Lunes 29 de abril 2024

No maten al diplomático

Redacción 11/04/2024 - 00.29.hs

Se observa por estos días la continua violación de las convenciones internacionales en materia de guerra, y últimamente, también, en materia de relaciones diplomáticas pacíficas. El mundo en que vivimos ha pasado a ser un sitio mucho más inseguro y caótico.

 

JOSÉ ALBARRACÍN

 

La proliferación de gobiernos autoritarios de derecha en el mundo no sólo ha provocado un descenso brutal en la calidad de vida de los pueblos involucrados, como el que se observa entre nosotros. También ha llevado al quiebre del orden liberal internacional, dando por resultado un mundo mucho menos pacífico, y con tendencia a la aparición de situaciones caóticas. Se observa por estos días la continua violación de las convenciones internacionales en materia de guerra, y últimamente, también, en materia de relaciones diplomáticas pacíficas. Esto sólo puede obedecer a los intereses de las grandes naciones, que han abandonado la auto-restricción, y han optado por el uso de la fuerza, directo o indirecto, para la defensa de sus intereses.

 

Damasco.

 

Prueba de ello es, por ejemplo, el ataque perpetrado por las fuerzas armadas de Israel contra la embajada de Irán en Damasco, la capital de Siria. El bombardeo realizado por aviones de guerra, de "precisión quirúrgica" -destacan, casi extasiados, los despachos internacionales- provocó la muerte de al menos tres altos jefes militares iraníes.

 

Otros cuatro oficiales se presumen también abatidos en el ataque, aunque no se descarta que las víctimas sean más numerosas, sobre todo si se observa el estado de total colapso que presentaba el edificio tras los ataques.

 

Aún dentro del contexto de "guerra de sombras" que libran Israel e Irán (esta última promueve sin disimulo las actividades de Hamas en Gaza y de Hezbolá en el Líbano), el ataque a una sede diplomática no pudo menos que provocar protestas de parte de los estados afectados.

 

Desde Tel Aviv se intentó justificar la situación aduciendo que el edificio en cuestión carecía de status diplomático, ya que no se trataba de la embajada en sí, sino de un edificio contiguo en el mismo complejo. Cabe recordar que la Convención de Viena de 1961 prevé expresamente la protección, incluso, de las viviendas del personal diplomático, y no sólo de las oficinas de la embajada o los consulados. Un analista pro-Israel en Nueva York llegó incluso a aventurar que la obligación de respetar sedes diplomáticas se reduce a las que se encuentran afincadas en el propio Estado, no en terceros países -como si el hecho de estar atacando militarmente a dos países a la vez no fuera aún más grave.

 

Y como la inacción de los organismos internacionales para poner en vigencia las convenciones internacionales resulta exasperante, lo único que cabe esperar al respecto es alguna respuesta militar, de consecuencias impredecibles.

 

Quito.

 

Un incidente no menos grave tuvo lugar, a los pocos días, cuando policías y militares ecuatorianos invadieron por la fuerza la embajada de México en Quito, procediendo allí al secuestro del ex vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, al cual se le había concedido asilo diplomático. Al momento de escribir estas líneas, Glas se encontraba internado en un hospital, y según algunos reportes, estaría en estado de coma médico.

 

El ataque fue de tal gravedad que el propio personal diplomático mexicano sufrió lesiones de parte de las fuerzas ecuatorianas, incluyendo al propio jefe de la misión diplomática, Roberto Canseco, quien al abandonar el país, en el aeropuerto, portaba un collar ortopédico.

 

El resultado fue la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas de parte de México, y el inicio de gestiones diplomáticas ante la Organización de Estados Americanos, que de momento lo único que ha hecho es expresar su "solidaridad" con los lesionados, y efectuar un "llamado", en lugar de disponer sanciones adecuadas al delito cometido. El presidente mexicano se quejó, también, de las reacciones "ambiguas" que tuvieron al respecto los gobiernos de EEUU y Canadá, tan luego, sus socios comerciales.

 

México tiene una larga tradición de hospitalidad hacia los perseguidos políticos: no parece ocioso recordar aquí que un ex presidente democrático argentino -Héctor J. Cámpora- fue asilado en aquel país tras permanecer años preso durante la última dictadura cívico militar.

 

Ecuador, en cambio, ostenta un muy pobre historial en la materia, particularmente si se tiene en cuenta que fue en la embajada ecuatoriana de Londres donde se encontraba asilado el fundador de Wikileaks, Julian Assange, cuando la asunción de un gobierno de derecha en Quito decidió su entrega a las autoridades británicas que hoy lo mantienen encarcelado.

 

Barbarie.

 

El respeto a las embajadas y a los embajadores no se remonta meramente a 1961, sino que es el producto de una larga evolución, que es la de la civilización humana. Ya los griegos y los romanos observaban estos principios -si bien con excepciones- y consideraban el maltrato a los diplomáticos como una señal de barbarie.

 

En buena medida, puede decirse que las nuevas derechas, y especialmente las extremas, proponen un rechazo a buena parte de los avances de la civilización, entre ellos, el propio Estado, que es el producto de una larga evolución histórica en procura de una vida próspera y pacífica para los propios ciudadanos.

 

La invasión o el ataque a una embajada es una violación de la soberanía de otro Estado, y como tal, un acto de guerra. Si estos actos continúan en la impunidad, no cabe esperar otra cosa que reacciones equivalentes. Con lo que el mundo en que vivimos ha pasado a ser un sitio mucho más inseguro y caótico.

 

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