Otro tembladeral en el sistema financiero de los norteamericanos
Viernes 08 de diciembre 2023

Otro tembladeral en el sistema financiero de los norteamericanos

Redacción 16/03/2023 - 08.03.hs

Sería sensato recordar, una vez más, que el dinero de los bancos, y el dinero del gobierno que corre a salvarlos, es propiedad de los ciudadanos de a pie.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Hace apenas diez días, el CEO del Silicon Valley Bank, Gregory Baker, proclamaba en su habitual estilo fanfarrón, que el futuro de su banco, y de la industria tecnológica con la que siempre había buscado identificarse, eran florecientes. Un llamado privado de la calificadora Moody's, anunciándole que sus tenencias en bonos estaban por transformarse en basura que nadie querría comprar, le cambió el talante y lo hizo entrar en pánico. Hizo un anuncio por las pérdidas sufridas (unos 1.800 millones de dólares) y adelantó planes de recapitalización, pero ya era tarde. Las acciones del banco cayeron un 60%, y los depositantes comenzaron a retirar su dinero a velocidad supersónica. Para el viernes de la semana pasada, el SVB era historia.

 

Quince años.

 

Tres lustros después de la crisis de 2008, comenzaba otro tembladeral en el sistema financiero norteamericano. Para el lunes pasado, otro banco más (el neoyorkino Signature Bank) había cerrado, y el presidente Joe Biden anunciaba un inmediato salvataje, garantizando la devolución de hasta el último dólar depositado en el SVB, incluso por encima de la garantía legal que cubre sólo hasta 250 mil. La inicial caída en la cotización de las acciones bancarias parecía haberse revertido, y la crisis, evitada. Al menos por ahora.

 

Pero una vez más el tesoro (con el dinero de los contribuyentes) tuvo que salir a salvar al sistema financiero. Y no hay ninguna garantía de que esto no vuelva a ocurrir, mañana mismo o en otros quince años.

 

El SVB, aún cuando su propio nombre olía a innovación y creatividad (Silicon Valley es el área de California donde se asienta la mayoría de las grandes compañías tecnológicas como Google, Apple o Meta), en realidad tenía una política de inversiones altamente conservadora, hasta aburrida: casi todo su portfolio estaba constituido por títulos públicos de largo plazo. El problema es que esos títulos, si bien son una inversión muy segura, tradicionalmente pagaban intereses muy bajos. Cuando la Reserva Federal comenzó a subir la tasa de interés para combatir la inflación (que el año pasado llegó a unos inéditos dos dígitos) aquellos títulos antiguos pasaron a tener un valor ridículo, descapitalizando así al banco, que había cometido un error garrafal: poner casi todos sus huevos en la misma canasta.

 

Corrida.

 

Las comparaciones con 2008 están a la orden del día, ya que las corridas bancarias suelen tener, todas, el mismo aspecto de película muda en cámara rápida. Pero el Silicon Valley no tenía, ni de lejos, la envergadura del Lehmann Brothers, y la situación económica general (en particular, la demanda) es hoy bastante distinta.

 

En lo que no se diferencian demasiado es en la conducta licenciosa de sus directivos: Baker y sus muchachos acababan de autoadjudicarse unos jugosos bonos por casi diez millones antes de caer en quiebra, tal como ocurrió en 2008 con los directivos de aquellos bancos fallidos. ¿Volverá a ocurrir, como en aquel entonces, que ese dinero quede en manos de estos inescrupulosos, y sólo los contribuyentes sean los que "se ponen"?

 

Es curioso cómo termina funcionando esto de los salvatajes. Una de las compañías que se beneficiará (tenía depósitos por más de tres mil millones) es "Circle", que se dedica a la emisión, minado y administración de criptomonedas. Precisamente ese sistema que pretende crear dinero con prescindencia del Estado, del que abomina. Gente que había cometido el error de poner todo su dinero real en un mismo banco, y lo que es más agraviante, muchos de ellos abiertos "libertarios" que se la pasaban despotricando contra el gobierno.

 

La situación recuerda vagamente a cierto economista argentino, hoy candidato a presidente de la Nación, de quien se supo que, durante la pandemia, cobraba un sueldo parcialmente subsidiado por el gobierno nacional, con lo cual incurrió en una doble contradicción libertaria: por un lado, prenderse de la teta del Estado, y por el otro, aceptar la ignominia de someterse a una relación de dependencia.

 

Warren.

 

En realidad, lo ocurrido esta semana tiene todo que ver con la anterior administración republicana comandada por Donald Trump. Después de la crisis de 2008, y atendiendo la justa indignación popular, el Congreso había sancionado la ley Dodd-Frank, que básicamente ajustaba los controles sobre los bancos, y establecía medidas de protección a los consumidores. Pero en 2018 esos controles fueron alivianados, en clara consonancia con el ideario republicano, pero en buena medida, también, gracias al lobby del sector financiero -en el que participaba activamente nuestro amigo Gregory Baker- que gastó millones para influir en estos cambios.

 

Como se encargó de señalar en aquel momento la senadora demócrata Elizabeth Warren -ex precandidata presidencial, y experta en derecho de quiebras- la reforma de Trump "les hará más fácil a los bancos ponerse en riesgo, poniendo en riesgo a nuestros votantes, poniendo en riesgo a las familias, sólo para que los CEOs de esos bancos puedan comprarse otro avión o agregarle un piso más a sus ya enormes oficinas".

 

Esa combinación de falta de regulaciones y mala administración sirve para explicar el fenómeno. Demasiados depósitos sin garantía, demasiados títulos a largo plazo que no se podían realizar, demasiada poca liquidez para afrontar cualquier crisis. Probablemente, también, demasiado narcisismo y demasiados consumos problemáticos.

 

Sería sensato recordar, una vez más, que el dinero de los bancos, y el dinero del gobierno que corre a salvarlos, es propiedad de los ciudadanos de a pie, que tienen derecho a que su gobierno los proteja de estos tahúres inescrupulosos. Porque, como el SVB demuestra, ningún banco es demasiado "pequeño" a la hora de generar un alud que se lleve puesto a todo el sistema.

 

FOTO: THE NEW YORK TIMES. 

 

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