División Palermo: en clave diversa
La segunda temporada de la serie protagonizada por Santiago Korovsky y Pilar Gamboa se cruza con la realidad política de un área en emergencia y amplifica los roles que las personas diversas pueden asumir en la ficción y más allá.
Marina Cavalletti *
Encender la tele, el celu o la tablet y que nada de lo que ves hable de vos -o lo haga desde los estereotipos más inverosímiles- Les disca estábamos acostumbrados a eso: aparecer en las pantallas desde el remando y cansador “ejemplo de superación” o ser invisibles. Por lo general, esas eran las opciones. Por lo menos, para la producción audiovisual que va de la mano del mainstream.
Esa lógica, que simplifica y falsea el cotidiano de quienes vivimos con discapacidad, empezó a cambiar en el verano de 2023 cuando se estrenó la primera temporada de División Palermo. El guión de Santiago Korovsky y equipo tuvo frases memorables que mostraron los clichés con los que la sociedad nos encasilla “vos sos una guerrera total. Y vos, muy bien acompañado, un ejemplo”, les dice la empleada de una empresa de mudanzas a Sofía (Pilar Gamboa) y Felipe. Aparece también la infantilización, cuando los guardias urbanos son tratados de “Pichoncitos especialmente capacitados” por su coordinador (Daniel Hendler).
Todo llega al extremo ridículo de la positividad tóxica con la premisa de una influencer diversa que explica “los escalones están en tu mente”. División Palermo habla de nosotres, con nosotres, es imposible no identificarse porque ilustra situaciones de nuestro cotidiano con humor, crítica social y erotismo, y lo hace con una estética por momentos bizarra, heredera del cine z, de comedias de culto como el Súperagente 86 o guiños hacia el clásico film italiano La armada Brancaleone de 1966, dirigido por Mario Monicelli y protagonizado por Vittorio Gassman.
Primera parte.
La primera temporada fue reconocida con el galardón a la Mejor Comedia en la 52º edición de los Premios Emmy Internacionales, obtuvo siete lauros en los Premios Cóndor de Plata, un Premio Sur a la Mejor Serie de Ficción y un Premio Platino a Mejor Actor de Serie. El proyecto nos describe como sujetos activos, como personas deseantes y deseables, que ejercen su sexualidad tomando las riendas del placer o empuñando un dildo como arma, en una escena épica de la segunda temporada.
Mostrá la silla.
¿Cómo no identificarse, desde aquel inicio del 23, en que Sofía le pregunta a Santiago si le da miedo su silla?, cuando él googlea “cómo es el sexo con una persona en silla de ruedas” o cuando Viv -su compañera trans- la arenga a bajarse una app de citas y remarca: “Mostrá la silla (…) no tenés nada que ocultar, es parte de lo que sos”, con el orgullo que nos hermana con la comunidad LGBTQIA+. División Palermo nos muestra “sin lástima”, tampoco nos reduce a nuestra condición particular, aunque los funcionarios y algunxs vecinxs de a pie lo hagan, de nuevo, para reforzar estereotipos limitantes que la serie describe con claridad -bolivianos puesteros, mujeres sensibles, discas “desgraciados”, entre otros-.
La creación de Korovsky y compañía en su segunda entrega -donde se destacan Martín Garabal, Charo López, Hernán Cuevas, Facundo Bogarín, Juan Minujín, Alejandra Flechner, Inés Efron, Guillermo Arengo, Lucas Poggi, Santiago Demarco, Bianca Benassi y Martín Piroyansky, entre otres-, redobló la apuesta en medio de una realidad que encuentra a la discapacidad, la salud y otras áreas en emergencia. Se ve, casi con tintes tragicómicos, cómo una ART no cubre el tratamiento completo de recuperación de Santiago hasta quedarse con sus muletas, también una protesta en reclamo por fuentes laborales de un grupo de personas con diversidad funcional al grito de “Somos discas, no boludos, queremos laburar”.
En esta nueva temporada, el erotismo tiene otra potencia, con escenas en un jacuzzi, chistes posteriores a la intimidad como “no siento las piernas”, hasta proclamas feministas -“Basta del club de machos” dice Sofía- o la toma de un colegio para garantizar medidas de accesibilidad. Entre saqueos y cacerolas, entre políticos de derecha que aprenden a hablar con la E y utilizan a los disca como “material de campaña”, División Palermo marca que los disca podemos hacer chistes de discas, que podemos decir “está sobrevalorado coger en el agua”, que buscamos trabajo y una vida plena, a veces desde el enojo por las barreras y la estigmatización, otras desde la risa y el armado de redes de afectos, con pares y aliades.
No es pura coincidencia.
La torpeza policial, una ministra de seguridad que insulta a una persona no vidente, una máquina de IA que reemplaza a los humanos para “ahorrar personal y cargas sociales”, un grupo disca que asalta un banco y no se entrega porque las cárceles son poco accesibles, un apagón masivo por el uso de pistolas taser en mal estado que pone en riesgo a pacientes electrodependientes, políticos corruptos que montan orgías y arrasan en las elecciones con el 70% de los votos.
Todo eso y más se muestra en los seis capítulos finales de la serie que da cuenta de la época distópica en que vivimos, donde “la inclusión ya no rinde”. No es casual que el intendente electo en la ficción decida aumentar el presupuesto las fuerzas policiales de la ciudad y cerrar la guardia urbana: “vamos con la verdadera inclusión, a competir en libertad”. El paralelismo con los recortes al sector, la confianza ciega hacia el mercado y sus derrames y el neoliberalismo recargado no son inocentes, porque detrás de aquello que se desfinancia, hay personas que merecen las mejores condiciones de vida posibles.
División Palermo no nos da la palmadita complaciente en la espalda ni nos minimiza, más bien nos amplifica: en el amor, en el trabajo, en la manera de aportar a la sociedad de la que somos parte. Ojalá sea el inicio de muchas más series, películas, historias en distintos formatos, que nos nombren, que hablen de nosotrxs y de toda la potencia que nos habita, esa con la que cada día marcamos al mundo.
* Página/12
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