Factura simbólica no solo en Salud
En estos días se ha puesto a consideración del debate público una idea que ha comenzado a tomar cuerpo en no pocos países y que se ha dado en denominar “factura simbólica”. Se trata de una medida informativa en estos tiempos de renovado neoliberalismo y auge global de la ultraderecha que quiere hacerle creer a la población que todo sería mejor con menos Estado o, directamente, sin Estado.
Este dislate histórico de negar el rol de Estado lo enarbolan en nuestro país los llamados libertarios, una runfla de negociantes financieros con conexiones transnacionales para quienes la idea de Nación, independencia, soberanía, etcétera, son sólo estorbos en su afán de hacer diferencias astronómicas sin producir ni comerciar, solo moviendo sus capitales de un lado a otro, eso sí, con información privilegiada.
Su prédica ha tomado cuerpo luego de la enorme conmoción que significó para millones de personas en todo el mundo la pandemia de Covid 19 y las limitaciones a la movilidad que la humanidad se vio impelida a aceptar para enfrentar la propagación del virus.
El papel central que los estados tuvieron en la contención de esa plaga que amenazaba con matar a uno de cada cinco habitantes fue decisivo para contener el avance del Covid y, si finalmente se contuvo, fue porque esos estados tomaron medidas de emergencia y se hicieron cargo de la vacunación gratuita.
Pero las limitaciones a la movilidad tuvieron como resultado no querido que una parte de la población, no necesariamente mayoritaria pero si decisiva en definir elecciones, prestara oídos a la interesada prédica neoliberal de tercera generación que le adjudicó a esas limitaciones y a esa vacunación obligatoria el mote de un avance inadmisible sobre su libertad personal y su ámbito personal de decisiones.
Surgieron así los “antivacunas” y los “libertarios” de ultraderecha, negando el rol del Estado en salvarlos de la pandemia y reaccionando aún en contra de su propio bienestar.
Hoy en la Argentina esos votantes pertenecen en su enorme mayoría al numeroso contingente que, luego de la crisis del 2001-2002, se benefició con las políticas keynesianas que permitieron una salida económica a la debacle que el neoliberalismo menemista-delarruísta con sus cuerpos técnicos que hoy reaparecen con el mileísmo.
Por eso, la idea de la factura simbólica que en La Pampa se estudia aplicar en Salud para que la población tome conciencia del rol de Estado en el bienestar de cada uno que concurra a los servicios sanitarios públicos, debería estudiarse también para concientizar a ese enorme contingente que, así como antes negaba el papel del Estado y se vacunó gratuitamente en la pandemia, hoy cree que su ascenso social y económico es solo producto de su trabajo.
La factura simbólica debería mostrarle que fueron las políticas públicas de promoción del crédito para viviendas, de salarios y jubilaciones más altos en dólares de la región, del desarrollo de la infraestructura y de una larga lista de programas que fomentaron el desarrollo de las pymes y la movilidad económica y social, las que, a la par de su esfuerzo, hicieron posible su nueva y más acomodada posición económica.
El caso más emblemático sería la de una plataforma de ventas on line cuyo dueño, fanático partidario libertario y anti-Estado, se fue del país para no pagar impuestos ocultando que todos los años recibe 100 millones de dólares del Estado, es decir, de todos los argentinos a los que su dueño se niega a cumplir con sus obligaciones fiscales. Que luego pida que el Estado frene a sus competidores chinos pinta con precisión la mentalidad de la runfla libertaria que iguala a pobres y ricos en sus contradicciones.
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