Miércoles 01 de mayo 2024

Milongas pampeanas

Redaccion Avances 05/03/2023 - 06.00.hs

Néstor Massolo pare milongas donde sea necesario, donde la pena reclame, donde la importancia la justifique en tono de Mi menor, de impotencia y dolor.

 

Ernesto del Viso *

 

¿Cómo es posible, que el arenal lo tape siempre de olvido al poeta? A aquel que en su tinta entregó la siempre desvelada inquietud de testimoniar la herida abierta del oprobio o el que con bandera bien alta, nos instó a defender la alegría “…de la miseria y los miserables/ de las ausencias transitorias/ y las definitivas” (Mario Benedetti).

 

De esa ausencia definitiva, provocada a punta de muerte un febrero de cuyo año no quiero recordar, pende el látigo de la omisión, del descuido a veces organizado. Otras, descuidado nomás.

 

Dirán que a muchos les acaece lo mismo y diré: es verdad. Pero hay momentos que reniego de ese espacio de rutina puesto al servicio del mirar para otro o simplemente, no mirar.

 

Alguna voz podrá salir a cortar rastro esgrimiendo el “Destino del Canto” de don Atahualpa, y lo comprendo y hasta lo acepto; la anonimia es el mejor galardón que todo poeta o músico puede detentar. Pero lo anónimo no debería prevalecer sobre la ignorancia y lo recóndito.

 

Existió, fue vecino de algunos de nosotros, la galaxia lo conserva, y una huella dejó su paso, ¿por qué no reconocerla cada tanto, no?.

 

Dicen su nombre las aves…”

 

Las aves, como el polen vegetal, empujadas por el aire, polinizan de versos, los poblados del planeta. Ellas y el viento, aseguran el verde andar de esos ojos que miran la tarde y la noche, en los pensares florecidos del habitante del paisaje: el hombre.

 

Milonga para cantar, para saber esperar, nacida en cualquier lugar…”, decía hace muchos años Zitarrosa…

 

Y el poeta lo sabe, La Pampa lo sabe, y Néstor Massolo lo oteaba desde su niñez pueblerina Acha adentro. Por eso pare milongas donde sea necesario, donde la pena reclame, donde la importancia la justifique en tono de Mi menor, de impotencia y dolor.

 

Milonga para cantar a los pájaros y la tarde que orea nuestras heridas para entregarlas a la noche, plenas de sueños y realizaciones.

 

Esta es la milonga niña, la nueva milonga, recién nacida alguna vez, para las nuevas voces que la Comarca necesita, para ser cantada.

 

Milonga parida en la planiza de Acha, que puede ser cualquier arrabal, de una alejada ciudad.

 

Pero no es cualquier milonga. Se presenta en tono de melancolía, mi menor, pero con claro acento futurista que identifica el solar de donde llega, sin brindar más señas.

 

Ella, la “melus longa”, se canta con mate amargo y caldenar, bajo ese “Prosopis” único en el mundo, exclusividad absoluta para muestra Pampa y sur de San Luis.

 

Milonga nueva, de azul amanecer. Humilde y pobretona. Arropada con lenguaje de tradición que transmite, que no cristaliza para el museo del olvido folklórico.

 

Una voz que traslada costumbres, saberes, utensilios labrados para el mañana de amaneceres humeantes en fogones, materas y olorosos hornos panaderos donde ya la harina es apenas un recuerdo a campo abierto y surco que encerró la semilla de un “triticale” harinero.

 

Dice Néstor Massolo: “La Milonga niña nació, el tiempo la hará recorrer los caminos del sentido y la hará crecer. Lo que sí, no puedo asegurar, qué le tendrá deparado el destino… habrá que esperar”.

 

Acá es donde Massolo se apega al decir de Julio Domínguez, el Bardino, muy proclive a expresar “lo que nace hay que escribirlo, porque uno no sabe el destino final de cada cosa”.

 

Una milonga lujosa de eternidad y niña-siempre, para que los que lleguen después, la descubran lozana, siempre joven y verdadera. Para ellos, los nuevos cantores y cantoras, les dice Massolo: “que se la lleven a su voz con un pié en el ayer (la raíz), y el otro en la copa frondosa del árbol que encarna el por hacer”.

 

La luna quiso ser charco”

 

Citar al Bardino Julio, es recurrente porque es nuestro manantial más preciado donde saciar la sed de la ignorancia, de lo que no se nombra pero que está ahí.

 

Domínguez (Julio), alguna vez y para siempre, nos dijo que la “Noche de luna en La Pampa es noche para la distancia”. Lo deja manifiesto en su poema “Noche de luna en las Bardas” (“Milongas Bayas – FEP noviembre de 1994).

 

Así también lo sabe Massolo de su propio coleto como de la cercanía dialoguista con el poeta de Algarrobo del Aguila.

 

La jarilla se enseñorea en el paisaje del oeste pampeano, lo amarillea, lo perfuma, le presta sus jugos a las artesanas populares de Colonia Emilio Mitre, Chos- Malal, y hasta le ayuda al puestero en su humilde morada, enfrentar el viento que suele ulular con gran fiereza, arrasando el destino de suelo y humanidad, por aquellas latitudes.

 

Y en esa distancia que pergeña la luna, se clarea el solar de la jarilla y Néstor la evoca en milonga “Luna de las Jarillas” y lo hace con musicalidad paisana y pampa.

 

Desde tiempos sin memoria presente, el bardo, ha inspirado su voz, aunque más no sea una vez, en ese candil de los pobres, estrella nocturna que presta su luz, por unas horas, a todo el planeta: la LUNA.

 

De ser así, decimos de una luna para todos, pero que adquiere características propias en acuerdo a la geografía que le toca alumbrar. Los ejemplos sobran en nuestro cancionero popular nacional: “Luna Tucumana”, “Luna Santiagueña”, “La luna de Chical-có”, “Lunita viñatera”, “Bajo la luna litoraleña”, etc.

 

Viaja permanentemente, el pensamiento del poeta y se deja alumbrar por esa luna oestina, en caso de la obra literaria musical que nos ocupa.

 

El oeste de La Pampa, zona desértica del alpataco, el coirón, la zampa. Luna que en cada noche se hermana con los habitantes del lugar, la flora y la fauna toda.

 

Bella redondez. Luna y misterio. Paridora de coplas que cantan la inmensidad de ese páramo, más desierto, declarado por la ausencia del río Atuel, que no declama en esta canción Massolo, pero sí a la consecuencia de ese robo, de esa actitud mezquina de otros humanos y que a fuerza de represas, se lo niegan al puestero, al hombre y a la mujer, sufridos bajo el azote de la sequía diría yo, ya de rutina. Una rutina, que solo a veces, la interfiere el caudal que sobra río arriba y entonces no queda otra que dejarlo escurrir, sur debajo de Mendoza.

 

Al igual que aquella luna de las coplas del tucumano José Augusto Moreno, esta luna, la que imagina Néstor, baja hasta el llano y se deslumbra de la tremenda inmensidad que guarecerá su luz.

 

El ritmo de zamba, elegido por Machi Sánez para musicalizar el poema de Massolo, una vez más servirá para elevar el grito del reclamo siempre. Tal un grito suave, por lo respetuoso, pero firme.

 

Pide por ese hilo de agua que llaman río, por la humedad en su cauce, para encharcar la tierra salitrosa y que la esbeltez de esa luna de las jarillas, se vea por un rato,reflejada al oeste de La Pampa: “La luna quiso ser charco, para poderse mirar pero el desierto no tiene, más que el cauce y sequedal”.

 

La queremos ver, como dice el poeta, venir endulzada de sueños a esa paisana del infinito como dice Néstor y es allí donde se aparea con el decir del Bardino Julio Domínguez, cuando habla de la distancia que propone esta luna del oeste.

 

Completa la escena de la canción, con elementos que a la manera de una paleta cromática que siempre tiene a mano el pintor, y que sirven para definir territorio, comarca, identidad, los nombres con que el mapuche designa al fuego -Quetral- y a su organología básica como lo es el Cultrun o tambor araucano, ungido de religiosidad ancestral.

 

Llanura y soledad; sustantivo y adjetivo para una comarca de baja densidad poblacional en nuestro oeste provincial.

 

Canto regional que distingue este solar que nos toca en gracia vivir, para amar en silencio y clara voz interior.

 

Leticia Pérez, nuestra cantora pampa, lo supo y por eso las ha cantado cierta vez, a “La Milonga Niña” y a “Luna de las Jarillas”.

 

 

* Músico

 

 

Luna de las Jarillas

 

Letra: Néstor Massolo

 

Música: Machi Sánez

 

 

La luna bajó hasta el llano

 

cerquita del salitral,

 

llena de canto y misterio

 

hecha Pampa y soledad.

 

Trajo en su vientre la copla

 

 

ungida de inmensidad

 

y las lágrimas del cielo

 

se apartan por no llorar.

 

Estribillo

 

Tiene en su cuerpo la ausencia

 

del río que ya no está

 

y nubarrones del cielo

 

que apagan su más allá.

 

 

Viene endulzada de sueños,

 

cultrún sonoro y quetral.

 

Paisana del infinito,

 

hermana del jarillal.

 

La luna quiso ser charco

 

para poderse mirar,

 

pero el desierto no tiene

 

más que el cauce y sequedal.

 

 

La Milonga Niña

 

Letra: Néstor Massolo

 

Música: Machi Sánez

 

 

Milonga niña que tiene,

 

tus ojos de verde andar.

 

Si se parecen las auras

 

vestidas de caldenar.

 

Milonga niña, tienen tus ojos

 

piquillinares verdes y rojos.

 

Milonga niña.

 

 

Dicen su nombre las aves

 

al volar la libertad

 

y se aquerencia solita,

 

como espiga del trigal.

 

Milonga niña, recién nacida

 

entre pobrezas amanecidas.

 

Milonga niña.

 

 

Milonga niña te sueñen,

 

los pasos del caminar,

 

y el sol le relata al viento,

 

del agua siendo quetral.

 

Milonga niña, recién nacida

 

entre pobrezas amanecidas.

 

Milonga niña.

 

 

Cuando te hablo con los días,

 

te salva algún cardenal

 

verdoso y pecho amarillo:

 

Sol y tierra del cantar.

 

Milonga niña, florézcame

 

en tus silencios, tus desnudez.

 

Milonga niña.

 

 

Milonga niña te llevo

 

conmigo para cantar,

 

porque sos como la Pampa

 

mate amargo y caldenar.

 

Milonga niña, crezca tu voz,

 

siendo camino de algún cantor

 

para vestirme de mi menor.

 

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