Lunes 05 de mayo 2025

Mostrar una historia

Redaccion Avances 23/03/2025 - 15.00.hs

Compartimos una entrevista con Isabel Gigli, veterinaria y doctora por la Universidad de Buenos Aires. Hace años se desempeña como docente de la Universidad Nacional de La Pampa y en el 2023 lanzó su primera novela, “Con su leve sonrisa”.

 

Gisela Colombo *

 

- ¿Cómo pasa una docente de la Facultad de Agronomía a la escritura literaria? ¿Qué disparó ese pasaje en tu caso?

 

- Primero, antes incluso de ser estudiante de veterinaria que es mi título de grado, fui lectora. La literatura siempre me acompañó. Durante el colegio secundario leía mucha poesía y también narrativa. Siempre seguí leyendo. Creo que somos muchos a los que nos gusta escribir y no podemos dedicarle el tiempo que se requiere. Ahora por suerte puedo y estoy aprendiendo mucho.

 

- ¿Qué fue lo primero que escribiste? ¿En qué géneros incursionaste al principio?

 

- Empecé escribiendo textos académicos y de divulgación científica. Eso me dio la constancia de la escritura diaria. Si bien es diferente, también es una escritura que me gusta. En cuanto a narrativa, publiqué mi primera novela en 2023. Se titula “Con su leve sonrisa”. Mi segundo libro es una crónica de no ficción sobre la vida deportiva de Radamés González Tamayo. Radamés llegó a La Pampa por primera vez en 1998, dentro de un proyecto, entre Cuba y las provincias patagónicas, para formar entrenadores. En 2010 volvió, y desde entonces, reside acá. La crónica está armada como rompecabezas, intercalando presente y pasado; se unen el Caribe tropical y el semiárido pampeano.

 

- ¿Cuándo surgió el amor por la lectura en tu vida? ¿Y el de la escritura?

 

- Nací en una familia lectora, los libros y la lectura estuvieron presentes como algo natural, normal. Mis abuelos tenían bibliotecas, en mi casa había biblioteca. En mi adolescencia, cuando la lectura fue más organizada, leí mucho a los cuentistas norteamericanos como Salinger, Truman Capote, John Updike. Los clásicos rusos, Dostoievski, Tolstói. Y por supuesto, los latinoamericanos: Cortázar, Benedetti, Vargas Llosa, García Márquez, Osvaldo Soriano. En los últimos años leo contemporáneos como Selva Almada, Samanta Schweblin, María Fernanda Ampuero, Alejandro Zampra, Luis Mey, Guillermo Martínez, Coetzee.

 

Ahora estoy leyendo muchas crónicas narrativas: Leila Guerriero, Julián Gorodischer, Roberto Herscher.

 

Participé de muchos talleres literarios. El primero fue hace muchos años, décadas atrás, en Buenos Aires cuando empezaba la facultad. Ahora con la posibilidad de la virtualidad hay muchísimos talleres coordinados por escritores que había leído y me resulta muy enriquecedor tener la posibilidad de trabajar textos con ellos. Escritores como Gabriela Saidón, Natalia Zitto, Ángeles Alemandi, Pablo de Santis, Félix Bruzzone. Este año estoy haciendo la diplomatura en escritura creativa organizada por la UNTREF.

 

La escritura estuvo siempre latente, pero logré comenzar a escribir en forma diaria hace pocos años.

 

- ¿Qué experiencia vivida generó tu primera novela “Con una leve sonrisa”?

 

- La narradora de la novela es una científica que, en una de las tantas crisis argentinas, se va a Italia a trabajar a una Universidad en Sicilia. Eso nos ocurrió. Con mi marido y mis dos hijos, vivimos dos años en Sicilia y trabajamos en la Universidad en proyectos de investigación que, en mi caso, estaban relacionados con la genética molecular. La novela es ficción basada en hechos muy conocidos.

 

- Enigmático como la Gioconda, el texto de “Con una leve sonrisa” retrata, no solo a un personaje cuyo silencio es sugestivo, sino a toda una sociedad que debe supervivencia al silencio. ¿Podés contarnos algo de eso?

 

- Me interesaba retratar el extrañamiento en la vida cotidiana. Ser extranjera, vivir en otro país, requiere no solo entender otro idioma, sino también los silencios. Es lo más difícil de desentrañar: lo que se dice en forma subrepticia, con medias palabras, con gestos.

 

Uno, como extranjero, nunca está seguro si está entendiendo todo lo que sucede. También me interesaba la mirada del local sobre el extranjero.

 

- ¿En qué medida sentís que escribir responde a cierta rebeldía? ¿Qué otra sensación opera en vos, incitándote a escribir?

 

- No lo veo como rebeldía. Para mi escribir es encontrar un momento de reflexión para comprender. Entender una sociedad, entender una realidad, entender sentimientos. También me ocurre lo mismo cuando escribo un texto académico, escribo para estudiar, para unir ideas, para sacar conclusiones. Escribir es un momento reflexivo.

 

- ¿Qué te interesa dejar en el lector a la hora de tramar historias?

 

- Cuando escribo pienso mucho en las palabras. Lo veo como un proceso de artesanía donde las palabras son la base de la construcción. No es lo mismo una palabra que otra, aunque signifiquen lo mismo. Trabajo con la sonoridad, leo mucho mis textos en voz alta. Busco estructuras simples, sin adjetivos. Sería, creo, similar a la diferencia entre ver una película y que te la cuenten. No quiero contar una historia, quiero mostrarla. Trabajo mucho más en la reescritura que en la escritura, sin embargo, trabajo para tener estructuras simples. Borro más de lo que voy agregando.

 

- ¿Qué autores inspiraron tu afición literaria?

 

- A mí me influyeron mucho Salinger y Truman Capote. Vuelvo mucho a ellos, sobre todo a Capote ahora que estoy interesada en crónicas narrativas.

 

- ¿Qué otros proyectos te entusiasman a futuro? ¿Podés contarnos en qué trabajás por estos días?

 

- Estoy muy entusiasmada con un proyecto que vengo trabajando hace dos años, es una crónica de perfil y también se podría definir como costumbrista. Hice mucho trabajo de periodismo que me gustó mucho: entrevistar personas que conocía y muchas otras que no, que están en distintas partes de Latinoamérica. La virtualidad permite eso, conversar a la distancia. Este proyecto me llevó a estudiar mucho sobre historia del deporte.

 

- ¿Nos recomendarías algún libro muy querido? ¿Una serie? ¿Una película?

 

- Acabo de leer La vida en miniatura, de Mariana Sández y me gustó mucho. Una mujer decide no regresar al finalizar un viaje por Inglaterra que estaba haciendo en compañía de sus padres y se queda un poco intempestivamente, cuidando animales domésticos. Así mientras recorre pueblos y vive en casas ajenas, recuerda episodios importantes de su vida.

 

Series, por supuesto, veo un montón, pero después no recuerdo ningún título. No tengo una preferida como para recomendar o recordar en particular. Películas sí. Recomendaría “Días perfectos”, transcurre en Tokyo; son los días de un hombre que limpia baños públicos.

 

Muestra su rutina, que parece solitaria, pero en realidad tiene una gran vida interior, lee mucho, y está tranquilo, muy diferente a lo que nos ocurre a nosotros con tantas angustias por esta realidad.

 

* Docente y escritora

 

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