertura y el direccionamiento mediático del caso.
“La jueza Capuchetti recibió ‘consejos’ o más bien indicaciones, respecto de cómo debía tratar mediáticamente el caso y las posibles líneas de investigación que surjan, luego de una reunión de colegas del fuero y camaristas de su propia alzada. Fruto de ello, le habría sido gestionada una reunión con el editor del diario Clarín Ricardo Roa a la cual la jueza concurrió acompañada”, detalló Cristina en su recusación a Capuchetti. No es la primera vez que Roa aparece en este tipo de operaciones, el espía ilegal Marcelo D’Alessio se refería a Roa como su “nuevo amigo” por el, valga la redundancia, amigable tratamiento que le dispensaba en sus editoriales y el operador judicial (hoy prófugo) Fabián “Pepín” Rodríguez Simón lo llamó 182 veces en momentos clave de diversas causas judiciales armadas durante el gobierno de Mauricio Macri.
El encubrimiento como método. Otra vez. (Extractado de El Destape).
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