Viernes 30 de mayo 2025

Las prostitutas heroicas de la Patagonia Rebelde

Redacción 12/02/2022 - 02.05.hs

Existen en nuestra historia algunos temas sobre los que la historiografía nacional está en deuda, especialmente la de carácter oficialista, cualquiera que sea su orientación. Así el bombardeo sobre Plaza de Mayo, la Semana Trágica, los vuelos de la muerte... Y los fusilamientos en la Patagonia, cuando la huelga de esquiladores de 1921.

 

Esos hechos de violencia tocan de muy cerca a algunas instituciones y también a miembros de la oligarquía nacional, que prefieren minimizarlos o ignorarlos. Cada uno de ellos tiene una trama interna muy elocuente y aspectos que asombran e indignan. De uno de los más notables de ellos se cumple un siglo en los próximos días: cuando las mal llamadas "pupilas" del prostíbulo de San Julián se negaran a atender a miembros del Ejército que acababan de fusilar a alrededor de un millar y medio de peones por el simple hecho de reclamar mejores condiciones de trabajo y vida ejerciendo el derecho de huelga. ¿Cuáles eran esos reclamos? "Cien pesos por mes de salario, que las instrucciones del botiquín de remedios no estuvieran en inglés y que se les entregara un paquete de velas por mes para poder alumbrarse a la noche. Todo esto, y otras cosas por el estilo, estaba escrito en un convenio firmado un año antes por un representante del mismo gobierno que ahora los mandaba matar".

 

Tenidas por meros objetos sexuales, engañadas las extranjeras con una falsa prosperidad americana, despreciadas, prácticamente esclavas de un negocio infame que la sociedad se negaba a ver, las prostitutas fueron de las pocas que se animaron a reclamar contra aquel asesinato en masa. Lo hicieron de la única forma que podían: negando sus cuerpos a los matadores. El hecho está documentado en un expediente y de los testimonios recogidos surge la respuesta dada al requerimiento: "¡Nunca nos acostaremos con asesinos!".

 

Apuntaron a lo que sabían y habían sido brazos ejecutores, pero la culpa, por cierto, estaba más arriba, llegaba acaso hasta el presidente Yrigoyen, con cuyo consentimiento dijo haber actuado el coronel Varela, jefe de las tropas fusiladoras.

 

Ellas fueron "los únicos seres que tuvieron la valentía de calificar de asesinos a los autores de la matanza de obreros más sangrienta de nuestra historia", según las palabras de Osvaldo Bayer.

 

La masacre de la Patagonia ha sido difundida por Bayer a través de su obra "Los vengadores de la Patagonia trágica" (título alusivo a un libro que registra anteriores hechos de violencia en la región) y la notable película cinematográfica que realizara Héctor Olivera, sobre la que tantas controversias hubiera en su momento.

 

Si todavía hoy la tierra patagónica es teatro de gestos de extranjeros que obran como si fuera terreno propio, humillando a los argentinos, bien puede imaginarse lo que sería aquella tierra un siglo atrás, cuando era considerada muy poco menos que un protectorado inglés, con enormes extensiones en manos foráneas.

 

La represión a manos del Ejército fue terrible: unos 1.500 obreros fueron fusilados, como para que no olvidaran la lección. Ni siquiera se visitaban las tumbas por temor a una posible inclusión entre los "rebeldes".

 

Qué paradoja: la lección la dieron aquellas pobres mujeres del prostíbulo de San Julián, las únicas en alzar sus voces en el lugar y el momento debidos.

 

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