Lunes 15 de abril 2024

La obscena búsqueda

Redacción 21/06/2022 - 08.57.hs

El suicidio del fiscal Nisman fue dado vuelta del derecho y del revés, se caratuló de mil modos, se incriminó a Dios y al Diablo. La colosal maquinaria mediática, desatada, condenó al kirchnerismo y a su jefa sin la correlación imprescindible de rigurosidad. En diversos círculos políticos aún refieren el episodio como una operación concluyente para la victoria macrista del 2015.

 

Entre la muerte del fiscal y la elección que envió a las cloacas a las clases populares pasaron 180 días. Faltan más del doble para el voto 2023. La oposición mantiene la misma lógica, iguales instrumentos. Pero está más avezada y más ansioso. No sea cosa que el gobierno atine a reaccionar.

 

No descubriremos aquí el efecto devastador del machacar desembozado de los medios. CFK viene de ironizar que no logra entender lo que persiguen con el bombardeo mediático. Sí, lo sabe: lo sufre en carne propia como nadie, aunque tenga el cuero curtido y un bagaje intelectual impar para combatirlo.

 

Sí, lo sabe: son brutales. Lo es el comunicador-operador que convocó a un golpe de Estado parlamentario: no se alzó ninguna voz opositora, porque en buena medida propugna lo mismo. Espanta su reacción con el avión venezolano que en su pasado fue iraní, y por tanto tenía ambas tripulaciones, que fue investigado, allanado, husmeado, examinado hasta el borde de la ley, y nada. No hay relación con la feroz andanada de insultos, enigmas, mentiras, acusaciones de terrorismo y convivencias, oscuridades diversas. Todas falsas. Un modelo de fake news.

 

Ellos, sus medios cómplices, el poder real concentrado al que representan, acusan de dictaduras a gobiernos populares: son duchos en esa temática por estar manchados de complicidad con las siniestras dictaduras argentinas.

 

Tiran con munición letal. En los flancos que generan o que le abre el gobierno. Fomentan corridas cambiarias con hedor a golpe de mercado. Festejan impúdicas remarcaciones de precios. Estallan de incriminaciones por la cuestión del gasoducto. Se regodean en la actitud de Kulfas. Maniqueos adiestrados apuntan a piqueteros y estallan porque no pueden circular con sus 4×4 por la 9 de julio. Prohíben lo inclusivo porque se regocijan con lo exclusivo. Cada dos por tres se la agarran con los mapuches. Deslizan que el avión llegó, justo, cuando CFK ejercía la presidencia y AF defendía a "las dictaduras", con el mismo desparpajo con que en otro tiempo se animaron a decir que comer de la basura no era tan malo.

 

Sangre a sangre, verso a verso, golpe a golpe.

 

La respuesta no debe, nopuede ser tibia, salvo que ya se arroje el 2023 por el ventanal. No queda tiempo para titubear. Está afectado el futuro del gobierno nacional y popular. Se admite la necesidad de acordar con el FMI, pero si no se acuerda con las clases populares, se le da la razón a Ricardo Rouvier que sostiene que el peronismo está desapareciendo. El crecimiento macroeconómico es una gran noticia, ¿pero vamos hacia un país próspero con un pueblo pobre, que debe prenderle velas al derrame y que en la puja distributiva no siempre perdamos los mismos por goleada? Un pueblo que sigue aguardando, entre tantas cosas, la reforma judicial, la fiscal, la ley de medios, los Vicentin. En fin, atreverse a las cosas que se pueden y a las que no. Si, total, nos odian de cualquier modo.

 

El pueblo que suplica que se acabe al internismo y recordó que hace 67 años hubo un bombardeo terrorista a la Plaza de Mayo, que en una semana recordará que Kosteki y Santillán fueron fusilados hace dos décadas, que a toda hora recuerda que Milagros lleva 2346 días presa.

 

A todo esto: ¿será mucho pretender que el gobierno central tampoco deje sola a CFK en su repudio por el trato salvaje, la tortura y la censura a Julián Assange? No se trata de una defensa corporativa, que nunca estará de más. Sí de una denuncia sobre otra muestra guaranga de la hipocresía del imperio. (Por Ricardo Gotta / Tiempo Argentino)

 

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