La invasión a Polonia

La cifra de 7.500 % de inflación anual puede parecer asombrosa, pero debemos reconocer que es apenas la mitad de la estimación que dio el propio Milei en su primer discurso.

 

SEBASTIAN FERNANDEZ *

 

Imaginemos que, durante su gobierno, CFK hubiese sido objeto de una denuncia grave a partir de un rumor. En realidad, no hace falta mucha imaginación, alcanza con recordar causas judiciales como la de traición a la Patria, armada a partir del acuerdo con Irán votado por el Congreso, o la operación Dólar Futuro, referida a un instrumento financiero utilizado por todos los gobiernos.

 

El funcionamiento de la denuncia en cuestión sería sencillo: un periodista serio o un escritor independiente alertaría a la opinión pública sobre un proyecto tan inminente como atroz: según varias fuentes cercanas, CFK planearía invadir Polonia. El obstinado silencio que la Presidenta mantendría sobre el tema sería un indicio fuerte de la veracidad del rumor. El periodista o el escritor se declararía azorado frente a un plan tan descabellado, mientras la noticia sería retomada con premura por colegas serios de otros medios igualmente serios, a través del eficaz Nado Sincronizado Independiente (NSI), un sistema que permite que muchos periodistas independientes lleguen a las mismas conclusiones que los accionistas de sus medios, pero de forma independiente.

 

La indignación desplazaría rápidamente al asombro. “¿Cómo puede ser que la Argentina deje de lado su histórico rechazo al intervencionismo militar y pretenda anexar un país aliado?” se preguntaría, con rictus republicano, una conocida presentadora televisiva. En otra señal, un periodista entrevistaría a una descendiente de polacos que, llorando, se preguntaría cómo nuestro país pasó de recibir con generosidad a sus abuelos a buscar invadir la tierra de sus ancestros. “¿Sabe quién invadió Polonia? Sí, Hitler” afirmaría un taxista a su pasajero, mientras desde la radio el locutor de un conocido programa vespertino presentaría encuestas de consultoras independientes que ilustrarían el rechazo de la ciudadanía al polémico proyecto presidencial. “Y claro, la gente no come vidrio” acotaría el pasajero.

 

Preocupados, varios funcionarios de la Casa de Gobierno aconsejarían a CFK que desmienta la noticia para intentar frenar los cacerolazos espontáneos convocados por la prensa a través de las redes sociales. Otros propondrían que el ministerio de Relaciones Exteriores inaugure una docena de consulados nuevos en Polonia, para demostrar con hechos contundentes la inexistencia del tan mentado proyecto bélico. Pero, por soberbia o encono, CFK no tendría en cuenta sus súplicas.

 

Al final, cuando la invasión a Polonia nunca ocurra, los periodistas y ciudadanos indignados que la habían presentado como inminente se vanagloriarían por haber conseguido frenarla. “No es solo una victoria de los medios: es un triunfo de la democracia” afirmaría al unísono un grupo de diputados opositores -miembros fundadores del colectivo Todos somos Polonia- rodeados de una multitud en el Obelisco. Marcha que, asombrosamente, no generaría el habitual encono mediático hacia los cortes de calle.

 

Al prescindir de la realidad, el paradigma de la Invasión a Polonia es una herramienta muy útil a la hora de festejar logros tan notables como imaginarios. Veamos sino, su aplicación por parte de la administración Milei.

 

Inflación.

 

Hace unos días, el Indec informó que los precios al consumidor (IPC) aumentaron 25,5% en diciembre respecto de noviembre. Pese a que se trata del índice más alto desde la salida de la hiperinflación en febrero de 1991, el oficialismo saludó la cifra como un éxito rotundo de Luis Caputo, el incombustible Toto de la Champions.

 

En efecto, así como el aumento de 12,8% de noviembre probaba la impericia del gobierno de Alberto Fernández y de su ministro de Economía, Sergio Massa, la suba del 25,5% de diciembre demuestra la habilidad de Javier Milei y las fuerzas del cielo. Al parecer, las subas de 32,2% en Bienes y Servicios, de 32,6% Salud y de 31,7% en Transporte no tendrían relación alguna con el “sinceramiento” de precios impulsado con bombos y platillos por el gobierno. Nótese que así como sincerar precios implica aumentarlos, sincerar salarios supone reducirlos.

 

Con su estilo inimitable, la tapa de Clarín explicó: “El ciclo K terminó con la inflación más alta del mundo”. Ocurre que así como la responsabilidad de Mauricio Macri concluyó el 11 de agosto del 2019, luego de las PASO, y todo lo que vino después fue responsabilidad de Alberto Fernández; lo que ocurra luego del 10 de diciembre del 2023 también es responsabilidad de Fernández, cuyo período presidencial se expande como el precio de los alimentos. Javier Lanari, periodista independiente devenido en subsecretario de Prensa del gobierno, fue un poco más allá y escribió en su cuenta de X: “El 10D la Argentina volaba a una hiperinflación del 7.500% anual. En un mes se logró aplacar la expectativa de manera notable. El 25% mensual es durísimo. Pero podría haber sido mucho peor si no se frenaba la inercia...”

 

En andas.

 

La cifra de 7.500% de inflación anual puede parecer asombrosa, pero debemos reconocer que es apenas la mitad de la estimación que dio el propio Milei en su primer discurso como Presidente: “Nos dejaron una inflación del 15.000% anual”. Quien sabe, tal vez las fuerzas del cielo y el fantasma de Conan hayan logrado bajar la inflación de 15 mil a 7.500 % anual y luego, el Toto de la Champions la redujo a un escaso 25,5 % mensual. Hace unos días, exultante, el Presidente había afirmado: “Si (el índice de inflación de diciembre) es del 30% tienen que sacarlo a pasear en andas a Caputo”. Bueno, algo así ocurrió en 2018: el entonces titular del Banco Central fue sacado a pasear, aunque no exactamente en andas.

 

En todo caso, así como la ciudadanía logró frenar la invasión a Polonia tramada por CFK, Javier Milei consiguió reducir la inflación al doble. Asombros de una época asombrosa. (*elcohetealaluna.com)