Martes 06 de mayo 2025

Una irrupción que cambia el mapa de la Inteligencia Artificial

Redacción 30/01/2025 - 00.25.hs

La situación fue comparada con el impacto sufrido por los EEUU cuando, en plena guerra fría y contra todo lo previsto, la Unión Soviética lanzó al espacio y puso en órbita el primer satélite artificial, llamado "Sputnik".

 

JOSÉ ALBARRACÍN

 

La empresa se llama NVidia, y hasta la semana pasada, era la envidia de todo Wall Street. Y es que, en cuestión de un par de años -y tras recibir generosos subsidios estatales- se había transformado en la empresa más cotizada del mundo, con justa razón: es la encargada de diseñar y fabricar los poderosos chips (procesadores de computación) que se usan para hacer funcionar los modelos de inteligencia artificial. Y la IA, se viene afirmando con creciente frecuencia, representa una revolución tecnológica comparable con la revolución industrial del siglo XIX. Por consecuencia, el predominio en este campo tecnológico representa un frente de guerra entre las potencias mundiales.

 

Semana.

 

Quiso la fortuna que ocurriera el lunes pasado, a tan sólo una semana de la asunción de Donald Trump, y de la instalación por parte de éste de un clima de renovado entusiasmo imperialista, para no decir, de racismo chauvinista.

 

Ese día se conoció el dato de que la aplicación más bajada del sitio App-store (servidor de los teléfonos IPhone) era un modelo de inteligencia artificial llamado Deepseek (búsqueda profunda), creado por una oscura empresa china, el cual -se fue haciendo evidente- tiene prácticamente las mismas prestaciones de los productos norteamericanos como ChatGPT.

 

El problema no es sólo que los chinos lograran un resultado parecido al de las empresas norteamericanas, cuando hasta hace poco se consideraba que EEUU estaba muy lejos en la vanguardia de este desarrollo tecnológico. El golpe más duro fue enterarse de que el producto chino había sido desarrollado a un costo infinitamente menor, y empleando chips de segunda categoría, ya que Washington se encargó de prohibir a NVidia que vendiera a China sus productos de última generación. Por lo visto, todo fue hecho a fuerza de ingenio y diseño, virtudes que supuestamente sólo podían florecer en el capitalismo de libre mercado.

 

Ese día, el paquete accionario de NVidia perdió valor un monto cercano a los seiscientos mil millones de dólares, esto es, una cifra más abultada que la deuda externa argentina. Y la pérdida global de acciones de las empresas "Big Tech" -también llamadas "Las siete magníficas": Microsoft, Apple, Amazon, Nvidia, Tesla, Meta y Alphabet- tuvo una pérdida global de aproximadamente un trillón de dólares: un uno seguido de nueve ceros.

 

Sputnik.

 

La situación fue comparada con el impacto sufrido por los EEUU cuando, en plena guerra fría y contra todo lo previsto, la Unión Soviética lanzó al espacio y puso en órbita el primer satélite artificial, llamado "Sputnik" en octubre de 1957. El hecho -sumado a la puesta en órbita, poco después, del primer perro (Laika) y el primer ser humano (Yuri Gagarin)- representó una humillación mayúscula, porque puso en evidencia que la autopercepción norteamericana y su tecnología de punta habían subestimado gravemente el talento de sus enemigos.

 

Lo del lunes pasado, no obstante, promete ser de un impacto aún mayor, ya que no se trata solamente del orgullo herido: la irrupción de Deepseek viene a cambiar totalmente el mapa de la inteligencia artificial, y a dar por tierra con varios de los presupuestos que se daban por sentado, el principal, que sólo con una inversión multimillonaria se pueden conseguir resultados aceptables.

 

Para colmo, la compañía propietaria lanzó el software de Deepseek en código libre ("open source"), vale decir, que cualquiera puede tomar ese programa y construir sobre el mismo su propia inteligencia artificial, cargando por supuesto con el costo y el esfuerzo de "entrenarla" incorporándole datos. Esto viene a romper con la tendencia creciente de que internet estaba siendo apropiada por las grandes compañías en lo que se ha dado en llamar "tecnofeudalismo": esta novedad nos lleva a los tiempos románticos y esperanzadores de los albores de la red. Nada será como antes: los métodos de mejoramiento de los sistemas de IA, que eran celosamente guardados por las Big Tech, ahora están ahí en la red, al alcance de cualquiera para analizarlos, tomarlos, replicarlos.

 

Pero no termina allí la cosa: los inversores de Wall Street, que no tienen un pelo de tontos, han comenzado a sospechar -por no decir, ya llegaron a esa conclusión- que los muchachos de las Big Tech les estaban vendiendo humo, y que todo esto de la inteligencia artificial se parece demasiado a las burbujas tóxicas del pasado.

 

TikTok.

 

Esta convicción aparece reforzada por los datos cada vez más abundantes que dan cuenta de la endogamia existente entre estas grandes compañías, que se la pasan comprándose y vendiéndose servicios entre ellas (por ejemplo, Google acaba de pagar una cifra obscena a Apple para que su motor de búsqueda en internet sea el que se usa "por defecto" en esas computadoras). Es como la imagen mitológica de la serpiente que se come su propia cola: una costumbre alimentaria no muy sustentable.

 

La reacción todavía no se ha hecho sentir. De hecho, NVidia -tratando de fingir demencia ante el dato de que nunca en la historia una compañía pública había perdido tanto dinero en un solo día- lanzó un comunicado elogiando la creatividad de los desarrolladores chinos.

 

La única crítica más o menos sustancial que se le ha hecho a Deepseek es que, aparentemente, su estructura está diseñada para evitar asuntos polémicos para el gobierno Chino, por ejemplo, las manifestaciones en la plaza de Tiananmen. Por supuesto, la censura sólo es tal si la practican los otros: trate el lector de pedirle a ChatGPT que haga una caricatura con el rostro de Donald Trump y después nos cuenta.

 

Si Washington ha hecho semejante escándalo con la red social TikTok, al punto de obligarla a dejar de funcionar si no permite su adquisición por capitales norteamericanos, cabe esperar que la reacción contra Deepseek sea aún más virulenta. Y por ende, más vergonzosa aún. Después de todo, la inteligencia artificial puede usarse incluso en el terreno militar.

 

El problema es que, como ahora cualquiera puede tomar este modelo de IA y desarrollar su propio sistema, la cantidad de actores se va a multiplicar exponencialmente. Quién diría que eran los chinos los que iban a democratizar a internet...

 

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