Sin pelos en la lengua
El legendario dj cordobés desembarcará en nuestra ciudad por primera vez para presentarse en un nuevo ciclo de música electrónica, In Da Club. Sin vueltas en su pensar y decir, Huergo comparte en esta entrevista su visión sobre la actualidad de la escena.
Rodrigo Santesteban *
Con una carrera de 37 años sobre sus espaldas, Martín Huergo es una eminencia de la escena nacional y un verdadero prócer de la música electrónica de su Córdoba natal. Haciéndose bien desde abajo desde finales de la década del 80, cuando todo estaba aún por construir, fue una pieza clave en el desarrollo y expansión de esta música en su provincia, siendo el primer dj en presentarse en innumerables localidades del interior cordobés. Ahora, ya un poco alejado de la organización de reconocidos eventos masivos y de ese Mainstream que él mismo contribuyó en forjar, apuesta por la música “honesta” y por la verdadera discusión artística.
- ¿Cuándo arrancaste con todo esto?
- Estoy desde los 11 años. Vengo de una familia de músicos, así que siempre tuve mucho apoyo familiar. Yo tocaba la batería en un grupo con mi hermano. En el 87 a él lo becaron para estudiar en la Universidad de Berkley y se fue, y yo me puse tan triste que no toqué más la batería. De golpe un nenito de mi edad me dijo ‘che hago una fiesta para mi cumple, ¿no querés poner música?’. Y bueno así empecé, tocando para 15 boludos. Tenía la boca del estómago trabada por la emoción y los nervios, y la verdad que todavía me sigo emocionando así.
- Y ahora sos el número uno de tu provincia.
- Estoy entre los cinco mejores hace por lo menos 30 años. No sé si mejores, pero entre los que trabajan y son considerados. No está bueno hablar así de uno, pero no creo que nadie en Argentina haya tocado más que yo. Ningún dj llegó a tantos lugares en Argentina, y al ser del interior tuve que pelearla mucho.
Tuve una posición icónica en Córdoba, no sé si por A o por B pero siempre a mí me consideraron mucho y siempre toqué mucho. Durante 20 años tuve un promedio de cuatro presentaciones semanales.
- ¿Cómo te bancas el laburo?
- Banca el que se levanta a las cinco de la mañana y carga una vaca congelada. Yo voy a hoteles lindos, me tratan bien, estoy con buen humor. En parte sí es una carrera sacrificada, y para tener éxito cada escalón cuesta mucho, pero el amor por la música sostiene todo.
- ¿Cómo es tu día a día?
- Bueno, varía mucho, pero muy deportivo: estoy entregado a una vida muy tranquila en comparación con otros años. Me volví una persona un poquito menos divertida… ya estoy retirado de algunos malos hábitos. Nunca fui muy bravo, pero bueno ahora estoy muy tranquilo. Igualmente me divierto y salgo.
- ¿Te vas de after?
- Cuando voy de after trato de dormir a la noche. Duermo de 1 de la mañana a 6. Me pongo el despertador y me cago de risa y voy.
- Alguna vez dijiste que tendrías que haberte quedado en Europa.
- No sé si tendría que haberme quedado, pero siempre me quedó la duda. En Europa andaba todo bien, me estaba yendo bien, mientras que acá estaba todo mal. Y me dije, ‘¿y si me la juego y voy? Si tengo mucho más laburo allá que acá’, pero terminé diciéndome ‘me quedo peleando acá y para hacer algo por Córdoba’. Siempre fui pro-Córdoba. Entonces me puse una productora y empezamos a hacer fiestas y festivales. Con el tiempo llegamos a meter 10.000 personas en el Kempes.
- ¿Siempre te fue bien en Córdoba?
- Sí. La época que no me fue bien fue cuando apareció Daddy Yanky y David Guetta… fue una época terrorífica, en la que echaron a los djs de electrónica. Igualmente, siempre tuve el under y nunca me quedé sin laburo. Pero bueno, hice un trabajo importante en todo el país.
- ¿Cómo fue eso?
- Hice mucho laburo en el interior de Córdoba: trabajé en muchísimas ciudades chicas y fui el primer dj en ir. Me tomé 500 cafés con cada dueño de boliche para explicarle cómo era el booking, cómo funcionaba la cosa, que sepan cómo se trata al dj y que sepan qué diferencia hay entre un género y otro. Al principio caí y me miraban como marciano, pero a los dos años ya se había generado una escena.
- ¿Cómo hiciste todo eso? ¿De dónde sacaste esa energía, por así decirlo?
- Siempre intenté dar lo mejor de mí. Con errores y aciertos le puse mucho huevo, y muchas veces pospuse beneficios personales a cambio de generar un beneficio para la escena. Cuando abrimos La Fábrica yo fui uno de los socios que lo inauguraron. Cuando arrancó era un club que era 70 por ciento pop y 30 electrónica, y tenía dos pistas. Yo peleé mucho para sacar la otra pista, siendo más negocio esa música, y peleé para que hagamos eventos con artistas grandes ahí.
- ¿Por qué te fuiste?
- Me fui en 2021 porque ya no tiene tanto que ver con la música, y yo nunca trabajé por plata. Me acuerdo un día Willy Crook vino a un programa de radio que yo tenía, unos meses antes de morirse. Estuvimos dos horas hablando. Contó una historia muy divertida: hablando con el Indio Solari éste le dijo: ‘mirá, cuando trabajás con la música no hay nada peor que quedarte en un lugar por plata’. Y la industria no tiene que ver con la bandera musical por la que yo toda la vida estuve peleando. Entonces tiene que ver con los artistas que hoy venden, y a mí me parecen que no construyen nada, que es simplemente un negocio.
Aparte ya empezaba algo que no me gustaba que era el poder, y decidí que no tenga que ver conmigo. Dije ‘voy a hacer cosas con más amor’. Ahora hago cada tanto un eventito. Son cosas más chicas con un contenido más filosófico. Tengo un evento que se llama ‘Futuro Anterior: Memorias de acontecimientos que todavía no sucedieron’.
Está todo muy para un lado, y yo quiero ir por otro. Sobre todo quiero que lo que yo haga que me represente.
- ¿Y vos como te situás con esta posición?
- Creo que hay cada vez menos distancia entre mi persona y mi personaje. La gente genera un personaje y cuando sos más chico decís “bueno voy a vivir de esto, tengo que lograr poder vivir de esto”, y ahí juega un poco la prueba y error. Y si no lo ves vos lo sugieren los otros en contra de tu voluntad: ‘a vos te fue mejor haciendo eso’. O por ahí tus amigos te dicen ‘mejor toca esto’.
De golpe en un momento decís ‘bueno, yo ya trabajé e hice todo lo que tenía que hacer por una carrera que siempre soñé, ahora quiero hacer una carrera que me guste a mí’.
- ¿Qué género estás tocando hoy por hoy?
- Yo estaba asociado al techno. Siempre toqué muchos estilos, pero en un momento me vincularon bastante con el techno. De golpe me di cuenta que no quería más: no quería estar más vinculado, porque no estoy de acuerdo con el techno actual. Y empecé a rediseñarme al 100 por ciento como quería ser.
- ¿Y qué era?
- Tocar house. Deep house y hacer divertir a la gente. Para mí cualquier dj que toca música divertida va a hacer que la gente se divierta, y cualquier dj que toque música de culto va a hacer un set que a los djs les guste. El buen dj es el que pone música de calidad y hace que la gente se divierta mucho. Esa es la línea sutil, lo que todos tenemos que lograr: ¿Poner música de calidad para un círculo cerrado? ¿O divertir y ser exitoso a cualquier precio y no importa a través de qué medios? El desafío de todo dj tiene que ser poner música honesta.
- ¿Que sería música honesta?
- Creo que la honestidad todos sabemos qué es. Creo que cada uno sabe bien qué música es honesta y qué no. No importa los estilos. ¿Te gusta la cumbia? Está perfecto, no creo que sea deshonesto si lo haces de corazón. Pero cuando veo djs que no les gusta la música, lo siento peligroso. Se hacen djs pero no les gusta la música.
- ¿Cómo sería eso?
- Yo conozco muchos djs que eran cachengueros hasta hace 2 años. Nunca les llamó la atención la música pero ahora de golpe les gustan los sombreros, les gusta tener el Instagram con seguidores... son modelos.
Tenemos que hablar más de música, porque después nos quejamos de que la música es horrible y que hay 10 cuadras de pantalla y van todos sordos a mostrar cómo sí pudieron comprar la entrada.
Pasa que en realidad a nadie le importa, ya pasó a ser una anécdota. Se habla del after, de que si había gente, de la joda, de que si tienen buena onda con el warm up. Por eso nos quejamos. El grasa de los 90 ahora se convirtió en el melodic techno. La música quedó a la deriva: lo que importa es cuántas pantallas había, si el guardia tenía mala onda, si había cola en los baños o si había gente de camisa. ¿Che y de la música? No les importa nada.
Entiendo que la cosa viene así. Ves televisión y ves cómo están las cosas. El mundo es así. ¡Qué lejos estamos de las discusiones! ¡Qué lejos está en la agenda la discusión artística! Igualmente, entiendo que todavía hay gente que le interesa la música, el amor, la pintura, el cine y la filosofía, y eso es un alivio. Y yo soy una persona que tiene un mensaje de amor.
- ¿Qué es lo que no te gusta del melodic techno?
Está muy corrupto. Se volvió muy comercial y muy masivo. Murió el underground. El melodic techno, cuando apareció, fue como una solución a un montón de cosas. Era algo interesantísimo que se venía, y los djs ponían una música que te daba una esperanza. Ahora vienen y ponen esos bajos gronchos y esas subidas masivas para pendejitos que salen por primera vez y se toman la primera pastilla. Antes ponían música culta, profunda y no conveniente.
- ¿Sentís que hubo un cambio drástico en los últimos años?
- Creo que se fue a la mierda todo. Estábamos ahí, nos mirábamos y no lo podíamos creer. Teníamos un sueño… antes vivíamos un sueño. Yo me iba a Buenos Aires cada 3 semanas a comprar discos y volvía oliéndolos en el bondi. No me sobraba nada. Compraba 15 vinilos a 18 dólares cada uno. Un día me tenía que comprar 17 discos. Tenía el pasaje de colectivo y me quedé sin plata para comer y salir a boludear por Buenos Aires. Me fui a Retiro y me volví a Córdoba sin comer. Me tome 700 cafés contaminados del ómnibus.
La cita con Martín Huergo será el próximo sábado 29 de junio en el boliche santarroseño Yes, y será el plato fuerte de la inauguración del nuevo ciclo de música electrónica “In Da Club”, que contará con la participación de los djs locales Eze Sosa y Berton.
* Colaborador de Caldenia
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