Un espíritu propio
La pampeanidad, ese argumento que, con sus pros y sus contras ha venido gestándose desde hace alrededor de un siglo, ha tenido en las últimas semanas dos elementos concretos que contribuyen a su entidad. El primero ha sido el reconocimiento a un músico –Roberto Yacomuzzi— autor de una de las canciones emblemáticas de la provincia, la huella “De ida y vuelta”, que tiene ya más de cincuenta años de vigencia. La canción se originó allá por la década de 1960, cuando un grupo de poetas, músicos y escritores buscaba una expresión espiritual auténtica pero separada de la arrolladora ola folklórica que, sostenida por la base de su gran calidad, había copado la música popular del país.
Para evaluar el concepto se debe tener en cuenta que La Pampa, por su ubicación geográfica eminentemente transitiva, es partícipe de varios sustratos culturales válidos, por su misma índole nada fácil de aunarse.
A la cultura oficial de entonces no le resultaban gratas estas manifestaciones, especialmente por sus autores, a quienes -muy a tono con un cierto tinte macartista propio de la época- se atribuía ideas de izquierda. Sin embargo, sostenidas por su originalidad y sentimiento, esas canciones fueron insertándose en el público pampeano, y aun en el de otras provincias, donde pasó a integrar repertorios.
Por lo expuesto y al margen de otras razones, el reconocimiento comentado es digno de elogio, máxime que se ha originado en un conjunto artístico de índole colectiva que, a pesar de la diferencia generacional, distanciados en el tiempo, ha sabido reconocerle valores. La juventud de sus miembros quizás sea otro rasgo a sumar y destacar.
El otro aspecto que hace a la pampeanidad se inscribe en un horizonte científico y va integrando a nuestra provincia con el panorama antropológico del país. Se trata de los estudios que se están efectuando en el paraje Ojo de Agua que, para sorpresa general, han hecho retroceder en miles de años la idea acerca de cuándo empezaron a vivir los seres humanos en La Pampa, y esto sin que se niegue la posibilidad de que ese límite retroceda todavía más. Los primeros hallazgos "confirman la importancia del sitio: se han encontrado materiales que reflejan distintos momentos en que la laguna fue utilizada. Entre ellos, destacan puntas de proyectil típicas de las primeras ocupaciones humanas, datadas en aproximadamente 12 mil años de antigüedad, junto a otras más recientes, de los últimos 3 mil años, correspondientes al momento en que aparece en la región la tecnología del arco y la flecha, así como la cerámica".
En estas manifestaciones se advierten también las influencias y relaciones de los estudios y ordenamientos sistemáticos que se concretaron en nuestra provincia motivados en buena medida por la acción de la Universidad Nacional de La Pampa. El caso particular de los nuevos registros arqueológicos resulta más impactante porque, desde los más de ocho mil años de antigüedad que postulara Carlos Gradín hace ya muchos años, no había novedades al respecto.
Lo comentado no son sino los acontecimientos más recientes y concretos que hacen al tema de la concreción de un carácter y una espiritualidad específicamente pampeana.
Pero hay más, porque en la idea caben los recientes espectáculos teatrales de índole fuertemente dramática, basados en sucesos ocurridos en la provincia. La captación de los mismos para incluirlos, obras mediante, en algunas de lo que se denomina “la comedia humana” es también otro rasgo significativo en el crecimiento de un espíritu propio.
Artículos relacionados
