Ganó LLA, pero con pocos votantes y menos entusiasmo
El dato que resalta en las elecciones legislativas provinciales es la baja participación, en un país donde el voto es obligatorio. En CABA, el pasado domingo, la abstención fue la más alta desde que el distrito se declaró autónomo en 1996.
IRINA SANTESTEBAN
La baja participación electoral del pasado domingo en la ciudad más rica del país, donde desde hace 18 años gana la derecha del PRO, y que sirvió de trampolín para colocar en la presidencia a Mauricio Macri, no es un dato menor. El promedio de los últimos 29 años, desde que la capital del país pasó a ser “Ciudad Autónoma”, rondaba el 76 por ciento, desde un modesto 69 por ciento (2003) hasta picos del 82 por ciento en 1999, cuando ganó Aníbal Ibarra la jefatura de gobierno.
El porcentaje de votación del pasado domingo fue del 53 por ciento, 22 puntos menos que en la elección de 2023. Estas cifras reducen a su justa expresión lo que el gobierno de Javier Milei y sus medios amigos quieren presentar como una “contundente victoria”. Solo 16 de cada 100 porteños votaron al vocero presidencial Manuel Adorni, y eso está bastante lejos de la contundencia que se pretende mostrar.
No es tarea sencilla definir las motivaciones de ese abstencionismo, pero sí puede afirmarse que hay un marcado desinterés de la población en que los comicios puedan cambiar el rumbo del país. Ese desinterés es negativo en tanto y en cuanto la indiferencia no ha sido nunca una herramienta de cambio, pero es un dato objetivo: una gran parte de la población no vio en los candidatos y candidatas de esta elección una opción que la entusiasmara. También es negativo que quienes sí participaron, se inclinaran más por alternativas de derecha, a pesar que los gobiernos de ese signo político son los que más han perjudicado a los sectores populares.
Resulta todo un desafío entender el triunfo de Adorni en comunas con fuerte presencia de villas urbano-marginales, como sucedió en la Comuna 1, donde se ubica la Villa 31; en la 4 (Flores – Parque Chacabuco), sede de la Villa 1-11-14 y en la 8, sector de Villa Soldati y Villa Riachuelo.
Antes de la elección, en CABA la valoración del gobierno se repartía por mitades en positiva y negativa; resulta evidente entonces que la población que rechaza las políticas de Milei, en su gran mayoría no fue a votar. No optó por la tibia propuesta de Leandro Santoro, que se esmeró por no parecer ni peronista ni kirchnerista; y tampoco por una opción combativa, como la que representa el Frente de Izquierda (FITU), que aunque sacó un modesto 3,16 por ciento, logró una banca en la Legislatura.
No es bueno.
Para los partidos tradicionales y buena parte del llamado “progresismo”, la vida democrática pasa casi exclusivamente por las elecciones. Cada dos o cuatro años se renuevan funcionarios, desde el presidente y gobernadores hasta los cargos legislativos en provincias, ciudades o comunas de todo el territorio.
Sin embargo, hay otro dato a tener en cuenta, que marca el termómetro político de un país, y que debe ser considerado para no caer en simples análisis electoralistas, sin sustento social: qué siente y padece realmente la gente común, el pueblo trabajador.
La situación de los jubilados, con haberes miserables; de la clase trabajadora, con despidos, suspensiones y bajos salarios; de las mujeres y diversidades, que han sido despojadas de programas que atendían la violencia machista y las desigualdades de género en diversos aspectos; de la ciudadanía que sufre los tarifazos; de los pequeños comerciantes que cierran sus puertas ante la recesión; etcétera, no va a mejorar luego del triunfo del candidato Adorni. Al contrario, el mega ajuste se va a profundizar, porque así lo está exigiendo el Fondo Monetario Internacional, luego del préstamo acordado en abril pasado, que profundiza a límites insostenibles el endeudamiento y la dependencia de nuestro país, respecto de ese organismo y de su principal socio, los EE.UU.
El gran perdedor.
Si hay algo bueno en estas elecciones porteñas, es la aplastante derrota del PRO, el partido de Macri y la derecha; ni siquiera juntando sus votos con los de Horacio Rodríguez Larreta, lograban empardar al ganador. Claro que no puede alegrarnos esa derrota porque quien ganó es un espacio más corrido a la derecha, más ajustador, más represor y que lisa y llanamente puede ser calificado como fascista. Sus posiciones claramente alineadas con el imperialismo norteamericano y el sionismo genocida de Netanyahu, así lo demuestran.
El mapa electoral expulsó al PRO de su otrora bastión, pues no ganó en ninguna de las comunas porteñas, ni siquiera en los barrios donde tenía un electorado fiel. Mientras en 2023 había ganado en 13 de las 15 comunas, el domingo pasado no pudo retener ninguna. En nueve ganó Adorni y en las restantes seis, se impuso Santoro. Ningún casillero amarillo quedó esta vez.
La izquierda.
Para la izquierda tampoco fueron buenos los números, ya que obtuvo un modesto 3,16 por ciento. Con un discurso muy ligado a los conflictos sociales y con consignas a favor de las jubilaciones, la moratoria previsional, el derecho a la vivienda, etc.; el FITU pudo ingresar una legisladora y ubicarse como la quinta fuerza en la ciudad de Buenos Aires, por detrás de Rodríguez Larreta.
Sin grandes recursos, bastante ninguneados en los medios, resulta positivo que una militante como la actual diputada nacional Vanina Biasi, acceda a la Legislatura porteña, máxime cuando ha sido demonizada y perseguida por sus justas posiciones a favor de la causa palestina, en una campaña motorizada por el lobby sionista en nuestro país.
Y respecto a quienes se dicen progresistas, es bueno recordar que entre el grupo de Diputados que apoyan a Israel en Argentina, figuran Leandro Santoro y varios diputados de Unión por la Patria, además de los legisladores del centro y la derecha. Habría que preguntarles qué opinan del genocidio que ya se ha cobrado la vida 53.475 personas de la población civil, infancias incluidas. Resulta indignante que se persiga a Biasi quien es solidaria con el pueblo palestino, mientras diputados que se pretenden democráticos, apoyan al país que está bombardeando centros médicos y hospitales, viviendas, escuelas y universidades, mientras bloquea el ingreso de asistencia alimentaria en Gaza generando una hambruna generalizada. Joyitas de la democracia.
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