Por siempre serás la piba de oro
En General Pico es una persona prestigiosa, reconocida no sólo por su actividad deportiva sino también en el ámbito de la política. Se destaca por su compromiso social y sus actos cargados de nobleza.
MARIO VEGA
Es infrecuente conocer que alguien tenga a toda una tribuna de su lado. No le pasa a casi nadie, porque siempre surgirá algún cuestionamiento, algo que determine que la opinión no sea unánime.
En este caso, si hablamos de quién es buena gente deberemos concluir que es un rótulo que no le cabe a cualquiera… ¡Que vá!
No obstante cabe decir que existen personas que se lo ganan… y ya que me voy a referir a un deporte que tantas satisfacciones nos brindó a los pampeanos, hay que decir que ese ámbito tuvo la suerte de contar con algunos personajes excepcionales. Porque si hablamos de cestobol –por ejemplo-- quién podrá negar la bonhomía y el don de gran persona que fue el Zurdo Núñez, o también la querida Zoraida Parada, y por supuesto algunos/as más.
Gracias a Dios está esa gente que hace más acogedora la diaria tarea de vivir. Andan por allí, actuando siempre con amabilidad, con respeto, tratando de ayudar a los demás a que el tránsito por este mundo sea menos intrincado, más apacible si se quiere.
Un saludo y un recuerdo.
Hace unos días me encontré en la Legislatura con una figura señera del deporte provincial. La vi venir hacia mí y recibí el saludo afectuoso de alguien a quien hacía varios años no veía.
¿Te acordás quién soy?, atiné a preguntarle dudando que realmente me hubiera reconocido. “Pero cómo no… si fuiste uno de los periodistas que transmitió por Canal 3 el Campeonato Argentino que ganamos en 1990” (los otros dos fueron Héctor Esquisatti y Claudio Dezeo). Ese año La Pampa logró su primer título nacional de pelota al cesto, y Mónica Ramos fue la gran estrella del equipo.
Aquella chica de General Pico –pasados 35 años de aquel acontecimiento no cambió demasiado su fisonomía (!!!)-- sonreía como lo hace siempre… con la calidad y la sencillez que la caracterizaron toda su vida. “¡Cómo no me voy a acordar!”, repitió. Y realmente me agradó mucho que lo tuviera tan presente.
Quién es Mónica Ramos.
Mónica es referente ineludible de nuestro deporte, pero además querida y respetada en su General Pico natal porque supo ganarse ese lugar. Después de ese encuentro y la breve charla que tuvimos, quedé convencido (en realidad ya lo venía pensando) que debía ser un “personaje de domingo”. Ni dudarlo.
Nacida en General Pico, es hija de Placido Ramos (fallecido), que trabajo en el Ferrocarril, jugo al fútbol en la Liga linqueña y en el Club Costa Brava de General Pico. Su mamá fue Delia Geido Pitamiglio, “que tenía la hermosa tarea de organizar una familia con cuatro hijos, y además era la modista del barrio”, cuenta.
Después menciona a sus hermanos: “Maritza, nació en Roberts, Buenos Aires, estudió profesorado de Educación Física e inmediatamente se radico en Misiones, hace más de 40 años. Hoy jubilada vive en Posadas. Daniel también jugó al fútbol en Cultural Argentino y es dueño de la Zinguería que lleva su nombre. Silvia fue dueña de la Droguería Droguenor… falleció en un accidente en la ruta regresando de Santa Rosa de un acto del partido Socialista; era Concejal en ese momento. Rosana, también jubilada, trabaja junto a su esposo en la Carpintería familiar…”.
Mónica hoy.
Y sigue: “Yo estoy jubilada de la Universidad Nacional de La Pampa. Con quien fue mi esposo, Miguel Ángel Dómina (conocido jugador de futbol que falleció en 2010, tuvimos dos hijos. Actualmente estoy en pareja con Julián Oscar (Pancho) Aguilar, que es diputado provincial por el radicalismo”.
El hijo mayor, Mauro Domina, fue jugador de básquet del Pico Foot Ball Club y otros equipos de Argentina; jugó 5 años en Italia y regresó al país cuando falleció su papa. Hoy juega golf en el Trisquelia Golf Club; trabaja en Abba Seguridad y recientemente terminó sus estudios en Crypto Blockchain & Decentralized Finance.
Florencia es Licenciada en Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba. Tiene su consultorio y se desempeña además en la Dirección de Violencia Familiar de la Provincia. Obviamente es deportista, jugadora de cestoball en Ferro de Pico y Observatorio de Cordoba; hoy juega en las Rojitas del Club Independiente, “que fue el club donde me inicié en la actividad deportiva”, completa Mónica.
Buena estudiante.
Cuando se remonta a tiempos idos, cuenta de su infancia compartida entre General Pico y un campo en Roberts en la Provincia de Buenos Aires. “Los dueños eran mis abuelos maternos… mamá tenía una hermosa familia numerosa, con 12 hermanos así que disfrutábamos entre abuelos, padres, tíos y primos”.
Hizo la primaria en la Escuela 66 “Estado de Israel”. “Una hermosa etapa… me gustaba estudiar: fui abanderada, y ahí hice mis primeros pasos en atletismo y jugando pelota al cesto en Costa Brava. El secundario fue en el Colegio Nacional República del Salvador Sección Comercial. En la UNLPam me gradué como Licenciada en Gestión y Administración. Pasé esos momentos de felicidad en el barrio Pacifico, y con amigos compartíamos escuela, juegos y juntadas en los patios de las casas, en las veredas y en la calle”.
Carlos Jaeckel, el padrino.
Vivió en Pico hasta 1977. “Eran épocas de no salir mucho los fines de semana porque abocada al deporte prefería acostarme temprano y cuidarme para disfrutar a pleno la competencia. Elegía entre salir o dedicarme a lo que verdaderamente me gustaba; y así tuve una vida deportiva muy extensa. Y te la resumo: en la primaria integraba los equipos de Pelota al Cesto y Atletismo. De allí pasamos a Costa Brava”.
Y continúa: “Fue un periodo corto ya que después de un torneo interescolar un periodista y docente de General Pico, Carlos Reynaldo Jaeckel, habló con mis padres para llevarme a Sportivo Independiente. A partir de ahí ‘el señor Jaeckel’, como yo lo llamaba, fue una suerte de padrino deportivo todo el tiempo que viví en General Pico”.
Estudio y deportes.
“No hacía otra cosa que estudiar, y el resto de las horas las repartía entre mi familia y el Club. En síntesis, jugué Pelota al Cesto (luego Cestoball), e hice atletismo, básquet y vóley; y con cesto de Independiente salimos dos veces campeonas argentinas en el torneo Intercolegial nacional”.
En atletismo hacia salto en alto, lanzamiento de disco y jabalina y vallas, participando en torneos locales, provinciales y nacionales. En esta disciplina llegó a reunir un centenar de medallas.
Pero si por algo es muy conocida –sobre todo a nivel provincial-- es por el Cesto. “Jugué en la selección pampeana, y cuando pasé a Categoría mayores en el torneo nacional en Corrientes me eligieron para integrar la Selección Argentina”. Un orgullo enorme, claro está.
A vivir al Valle.
En 1976 había comenzado estudios universitarios en la Facultad Tecnológica en Pico. “Estaba cursando primer año, vino el golpe de estado y la cerraron. Decidí radicarme en Allen, Río negro donde ‘Micky’ jugaba al fútbol. Nos casamos al año siguiente y empecé con el básquet en el Club Unión Alem Progresista. No había Cesto en el Valle así que tuve que renunciar a la selección argentina”, rememora.
Empezó a trabajar en la Municipalidad de Allen, y emprendedora como es convenció al intendente “a crear el área de Deportes y con la ayuda de Zoraida Parada (presidenta de la Federación Pampeana de Cestoball) y Sara Closas (presidenta de la Confederación Argentina) pudimos llevar los cursos y todo el material para instalar el cesto en el Valle y también en Bariloche. Fue como otro regalo de la vida, y me tocó integrar la Selección Provincial jugando varios argentinos”.
De regreso a Pico.
Cuando nació Mauro la familia se radicó en General Pico, “porque anhelábamos estar cerca de nuestras familias. Volví a jugar Cestoball en Ferro, club del barrio donde vivo hace 35 años y que amo”, afirma.
Paralelamente comenzó a trabajar en la Facultad de Ciencias Veterinarias, donde se jubiló. “Fue otro espacio que disfruté y consideré casi como mi segunda familia”.
Integró los Consejos Directivos y Superior, y durante dos periodos fue delegada de General Pico para el Gremio del sector No Docente. Pero volviendo al deporte, entre 1981 y 1990 estuvo en Ferro, en el ‘82 vuelven a convocarla para la Selección Argentina y le tocaron dos giras por Europa difundiendo el cesto por varios países; y en Suiza jugaron el primer torneo internacional. Antes de una nueva gira que las llevaría a las Islas Canarias, informó que ya no integraría el combinado nacional.
Campeonato nacional y retiro.
Sí jugaría mucho tiempo en la Selección Pampeana, y el resultado era siempre el mismo: subcampeonas. Mónica tenía decidido el retiro, pero le pidieron que esperara hasta hacerse el campeonato argentino en La Pampa; y que hiciera algún partido en General Pico para dejar.
Y fue todo mágico: “Ese argentino lo llevo siempre en mi corazón… era capitana y nos consagramos por primera vez campeonas… un torneo que fue transmitido por radio y televisado para toda la provincia. O sea que pudieron disfrutarlo las familias, las jugadoras y toda la gente que le gustaba”.
En su ciudad, en la despedida, “tres clubes se acercaron a entregarme un presente en reconocimiento a la trayectoria deportiva y fue otra hermosa sorpresa. Pude despedirme con la presencia de mi familia… mi hijo muy chiquito, sentado en el banco, fue el primero en saltar a la cancha cuando terminó el partido. Lo llevaba a casi todas mis giras y le había prometido este triunfo.
Fue muy lindo también ver en el estadio a amigos de Pico, jugadoras del club, compañeros de la Facultad, todo soñado…”, entrecierra los ojos y parece que lo estuviera viendo.
El Olimpia.
Fue “el trampolín para que ese año el Círculo de Periodistas Deportivos Nacional me eligieran por segunda vez para integrar la terna para los Olimpia, estuilla que me entregaron y fue el primero para una depostista pampeana”, dice con natural orgullo.
Pero habría una decepción. En La Pampa el Círculo de Periodistas no le entregó ese año el Caldén de Plata. “Tenía otros, pero esperaba ese y no pasó… y sí, me puso triste”, reconoce.
“Porque hacía mucho sacrificio y a veces me sentía agotada, viajaba mucho por la Liga Nacional, y además entrenaba en la Selección Pampeana y en la Argentina, trabajaba, tenía una familia… ahí fue que Ferro me consiguió de sponsor al mismo que tenían los jugadores de futbol del club y la cosa cambio un poco, porque además podía viajar a Buenos Aires en avión”.
Cesto, nunca más.
“Después nunca más volví a jugar cesto… entendí que fue una etapa maravillosa a la debía ponerle fin. Sí fui entrenadora de cesto en Pico FBC, y pudimos salir subcampeonas argentinas de clubes en cadetas; y también dirigí dos años la selección pampeana en Minis. ¿Ahora? Lo disfruto desde la tribuna… mi hija juega en las Rojitas de Independiente y ahí voy a verlas cada vez que puedo. Terminado el cesto jugué un poco de hockey, paddle y algo de golf”, agrega. Bueno, no te perdías una Mónica.
Los golpes de la vida.
Después de 2010 la vida la golpeó. “En poco tiempo perdí mi esposo, mi hermana y mis dos viejitos… costó recuperarme y seguir adelante, pero entendí que había tenido una vida maravillosa, y que aún me quedaba mucho para dar y compartir con mis hijos”.
Llegó el momento de la jubilación, “y desde hace unos años comparto mi vida con Julian. Él tiene cuatro hijas y con los dos míos disfrutamos juntos”.
Cabe decir que también tuvo un paso por la política. “Me alejé hace dos años, pero fui presidenta del Comité de la UCR en General Pico, y además trabajé varios años en el Concejo Deliberante”, completa.
Ahora el Newcom.
Pero obvio, no iba a tener una vida ociosa. Se ríe y confiesa: “Hace dos años en una clase de carpintería me invitaron a jugar newcom. Yo iba al gimnasio y bicicleteaba, pero me acerqué a ver de qué se trataba y aquí estoy... en otra nueva y hermosa etapa: hoy con Julián integramos el equipo de newcom de General Pico, y de verdad transitamos una hermosa experiencia. Queda demostrado que aún con más de 60 años se puede practicar un deporte. Comencé en un espacio recreativo, y ahora competimos en ligas provinciales y algún torneo nacional, y bien contenta que estoy”, resume.
Tiene claro que “el deporte es una escuela de vida, el complemento perfecto de la educación… En la infancia ayuda en la formación, y es el sostén necesario para adultos que pueden seguir una vida activa, mas social, cambiando hábitos de alimentación y de integración. Entonces también soy agradecida de poder disfrutar todo esto”.
Hay gente que es así.
Repasando esa vida de realizaciones, de lucha, de esfuerzo, cabe remedar a Hamlet… “”Hay gente que con sólo abrir la boca/llega hasta todos los límites del alma/alimenta una flor, inventa sueños/hace cantar el vino en las tinajas/y se queda después como si nada”.
Alguien, algunas de las varias personas con las que en estos días hablé de Mónica Ramos –más de una decena de consultas-- la definió como “una piba de oro”. Y la verdad… razones no le faltan.
“He sido muy feliz, tuve una familia hermosa, con hermanos con los cuales seguimos compartiendo todo, con dos hijos maravillosos… ellos hoy están pendientes de mi felicidad”, dice y le brilla la mirada.
Y así las cosas vale volver al poeta: “Y uno se va de novio con la vida/desterrando una muerte solitaria/pues sabe que a la vuelta de la esquina/hay gente que es así, tan necesaria…”.
“Una persona espejo”.
“Mónica iba a la primaria y se hacían unos juegos interescolares. Recuerdo patente que hacía todo bien… era flacucha, rápida, inteligente, una nena a la que todo le salía”, cuenta Zoraida Parada, que en sus primeros años de profe le tocó dar clases en General Pico.
“Había una prueba que era correr 60 metros, chicos de distintas escuelas: Mónica le sacó buena ventaja a todos… pero al final se encontró con la cinta de llegada y… ¡pasó por abajo! ¡No le querían dar el premio!”, se ríe ahora Zoraida.
“Pero cómo no se lo iban a dar –agrega la profe--, si nadie le explicó. Jugaba al cesto que era una maravilla, hacía atletismo, básquet… tenía unas condiciones físicas fantásticas, como toda su familia porque las hermanas también jugaban muy bien”,
Y la define como jugadora: “Era ‘ataque’, excelente. Pero además buena deportista, compañera, siempre de buen humor, muy solidaria ayudando a la que no podía. Una chica con valores a la que quiero muchísimo. Ahora se luce en newcom… y me encanta verla jugar”, completa Zoraida.
Pero entre tantas personas que la conocen no puede dejar de opinar Pancho Aguilar: “La conocí en la política donde militamos juntos. Se destaca en todo lo que incursiona: en lo político, lo laboral, lo deportivo y lo familiar… Mónica es querida en la sociedad por ser jovial, alegre, centrada, y por supuesto en la familia es la que lleva siempre adelante todo. Es la ‘jefa’ digamos”, admite.
Una jugadora que compartió aquel campeonato argentino ganado por La Pampa, Marcela Moya (la más peque del equipo) destacó que admiraba su elegancia en el juego y la destacó como “un ser de luz”.
Y el juicio lo comparte alguien que también ha sido tremenda jugadora –y muy amiga de Mónica-- que es María Laura Pisano. “Como la conocimos dentro de una cancha así es en todos los ámbitos. Una persona de convicciones muy firmes, capaz de transmitir y contagiar en esto de la garra, el corazón, la lucha, y en la claridad en las acciones a llevar adelante… así ha sido su vida. De esa manera afrontó los momentos difíciles que le tocaron… Creo que es una persona espejo. Sí, eso es”, afirma María Lidia como si se diera cuenta en este momento: “Muchas que jugamos a su lado, quienes la conocemos de cualquier ámbito, pudimos reflejarnos en ella… para tratar de imitar sus convicciones y su conducta intachable. Ha dejado buenas huellas por donde pasó… Cuando se la nombra, en cualquier lugar, genera siempre buenos recuerdos”, concluye.
Una vida en tres imágenes.
Con sus hijos.
Mónica disfrutando con sus hijos. La escena tomada en Moscú. Fue para el campeonato mundial de fútbol que se disputó en 2018 en Rusia.
En familia.
Una foto muy querida por Mónica. Toda la familia Ramos: sus padres y sus cuatro hermanos en tiempos felices. Luego llegarían momentos duros.
En equipo.
El plantel que capitaneaba Mónica que ganó el primer campeonato argentino de mayores para La Pampa. Fue en el Club Estudiantes en 1990.
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