Miércoles 24 de abril 2024

Luna de Villa Santillán

Redacción 26/02/2023 - 11.52.hs

Dicen que Juan José Campanella se inspiró en la historia de Juventud Unida de Lavallol para contar la historia del resurgimiento de un club de barrio, tras la crisis del 2001. Pero resulta que muchos años después, acá cerca, a la vuelta de la esquina, la realidad superó a la ficción con la recuperación del Club San Martín.

 

Para quienes no saben o no recuerdan, en "Luna de Avellaneda" se muestra la realidad de una entidad barrial, en plena crisis económica argentina -¿cuándo no?- que va quedando cada vez más aquejada por las deudas. En ese punto, aparecen los "salvadores" que no son más que aquellos que enmascaran su objetivo de rescate con un gran negocio inmobiliario por detrás. La trama muestra la lucha entre esos poderosos que prometen trabajo y progreso a cambio de propiedades, y quienes están convencidos que por encima de esa mentira capitalista está la defensa de un club, como legado histórico y como sitio de contención deportiva y cultural de una comunidad.

 

¿Esa trama cinematográfica suena parecida a lo ocurrido en Santa Rosa con el club San Martín? Bastante. Si hasta pareció un guiño del destino que la reinauguración en pleno corazón de la Villa Santillán se hiciera en horario nocturno, iluminada por una luna muy parecida a la que engalanaba las veladas carnestolendas de Avellaneda que se muestran en la película.

 

"Luna de Avellaneda" también tiene otra ligazón con una historia de recuperación para Santa Rosa. Porque vale recordar que cuando se estrenó, en el Don Bosco, el rescate de esa sala simbolizaba la lucha por volver a tener cine en la ciudad.

 

La capital pampeana venía de años sin proyecciones, luego de que las instalaciones se fueran perdiendo a manos de shoppings, templos evangélicos y otros emprendimientos que garantizaran mayores regalías por metro cuadrado, rifando patrimonio y cultura a manos del "Dios Dinero". Pero a fuerza de ganas y sueños, la vuelta del cine al Don Bosco permitió demostrar que esa sana costumbre arraigada en el pueblo no había muerto y que no había que andar culpando ni a la televisión, ni al videoclub, ni al DVD, ni al cable, ni al streaming. Y la realidad demostró con el tiempo que Santa Rosa tiene público para tener una sala como la del Milenium, digna de una capital de provincia.

 

Historia rescatada.

 

Al igual que en aquel momento, la emotiva noche que se vivió el último miércoles en San Martín trajo un viaje en el tiempo. Porque la historia del club no podía terminar en vaciamiento, negociados y abandono. Y por eso un grupo de socios decidió pelear para poner de vuelta en pie a una entidad que es parte del patrimonio deportivo y cultural de la ciudad.

 

Basta con recordar los testimonios de quienes estuvieron en esa asamblea fundacional realizada en la vieja Escuela 180, en la que se decidió por votación el nombre que llevaría el club del barrio. Era por la memoria de aquellos soñadores de 1949 que San Martín merecía recuperar sus bienes, sus instalaciones y su vida social. Y también por quienes lo llevaron a lo más alto, con esa orgullosa estrella que lucen en sus camisetas por el campeonato local logrado en 1989. Ahora deberán buscar una forma de recordar por siempre esta fecha, la de la refundación del 22 de febrero, que debería contar como una estrella más.

 

Final feliz.

 

Como si la historia ya estuviera escrita, como si hubiera que seguir un guión cinematográfico y aún superarlo, la realidad terminó superando a la ficción.

 

"La realidad me demostró que puedo vivir sin luz, sin gas, sin teléfono y sin cable, pero no puedo vivir sin dignidad", dice el actor Ricardo Darín en uno de los pasajes más significativos de la película, convencido de su lucha en defensa del club. En el filme, su postura no tiene el éxito esperado, pero aferrado a su viejo carné de socio alberga la esperanza de pensar en la fundación de una nueva entidad.

 

Ahora bien, si algún día al laureado Campanella se le ocurre filmar algo vinculado con esa misma temática, deberá tener en cuenta que lo único que debe hacer es venir a Santa Rosa a reflejar los testimonios de una historia que merece ser contada y que debería llevar por título "Luna de Villa Santillán".

 

Seguramente, los socios que recuperaron a San Martín deben haber tenido pensamientos similares a los del personaje de Darín. Buscaron rescatar al club de las tinieblas y en este caso consiguieron que la historia terminara con un final feliz, para volver a convertirlo en una entidad nuevamente digna para la ciudad. Enhorabuena.

 

DANIEL ESPOSITO

 

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