Jueves 28 de marzo 2024

La transferencia de riqueza más grande de la historia

Redacción 18/05/2023 - 11.36.hs

La muerte inminente de toda una generación estadounidense y la transmisión de sus bienes en favor de sus herederos generará un incremento dramático en la desigualdad económica, con el consiguiente saldo de inestabilidad política.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Un artículo reciente en el New York Times echa luz sobre un fenómeno que está ocurriendo en este preciso momento en EEUU, cuyas consecuencias futuras en materia de vivienda, educación, salud pública, en los mercados financieros y laborales y en la política en general, tendrán un impacto inmenso. No se trata de un hecho extraordinario ni imprevisible, sino de la situación más natural del mundo: la muerte inminente de toda una generación (los así llamados "baby boomers") y la transmisión de sus bienes en favor de sus herederos. ¿Cuál será el efecto inmediato del fenómeno? Un incremento dramático en la desigualdad económica, en detrimento de las minorías étnicas, con el consiguiente saldo de inestabilidad económica y política.

 

Boom.

 

Se considera miembros de la generación "boom" a las personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión demográfica que se vivió tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y la superación de la "gran depresión" de los años '30 del siglo pasado. Los más jóvenes de esa generación están por cumplir 60 años, en tanto los más veteranos que quedan se encaminan a los 80.

 

Estos así llamados "boomers" (un término que hoy se aplica en forma jovialmente despectiva, para designar a la gente vieja y su visión anticuada del mundo) son unos 73 millones de personas que concentran una riqueza de unos 84 billones de dólares, los cuales en los próximos años serán transferidos a los más jóvenes, como la "generación X" (nacidos entre 1965 y 1980) o los "millenials" (nacidos después de 1980).

 

Pero de ese universo, el 10% más rico concentrará la mayor parte de esa torta, en particular, el 1% del tope -predominantemente blanco- cuyo patrimonio equivale al que posee hoy el 90% en la base de la pirámide. La razón para esta desigualdad es la forma en que los "boomers" de distintos estratos sociales y etnias se beneficiaron con el crecimiento de los precios de inmuebles y activos financieros. Mientras en los últimos 50 años (desde 1983) el precio de las casas subió un 500%, las acciones subieron alrededor de un 2.800%.

 

Esto hace que las actuales generaciones tengan mucha más dificultad para acceder, por ejemplo, a una casa propia. Pero esa dificultad se incrementa aún más según la etnia, ya que tradicionalmente existe una notoria discriminación que impide a los negros -especialmente- acceder a la propiedad inmueble y a la información financiera y bancaria que les permita operar en ese mercado.

 

Impuestos.

 

Por si este inminente ensanchamiento del abismo económico entre ricos y pobres no fuera bastante preocupante, más aún lo es la situación impositiva, ya que muchos de estos herederos ricos no deberán pagar ni un centavo de impuestos por ese ingreso fenomenal. De acuerdo a las actuales leyes impositivas norteamericanas, una persona puede transmitir a sus herederos hasta 13 millones de dólares libres de impuestos a la sucesión (si es un matrimonio, el límite se duplica hasta 26 millones). Mientras tanto, trabajadores que no llegan a ganar cien mil dólares por año deben pagar impuestos por esos ingresos, y también impuestos inmobiliarios si tienen la suerte de poseer una vivienda.

 

Esto es producto de décadas de políticas neoliberales, impulsadas principalmente por los gobiernos republicanos, tendientes a eximir a los millonarios de los impuestos que paga el resto de los mortales. Y, por cierto, una modificación del código impositivo que establezca unos impuestos más razonables a la herencia, todavía no está en la agenda del gobierno de Biden.

 

A este paso, se estima que en no mucho tiempo, trabajadores con empleos registrados y oficiales, pertenecientes a la supuesta clase media, tendrán dificultades para acceder a un mínimo estándar de vida, que les garantice el acceso a una casa, al cuidado de su salud, la crianza de sus hijos y un mínimo derecho al esparcimiento. Fenómeno que, por cierto, en Argentina ya es una realidad.

 

Picketty.

 

Resulta llamativo que un periódico del sistema con el New York Times se embarque en un proyecto editorial que tiene más de historia económica que de periodismo, y que se encuentra más a tono con las investigaciones del famoso economista francés Thomas Picketty, quien desde la publicación de "El capital en el siglo XXI" viene alertando al mundo sobre el peligro que representa la creciente desigualdad económica.

 

Desde luego, estas revelaciones -con lo incómodas que puedan resultar para los millonarios beneficiados- no llegan a insinuar una crítica al capitalismo como tal. De hecho, la acumulación excesiva de riqueza conspira contra el capitalismo, ya que distorsiona la competencia de los mercados y -acaso más grave aún- provoca la disminución del consumo por la pauperización de amplios sectores sociales.

 

No hay que confundir el capitalismo con la propiedad privada, derecho individual que también existía en la Alemania nazi o la Italia fascista. Es el error que acaba de cometer -nada menos- un juez de la Corte Suprema argentina, al afirmar que la Constitución Nacional consagra el sistema capitalista, y que para abolirlo habría que reformar la carta magna. Lo que está constitucionalmente protegido es la propiedad privada.

 

Expeler una burrada semejante le hubiera valido un aplazo en la universidad. Pero, como el auditorio ante el que la profirió no tiene inquietudes académicas, sino sólo interés en acceder a los favores económicos que la judicatura argentina les garantiza, aquí no ha pasado nada.

 

JOSÉ ALBARRACÍN

 

FOTO: EL ECONOMISTA FRANCES TOMAS PICKETTY (INFOBAE).

 

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