Lunes 30 de junio 2025

Libres como el viento

Redacción 04/07/2012 - 04.34.hs
Volar en un planeador se parece bastante a la ambición humana de la libertad. Un grupo de chicos del Club de Planeadores busca los fines de semana tener esa sensación de tutearse con el cielo.

Soñar que estás volando es el símbolo de la libertad", es la primera frase que aparece en la página web del club. Y ese concepto de libertad sonará más de una vez en la charla con un grupo de adolescentes que practican una actividad no muy común pero casi tan antigua como el ser humano: la ambición de volar.
"Yo empecé casi naturalmente porque mi papá viene al club desde siempre", contó Tomás (18). "Yo era vecino de Tomás y siempre me invitaban a venir, por eso a los 9 años empecé, hasta que a los 16 hice el curso y acá estoy", dijo Fermín (19). Los dos ya tienen el título de Piloto Planeador, que tras algunos meses de estudio teórico práctico los habilita a rendir el examen y subirse a uno de los aparatos que esperan en la pista.
Damián es el más chico del grupo y con sus 15 años está ansioso por cumplir uno más para hacer el curso, y Ezequiel (18) es otro de los "experimentados" que ya tiene su propia trayectoria. Entre tantos varones aparece tímida pero decididamente Macarena (16), quien llegó de una manera particular al predio que se ubica en la ruta 5, pegado al frigorífico que está antes del ingreso a la ciudad.
"En mi familia no tengo a nadie que practique este deporte, pero empecé a interesarme por la Ingeniería Aeronáutica y mi abuela se encontró con una amiga cuyo marido viene al club, así que me decidí a probar. Hice el primer vuelo de bautismo y me gustó mucho, estoy muy enganchada", relató.

 

La licencia de Piloto Planeador habilita a competir deportivamente. Los planeadores no tienen motor y para levantar vuelo requieren de un avión remolcador. Una vez en el aire el objetivo es buscar las térmicas que les permitan volar en tiempo y distancia, por eso una de las claves de la actividad es conocer mucho sobre meteorología.
"Las distancias en una competencia se determinan según el día. Cuando hay buenas condiciones de temperatura se pueden recorrer más de 300 kilómetros. En La Pampa tenemos muy buenas condiciones para volar, hay que observar siempre el terreno porque existen muchas teorías de vuelo, y todo te sirve para el objetivo de encontrar la térmica y volar", explicó Fermín.
¿Y qué sienten cuando están solos en el aire?
"Libertad, tranquilidad, paz total... Cuando estás arriba se disfruta mucho, es algo distinto a cualquier otra actividad. Hay que venir y ver de qué se trata, es la única forma de entenderlo". (Ezequiel).

 

"Acá competís con vos mismo, tenés que encontrar la térmica y subir vos solo. Depende de vos pelearla en el aire, porque si quedaste corto empiezan los dolores de cabeza, ver donde vas a aterrizar, que te vengan a buscar, traer el remolque... En esos momentos se te borra la sonrisa, pero bueno, en eso es un deporte muy grupal, donde todos ayudan a todos". (Fermín).
La capacidad y pericia de cada piloto es clave para lograr el objetivo de volar alto y durante el mayor tiempo posible. "Es fundamental saber cómo mantenerse en el cielo reconociendo las zonas que te permiten ascender, ya que la altura es el combustible del planeador", aseveró Fermín.
Para los que desconocemos la actividad, una de las primeras preguntas que surge es acerca de los peligros, algo casi natural ante la inseguridad que da no tener los pies sobre la tierra.
"Es muy seguro, mucho más que el avión a motor, que si deja de funcionar hace 9 metros y cae. Con el planeador tenés un recorrido mucho más largo. Lo peligroso puede ser cuando se juntan 40 planeadores y todos andan por el mismo lugar. Pero tiene que ser una falla grave del aparato, que se rompa algo, y es un hecho muy extraordinario", asegura Tomás.
Para quienes tengan el deseo de sentir la sensación de volar sin la ayuda de un motor, en el Club de Planeadores (www.cpsr.org.ar) se realizan durante todo el año los denominados vuelos de bautismo. Para ello hay un Planeador Biplaza comandado por instructores o pilotos experimentados que ofician de guías.

 

"Hay que animarse. Por ahí mucha gente piensa que es muy caro, porque lo que hay que pagar es la nafta del avión, pero vale la pena darse una oportunidad", invita Tomás.
"Sospecho que lo que nos hace volar, sea lo que sea, es lo mismo que empuja al marinero a hacerse a la mar. Algunas personas nunca lograrán entenderlo y no se lo podemos explicar. Si tienen el deseo y un corazón abierto podemos mostrárselo, pero decirlo es imposible", dijo alguna vez el piloto y escritor Richard Bach, autor de la novela "Juan Salvador Gaviota", un clásico de la literatura adolescente que cuenta la historia de una joven gaviota que aprende a sobreponerse a sus limitaciones en una alegoría que ensalza la libertad individual y el afán de superación.

 

Esa idea tal vez sea el motor que mueve a quienes sienten el deseo de subir y permanecer en el aire el mayor tiempo posible. Porque, ¿quién no quiere, aunque sea por un rato, alejarse del suelo para encontrarse con la libertad?

 


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