La reforma jubilatoria con luz verde
El gabinete de ministros de Francia aprobó ayer el texto del polémico proyecto de ley para elevar la edad jubilatoria de 60 a 62 años, que intenta reducir el déficit fiscal y es una de las prioridades de la agenda del presidente Nicolas Sarkozy. La ley fue presentada ante el Consejo de Ministros y la Comisión de Asuntos sociales en Diputados por el ministro de Trabajo, Eric Woerth, en medio de protestas de los sindicatos, y ahora pasará al Parlamento para su debate y sanción, dijeron funcionarios gubernamentales.
Al frente.
Tras cumplir la formalidad de presentar el proyecto, Woerth continuará al frente de la iniciativa gubernamental pese a encontrarse inmerso en un escándalo de proporciones por sospechas de corrupción en el financiamiento de la campaña presidencial del actual gobierno, en el denominado "caso Bettencourt".
Las próximas etapas que debe franquear la reforma será entre el 20 y 22 de julio el análisis por las comisiones competentes de Diputados y el Senado y el 6 de septiembre, la Asamblea Nacional (Diputados), donde el gobierno cuenta con mayoría propia, comenzará a tratar la reforma.
Según el gobierno, la reforma tiene como objetivo frenar el creciente déficit que provoca el suculento sistema jubilatorio galo y prevé llevar gradualmente entre 2011 y 2018 la edad necesaria para jubilarse de 60 a 62 años, además de incrementar las cotizaciones de los empleados del sector publico para equipararlos con los del sector privado. La reforma es calificada como "necesaria" por el gobierno y como "profundamente injusta" por la oposición.
Justifica.
"Esta reforma no es ni de derecha ni de izquierda. Es justa, necesaria y esta fundada en la solidaridad entre generaciones. Los que no estén en condiciones físicas continuarán trabajando después de los 60 años, es un derecho social nuevo", sostuvo ayer Woerth. Por su parte, la diputada socialista Marisol Touraine, encargada de analizar las jubilaciones dentro del principal partido opositor francés, dijo en el canal I-Télé que el ministro "no podrá convencerme de que esta reforma encarna un derecho social nuevo. Es profundamente injusta, pues porta su peso sobre quienes comenzaron a trabajar desde temprano".
Mientras el ministro presentaba su proyecto, en las calles los sindicatos franceses reunieron a 3.000 personas en una concentración simbólica con asados, banderas y al ritmo de tambores y trompetas bajo el sol de París, donde expresaron su enérgico rechazo a la reforma.
Los manifestantes presentaron 530.000 firmas para solicitar el gobierno que de marcha atrás en su iniciativa. El líder de la central sindical CGT, Bernanrd Thibault, denunció "la intransigencia de Sarkozy", el día después de que el Jefe de Estado se dirigiera en televisión a los franceses. "Constatar que el presidente ignora que sus palabras van a incrementar la cólera y la movilización ciudadana contra este proyecto", dijo. (Télam)
Artículos relacionados