La ceguera del lector
Nicolás Bompadre y Damián Repetto son los autores de Mundo Onetti, un diccionario anticonvencional que muestra la vida en “Santa María”, un lugar inventado por el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, hasta hacerla casi visible con los ojos.
Sofía Pavesi *
Nicolás Bompadre y Damián Repetto no solo comparten sus profesiones, sino también mantienen una relación personal que los llevó a escribir en conjunto tres obras: la novela policial Caso Telén (2021), Otros Egos (2023) y Mundo Onetti (2025). También, Repetto ha dedicado numerosos trabajos al género policial. Estos datos aparentemente superfluos son centrales para traducir la esencia de Mundo Onetti que, más allá de su denominación como “diccionario”, construye un texto a partir de una serie de secciones, interpretables como “capítulos” de suspenso porque indagan a tentativas, pero también con intuición de lector experimentado y riguroso, los rincones de una ciudad que nadie puede ver con los ojos.
- Los autores empiezan a hablar de anécdotas entre Onetti, Borges, Henry James, falacias y homenajes entre ellos que la mayoría de los analfabetos literarios desconocerían. Ellos saben, parecen conocer -aunque aclaran que no quisieran- al escritor personalmente. Pocas veces se habla de amor y literatura, como si no pertenecieran al mismo mundo. Dice Nicolás Bompadre:
- No sé si me gustaría conocerlo en persona, lo que sí creo es que lo que le caería muy mal a Onetti sería este libro. Él estaba en contra de esas cosas, de la crítica especialmente.
- Respecto del libro, es interesante la definición de “diccionario”, más bien podría identificarse con lo contrario, porque implica la búsqueda de una verdad, por definición inencontrable. Es posible imaginar un enojo por su parte ante el intento de deshacer para reordenar su obra. Damián replica esta posición, quizás, en pos de la libertad del lector…
- A lo que uno podría responderle “¿por qué no?”
- Parece que se hablara de alguien vivo, pero lo que está vivo es la obra de Onetti. En las cabezas de los escritores, que se divierten respondiendo trivialidades sobre esta obra gigante que crearon, hay una obsesión por saber qué había adentro de esa máquina literaria. Una de las secciones de su libro explica el neologismo “onettitis”:
“Este libro nació como un diccionario de los personajes de la Saga de Santa María; pero antes de terminarlo ya nos parecía poco. Le siguió una guía de lugares y espacios mencionados en las obras. Luego desesperamos por encontrar, como esos conquistadores que buscaban la fuente de la juventud o tesoros fabulosos, el lugar en el que se basó Onetti, el modelo de la ciudad mítica. Tampoco nos alcanzó esa vez.
Llegaron, entonces, las obsesiones por establecer la secuencia cronológica de todas las historias, armar genealogías y líneas temporales. Sabíamos de la dificultad, de las trampas de Onetti, pero no nos importó, al contrario. Sin sospecharlo, estábamos padeciendo una enfermedad que solo al finalizar el libro pudimos nombrar: onettitis”.
- La pregunta evidente es sobre la cura, y la respuesta es rotundamente negativa. Entonces, ¿sería posible un segundo tomo? Ambos coinciden en que sí, ampliar el método en otras de sus obras, pero sin el mismo desafío. Bompadre explica:
- Aunque no tendría la misma gracia, ya no tendría la misma dificultad de ir rastreando los personajes y armando una biografía, pero sí pensar en otros autores. Saer, por ejemplo, que también tiene un lugar y unos siete u ocho personajes que van recorriendo toda su obra, y Faulkner para América sería el modelo.
- En relación con la palabra desafío, es posible pensar que algo excede el contenido de Mundo Onetti, asociado con el deseo de encontrar el mecanismo de las trampas que Onetti impone al lector. Como mencionan en el libro, podrían ser: la fragmentación, los vacíos, las interposiciones temporales… Frente al planteo, Repetto responde:
- Yo creo que, si hablamos de la obra de Onetti, hay un aspecto vinculado con el mecanismo de la fragmentación biográfica de los personajes: en Mundo Onetti intentamos que pueda leerse todo el conjunto de obras de “Santa María”, separados a través del formato editorial. Aunar esos cuarenta y cuatro años de literatura como si fueran capítulos de un mismo libro.
Además, es cierto que no se trata de un escritor transparente, es muy barroco, la frase de Onetti es en sí muy enrevesada. Y en relación a lo que decís acerca del deseo, sí, cuando leíamos Onetti con Nicolás, comentábamos lo lindo que sería que existiera un libro como este. Lo buscamos, de hecho, y nos llamó mucho la atención su inexistencia porque hay otros modelos, hay diccionarios de autores. Nicolás, que hablaba de Faulkner, es un ejemplo, pero la verdad es que replica el formato de un diccionario de vocablos, convencional. También hay algunas versiones críticas de En busca del tiempo perdido, de Proust, pero son así, entradas de dos o tres líneas meramente informativas.
- Nicolás agrega:
- Pasa lo mismo con Saramago, son entradas que definen a los personajes de forma sintetizada. No hay narración, no hay nada más.
Hay otro ejemplo que es Borges Babélico, que tiene la particularidad de tener entradas, por ahí, más largas, pero tienen muchas referencias a personajes históricos.
- Mundo Onetti tiene, en cambio, la singularidad de la hipótesis, que va construyéndose como literatura de la literatura, y de ahí, como un juego de adivinanzas y respuestas posibles, que confrontan la noción de verdad. Alrededor de este planteo ellos generan un diálogo:
- Sí, teníamos claro que no queríamos escribir un diccionario en el sentido tradicional, como tampoco un texto de orden académico. Concebimos, creo que durante el proceso, cada biografía especialmente como una especie de vida imaginaria, como un microcuento.
- Vos te olvidaste, ¡pero yo te dije que cada entrada tenía que ser como un poema en prosa!
- Por ahí, en esa articulación entre eso que nosotros resumimos y las citas de Onetti se entrama el juego de imitar el estilo de Onetti o, por lo menos, de respetarlo. Sí creo que hay una respiración onettiana, sobre todo, en las entradas más largas.
- Para eso nos sirvió también la introducción de citas textuales breves, otras que no son textuales, pero se introducen igual. También hay un efecto de cerrar cada entrada con una frase, con una imagen, con una idea, con una situación que evoque el tono del escritor.
- ¿Por ejemplo?
“Alumno
Es un niño de seis o siete años, rubio, muy pálido. Viste guardapolvo blanco, moño azul y lleva los cuadernos de estudio. Se mete al aula de la escuela donde el doctor Díaz Grey está por hacer la autopsia de Frieda, porque el hospital cerró y lo usan como un asilo de ancianos.
El niño, silencioso, se detuvo junto a los pies de la muerta, recostada sobre cuatro pupitres. No miraba los pechos duros, ‘no le interesaban los pezones vinosos y aplastados’, según el médico. Fue alargando la mano libre, fascinado, hasta tocar el vello púbico. Y la apoyó, suave y protectora, ‘como si la acariciara un pájaro y tuviera miedo de hacerle daño o espantarlo’”.
- A propósito de las entradas biográficas, en una nota al pie de Mundo Onetti, se menciona que María Esther Gilio le recuerda que tiene cuarenta personajes y Onetti responde: “Yo no tengo tantos personajes. Cuatro, cinco. Yo hago música de cámara, con poquito me alcanza. Unos se mueren y resucitan. Otros simplemente cambian.” ¿cuáles serían esos cuatro o cinco personajes?
- Díaz Grey, Jorgito, Medina, Larsen y de las mujeres, podemos hablar de categorías, las inocentes, las putas y las locas, que van encarnando distintos personajes.
En general, los personajes onettianos, si se hace una lectura poco ingenua, son parecidos, tienen gestos, acciones similares. Ese motivo fue otra dificultad para la escritura del libro porque eran muchos personajes, pero los modelos, parecidos, se repiten con variantes…
- Yo creo que, en un principio, la introducción que escribimos antes de la descripción biográfica de los personajes era un solo texto largo, y después decidimos que resultaba más interesante y claro que cada parte tuviera su propia introducción: Personajes, Espacio, Planos, Tiempo y Onettitis. Además, cada introducción contiene nuestras hipótesis, advierten cómo leímos la obra.
- ¿Es posible que, a partir de esta manera de escribir Mundo Onetti, un lector que no leyó Onetti pueda familiarizarse con su escritura?
- Sí, creo que hemos apuntado también a eso, pero primero, al lector que lee y le gusta Onetti. No solo con la finalidad de aportar una perspectiva más, sino también por la diversión de generar polémica: cada fanático tiene su Onetti. La otra intención, sí, es entusiasmar al que todavía no tuvo la experiencia de leerlo. De hecho, proponemos un orden de lectura posible, que no respeta la cronología de la historia, porque fuimos juntando algunos libros que tienen situaciones parecidas que se pueden leer seguidamente. También, surgió una suposición, que después abandonamos, acerca de que cada historia coincidiera con el tiempo real en que Onetti las fuera escribiendo…
- Precisamente, ya que mencionás la realidad, ¿en qué creen que se parece el universo onettiano a la realidad? Los entrevistados se ríen y responden “en todo”:
- En la angustia, en que todo es un fracaso, en la vida absurda, en lo fugaz.
- Yo creo que hay una consciencia en los personajes, no dicha, de que la vida no tiene ningún sentido y aun así persisten. Esto me hace acordar a un artículo de Sartre sobre Faulkner, que habla acerca de que los personajes de Faulkner no tienen futuro porque están anclados en una mirada al pasado, pero acá ni siquiera eso, los personajes no tienen ni pasado ni futuro, viven en una especie de presente perpetuo de tristeza. No hay melancolía, hay tristeza.
- Algunos, tienen su obsesión, pero esos deseos se ven truncados.
- ¿Es posible que estas características ayuden a que Juan Carlos Onetti no tenga un público lector masivo?
- Sí, puede pensarse desde ese lado, Onetti no escribe libros de aventura, digamos. Y, en la cuestión formal, no son libros fáciles de leer, son densos, tienen una prosa larga, aunque preciosa, de la mejor que hay, pero requiere compromiso y tiene que gustarte. Onetti implica un trabajo de sinceramiento de la frase, del ritmo, del tono que logra, que no es fácil. Es literatura en estado puro, pero no es para leer de corrido, te obliga a volver.
- También pasa que la propia crítica ha creado una suerte de conspiración contra su literatura, afirmando que está escrita para escritores. Es común el pensamiento acerca de que hay una única verdad, una única forma de ver las cosas, mientras que la invención de los narradores de Onetti plantea engaños, sospechas acerca de cuál es la verdad y cuál no, ¿consideran esto una intención crítica sobre la realidad social?
- El que los narradores de Onetti tomen esa posición tiene que ver con un artificio literario, más allá de la postura del autor. Lo que puede ser verdad o mentira es meramente literario, es lo que sirve para la trama.
- ¿Cómo describirían la trama que los enfermó de onettitis?
- Juan Carlos Onetti es de los pocos casos que logra una entrada del lector a un mundo que lo transforma en testigo: vos entrás a la obra y sos testigo de cómo frente a tu nariz se va creando un mundo literario y durante cuarenta y cinco años se sigue creando ese mundo frente a tus narices, con cada cuento, con cada novela te volvés habitante.
En La vida breve, ya en el segundo capítulo, casi en el primero, vemos cómo Onetti empieza, ni siquiera a escribir, sino a pensar de a poquito y cada dos capítulos va agregando un poquito más, un personaje, otro con los que además te encariñás… y vas adivinando que los personajes de la realidad del escritor se extrapolan para crear los ficticios, y eso pasa adelante tuyo y sin darte cuenta, llegó el último capítulo, te metiste ahí, sos un habitante más que ya no puede salir. Onetti queda.
* Colaboradora
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