Lunes 05 de mayo 2025

La diplomacia no es para cualquiera

Redacción 06/03/2025 - 00.14.hs

La diplomacia argentina, que en la actual gestión sólo sabe responder ciegamente a las directivas de Washington, quedó totalmente desubicada y debió recular con bastante poca elegancia.

 

JOSE ALBARRACIN

 

A diferencia de nuestros vecinos transandinos, que pueden presumir de acumular dos premios Nobel de Literatura, Argentina -pese a haber contado con enormes talentos en ese área- nunca consiguió ese galardón. Donde sí podemos pavonearnos de tener dos premios Nobel es en el área de la diplomacia, lo cual no es poco decir para un país francamente periférico como el nuestro, que además tiene fama de mal pagador de sus deudas. Evidentemente, nuestra secular tradición pacifista -sólo interrumpida por un gobierno de facto en 1982- y la buena formación de nuestros embajadores, constituyen una tradición a la que conviene honrar, sea cual fuere el gobierno de turno.

 

Papelón.

 

Esta reflexión viene a cuento de la seguidilla de papelones internacionales con los que nos viene avergonzando la actual administración nacional, que en parte por sus anteojeras ideológicas, pero sobre todo, por su ignorancia y su impericia, está causando serios daños en nuestras relaciones internacionales.

 

El caso más reciente -la frutilla del postre- acaba de ocurrir el pasado 24 de febrero, cuando la delegación argentina ante Naciones Unidas decidió abstenerse en una votación donde se procuraba exigir la retirada de las tropas rusas en Ucrania. El detalle hubiera pasado desapercibido, si no fuera porque el presidente ucraniano Volodimir Zelenski asistió a la asunción del actual presidente argentino, y éste a su vez participó en junio del año pasado, en Ginebra, de una "Cumbre Global por la Paz de Ucrania", donde expresó su "máximo apoyo al pueblo ucraniano y a nuestro amigo el presidente Zelenski". Y no sólo eso: en enero de 2025, hace escasas semanas, Milei y Zelenski volvieron a encontrarse en Davos, y las fotos de su amistoso encuentro estuvieron exhibidas en el sitio oficial de internet del gobierno argentino, hasta que fueron retiradas esta semana.

 

La votación en la ONU se aprobó por 93 votos a favor, en tanto 18 países votaron en contra, y otros 65 se abstuvieron. Lo curioso es que, entre los que votaron en contra, además de Rusia, y sus aliados habituales como Corea del Norte y Nicaragua, esta vez estaba también el voto de los EEUU.

 

Trump.

 

Como es público y notorio, la alineación argentina con los intereses ucranianos tenía directa relación con la postura del gobierno norteamericano hasta enero pasado, en que un cambio en la Casa Blanca derivó en un giro de 180° en el apoyo de EEUU al esfuerzo bélico de Kiev.

 

La diplomacia argentina, que en la actual gestión sólo sabe responder ciegamente a las directivas de Washington, quedó totalmente desubicada, y debió recular con bastante poca elegancia. Algo que pudiera haberse evitado si se hubiera seguido la tradición diplomática argentina, que aconsejaba mantener el principio de defensa de la soberanía -rechazando la invasión rusa- pero evitando involucrarse en un conflicto que nos resulta ajeno, donde no tenemos nada para ganar, y donde, además, uno de los involucrados -Rusia- es un país con el que mantenemos un razonable comercio y al que le debemos una asistencia crucial durante la pandemia, hace escasos años.

 

Es el interés de Argentina lo que debería orientar en todo momento nuestros esfuerzos diplomáticos. Un criterio que aparece ausente en la actual administración, que confunde los intereses personales (e ideológicos) del presidente con los de la Nación, y de ahí que prácticamente todos sus viajes al exterior -pagados por el erario público- tengan relación con eventos de la ultraderecha internacional.

 

Torpe.

 

Es interesante advertir que en la ONU nuestro voto de abstención estuvo acompañado por países como Brasil, China, India y Sudáfrica, esto es, los integrantes del grupo Brics. Y vale la pena recordar aquí que ni bien asumido el actual gobierno nacional, una de sus primeras torpezas fue rechazar el ingreso a ese grupo económico, oportunidad única que venía siendo trabajada desde hace años.

 

Entonces, la canciller hoy eyectada fingió ignorancia afirmando que no advertía ventaja alguna en pasar a formar parte de ese grupo, que incluye a nuestros principales socios comerciales, que hubiera brindado enormes oportunidades en materia de inversiones en infraestructura y asistencia financiera, y -por sobre todo- que nos hubiera permitido canalizar la mayor parte de nuestro comercio internacional sin la necesidad de emplear dólares norteamericanos, el bien más escaso en nuestra economía.

 

Es grande la tentación de olvidar el fugaz paso de esa torpe funcionaria, que accedió al cargo no por sus antecedentes ni formación, sino por su contribución económica a la campaña del gobierno entrante. ¿Hay mejor ejemplo de su estupidez que el episodio en que se permitió ensayar un chiste racista contra los chinos, en momentos en que el país necesitaba imperiosamente renovar el préstamo -denominado SWAP- que sostiene las reservas de nuestro Banco Central?

 

Y hablando de China, el actual mandatario también ha intentado un giro en su postura inicial hacia esa potencia, a la que denostaba por "comunista" -algo que ni EEUU se molesta ya en hacer- y aseguraba que el gobierno no tenía nada que hacer en el frondoso comercio que mantiene nuestro país con ese destino, que para él era "una cuestión de privados".

 

Ahora el presidente dice que China lo ha "sorprendido gratamente" ya que, a diferencia del FMI, ofrece asistencia financiera sin inmiscuirse en el manejo interno de la política económica. Un dato que estaba a la vista de cualquiera que se hubiera molestado en buscarlo. Tal es el grado de preparación que ostentan estos improvisados.

 

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