Sobre héroes y degenerados
“Sobre héroes y tumbas” es el título de una de las más renombradas novelas de Ernesto Sábato. Es una obra que tiene más de 60 años y pareciera que por estos días el presidente Javier Milei pretende actualizarla con una nueva versión, tras destacar una ratificación de su veto. En este caso, habló de unos 87 héroes que le pusieron freno a los “degenerados fiscales”, en alusión a la votación de diputados nacionales que avaló el veto presidencial contra un aumento para los jubilados.
Un poco de historia.
El mencionado libro de Sábato fue publicado en Buenos Aires en 1961. La obra fue considerada la mejor novela argentina del siglo XX y una de las obras cumbres de habla hispana. Allí el autor expone la historia de los últimos representantes de una familia oligárquica venida a menos, con personajes que viven relaciones atormentadas, incapaces de escapar de un turbio destino, en una atmósfera que asfixia a sus protagonistas. Otra parte de la novela describe a un integrante de una vieja familia argentina, con un texto que se asemeja al diario de un paranoico y que narra los contratiempos que debe afrontar a causa de una secta secreta y peligrosa. Este delirio persecutorio lo lleva a descubrir los enigmas de la existencia y una verdad insoslayable que conduce a la muerte.
Como se verá, puntos de contacto con la realidad de estos días no faltan: familias venidas a menos, turbios destinos, algún personaje paranoico y una mención a las sectas que hace recordar a las invocaciones pidiendo la ayuda de las “fuerzas del cielo”, sumados a delirios persecutorios de variada intensidad.
Y un poco de actualidad.
Resulta que esta semana, una más de estas tan intensas que parecen que tuvieran más que siete días para quienes vivimos en Argentina, la actividad política no dio respiro. Tuvimos largas sesiones parlamentarias, derrotas que se mostraron como victorias y voluntades que cambiaron misteriosamente de bando tras llamativas convocatorias presidenciales.
No causó tanto asombro el cambio de actitud de los seguidores de Macri, ya acostumbrados a dar mil y una piruetas en el aire con las excusas más diversas, pero sí la postura de algunos “radicales dialoguistas” que se pasaron de un sector a otro en un abrir y cerrar de ojos. Todavía parece que les da un poco de vergüenza tener que explicar que ya no defienden ninguna causa popular, como por ejemplo los cálculos de haberes jubilatorios dignos, pero queda claro que sólo les interesa pensar en su propia trayectoria política. La historia se encargará de juzgarlos.
Pero lo cierto es que para el presidente, ellos fueron los “héroes” que impidieron que un grupo de “degenerados” impusieran una inicial voluntad parlamentaria para evitar el brutal recorte de ingresos para los jubilados. Y ahora anunció que los agasajará con un asado, ese producto cada vez más inalcanzable para el resto de los argentinos. Pero tendremos allí a dos comensales pampeanos, que avalan como legisladores las políticas que van en contra de todas las causas nacionales y populares. Quedará para el futuro ver cómo se las ingenian para volver a mirar a la cara a un jubilado sin morirse de vergüenza.
Manifiesta distorsión.
Claramente, hay una manifiesta distorsión de la realidad. Si hay que hablar de héroes en esta Argentina, solo basta pensar no solo en los jubilados que sobreviven desde hace nueve meses a una triste circunstancia, sino también de los trabajadores que soportan frenos salariales junto a salvajes tarifazos de servicios que les achican aún más sus fondos. Héroes también son los que se las rebuscan sin un trabajo formal porque fueron despedidos, las familias que siguen bancando las carreras universitarias de sus hijos en otras provincias y los estudiantes que hacen maravillas con esos pesos que reciben para hacerlos rendir un mes entero.
Pero para el presidente, los héroes son los diputados que justificaron su cambio de voto diciendo que no habían hecho bien los cálculos para darle un poco de alivio a los jubilados, tarea por la que cobran mucho más que los pasivos y que además se auto-aumentan sus remuneraciones sin temor a que nadie les vete su propia recomposición salarial.
Del otro lado, los que no hicieron caso al pedido presidencial, vuelven a ser considerados como “degenerados”, un término que se aplica a las personas “de condición mental y moral anormal o depravada”, con “bajos estándares de conducta o moralidad”.
¿No habrá allí una confusión entre los términos utilizados? ¿Tal vez alguna proyección personal? ¿No sería más atinado aplicar la definición para aquellos que se dieron vuelta cual panqueque en el aire?
De todos modos, la semana no terminó bien para quienes se encomiendan a las “fuerzas del cielo”. Los senadores votaron en contra de los deseos presidenciales, a favor de los fondos para las universidades y contra las multimillonarias partidas para los servicios secretos de “inteligencia”. Esto motivará seguramente una nueva oleada de caracterizaciones entre quienes son considerados como los buenos y los malos ciudadanos de este país.
Lo cierto es que estaríamos necesitando que aparezca algún héroe de verdad, para no tener que volver a desempolvar la vieja novela y terminar todos entre tumbas.
DANIEL ESPOSITO
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