Sabado 10 de mayo 2025

Un vals en el cielo

Redacción 12/01/2025 - 00.13.hs

En nuestra última entrega informamos en detalle cómo es que los astrónomos han anunciado la existencia de un nuevo planeta en los confines del sistema solar, aunque no hayan sido capaces de obtener una imagen que lo certifique. Por las dudas, todavía no le pusieron un nombre, lo cual en términos freudianos deber querer decir algo. Pero tal parece que el cosmos no nos da respiro y ahora tenemos que reportar otra de las recientes hipótesis de la astronomía, una que concierne a un personaje que también mencionábamos en nuestra nota anterior, el ex planeta Plutón, depuesto de esa categoría hace dos décadas.

 

Enano.

 

Ahora a Plutón le dicen "planeta enano", una designación denigrante que sólo se explica por el hecho de que ese cuerpo celeste es relativamente pequeño, y se encuentra muy lejano de nosotros. Notarán ustedes. que los astrónomos nunca se ponen a insultar a Júpiter o a Saturno, los grandulones del sistema solar, que están más cerca y podrían reaccionar ante el insulto. Podría hablarse de su extraña afición a vestir colores chillones, o a la predominancia de gases (¿flatulencias?) en su composición. ¿Y esa costumbre de usar anillos? Cualquiera de esas excentricidades provocaría burlas en el patio de la escuela.

 

Pero bien, no estamos hablando de ellos, y no porque les tengamos miedo. La novedad hoy es la nueva teoría sobre cómo se forjó esa extraña relación que Plutón mantiene con su luna, Caronte, que resulta ser enorme como satélite: tiene exactamente la mitad de tamaño que su anfitrión. A tal punto que en su marcha compromete la seguridad de la órbita de su planeta, dato éste que fue crucial en su pérdida de categoría y su humillante paso a la Categoría B: un campeonato complicado, lleno de rivales rústicos, en el cual el pobre Plutón ha de estar sufriendo su imposibilidad de lucir sus habilidades como mediocampista ofensivo.

 

Hace unos 4.500 millones de años -especulan los astrofísicos- al encontrarse, Plutón y Caronte se habrían involucrado, por un breve momento de unas pocas horas, en una serie de movimientos que bien podrían caratularse como una "danza", girando del brazo, para luego separarse gradualmente hasta llegar a la situación actual, en que ambos bailan de modo frenético alrededor del sol.

 

Para hacerse una idea: el lector habrá visto esas escenas en un elegante salón de Viena, donde los comensales, vestidos con sus mejores fracs y trajes largos, bailan al son de un vals a toda orquesta -con la energía que provee la muy calórica pastelería vienesa- mientras ostentan su habitual cara de traste, producto, a no dudarlo, de sus cálculos acerca de cuándo se desatará la próxima guerra mundial.

 

Pillín.

 

Volviendo a los científicos y sus especulaciones, lo que los venía preocupando era que el enorme tamaño de Caronte respecto de Plutón hace inviable la mayoría de los escenarios hipotéticos para la generación de un satélite. Por ejemplo, nuestra Luna -también un satélite de grandes dimensiones- se habría generado por una poderosa colisión de la Tierra con un asteroide, que habría producido una gran cantidad de escombros planetarios flotando en el aire, los cuales, por la fuerza gravitacional, habrían terminado por reunirse en esa esfera que vemos ahí arriba, y que tanta influencia tiene en las mareas, los nacimientos y la (mala) poesía.

 

No es probable que esa haya sido el caso de Plutón y Caronte, cuyo romance no se explica por la hipótesis de una colisión lisa y llana. Dicho sea de paso, el pillín de Plutón tiene otras cuatro lunas más pequeñas: Nix, Styx, Kerberos y Hydra: eso es o un harem o una situación de poliamor, hipótesis esta última que no puede confirmarse ya que para ello debería existir un consentimiento de parte de Caronte, que no estaba disponible para responder preguntas al cierre de esta edición.

 

Hay que decir en favor de Plutón que las fotografías disponibles de Caronte, obtenidas en 2015 por la nave "New Horizons" de la NASA, difícilmente podrían describirse como un portento de belleza. Un cuerpo no totalmente redondo, un cutis lleno de imperfecciones que suponemos son producto de colisiones con aerolitos, pero que bien podrían provenir de una adolescencia plagada de un rebelde acné juvenil.

 

Impacto.

 

Sea como sea, si Caronte impactó a Plutón a la velocidad de 2.000 millas por hora (una décima parte del impacto que generó a nuestra Luna) se especula que los dos estuvieron en contacto por aproximadamente diez horas, antes de separarse gradualmente hasta la situación actual. Los astrónomos, en un gesto sentimental, denominan a este fenómeno "beso y captura".

 

Fue la dureza de ambos cuerpos lo que impidió que se destruyeran mutuamente. Ambos son bien rocosos y fríos, cualidades imprescindibles para sobrevivir en ese barrio tan duro conocido como el Cinturón de Kuiper. Tras encontrarse (o "besarse") ambos habrían estado rotando juntos unas tres veces, hasta que la orbitación angular de Plutón habría alejado a su compañero de baile, lo bastante como para que no moleste, pero no tanto como para que salga de su órbita. Y también, como consecuencia de todo ese roce, Plutón habría logrado retapizar toda su superficie con el hielo que perdió Caronte de tanto refregarse.

 

No conocemos la música de las esferas, por eso hablamos de valses, aunque este último dato hace pensar no tanto en una danza gentil y cortesana, sino más bien en un vulgar "perreo" de regatón. Que, por cierto, sería muy popular allá en Kuiper, que está plagado de "objetos binarios" dados a estas actividades libertinas.

 

Los astrónomos -que no dan puntada sin hilo, y siempre parecen estar reclamando más fondos públicos para sus estudios- lamentan que nuestra última visita al barrio haya sido hace diez años, y que no se sepa cuándo volveremos por allá a estudiar el asunto y comprobar esta nueva teoría.

 

Y así concluye un nuevo boletín de noticias estelares. El lector, de vacaciones, probablemente agradecerá que no llenemos esta columna con las últimas novedades de Washington o de Caracas.

 

PETRONIO

 

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