Martes 06 de mayo 2025

Dos amigos y un taller

Redacción 20/07/2024 - 00.22.hs

Humberto Poggi y Javier Palmieri son amigos desde la infancia y hace 30 años que trabajan juntos en “Los Amigos”, un taller de chapa y pintura de Santa Rosa que este mes celebra su aniversario pero, sobre todo, el culto a la amistad.

 

“Discusiones o enojos hemos tenido, claro, como todo el mundo y como cualquier vínculo. Pero hay algunos acuerdos que respetamos sí o sí y eso hace que la cosa funcione”. La respuesta llega en un tono tranquilo, una definición que sale natural y que ayuda a entender cómo funciona uno de los pilares que formatea una amistad, incluso cuando está atravesada por una sociedad económica que divide el trabajo, las responsabilidades y los réditos. Y esa fórmula es la que aplican desde hace 30 años Humberto Poggi (51) y Javier Palmieri (53) en el taller de chapa y pintura “Los Amigos”, uno de los más reconocidos de la ciudad.

 

“Somos los dos de Victorica y ya a los 8 o 9 años empezamos a aprender secretos del oficio porque en las familias tenían taller de autos, así que nos fuimos criando con distintas tareas. Eso sumado a que nos gustaba mucho la mecánica nos fue moldeando para lo que vino después”, cuenta Humberto sobre el origen de esa amistad que hoy celebra su día y que en el caso de ‘Los Amigos’ se extiende cada año en un nuevo asado, con brindis y anécdotas compartidas. Y que además, en este 2024, tiene un condimento especial porque en julio del ‘94 abrieron por primera vez, en su pueblo natal, las puertas hacia el trabajo y el crecimiento.

 

“Nosotros empezamos a trabajar por nuestra cuenta en Victorica pero hubo algo determinante para venirnos acá, y fue la famosa pedrada de 2001 que dañó un montón de autos. Acá había una demanda impresionante así que me di cuenta de que en Santa Rosa estaba el trabajo fuerte. En Victorica se trabajaba bien pero al ser una población chica tiene un parque automotor limitado, no tenés muchas posibilidades de crecer. Me acuerdo de que vine y firmé contrato y le dije a mi mujer que nos veníamos. Justo era el Día de los Inocentes, 28 de diciembre, y ella no me creía, pensaba que era una broma, pero fue todo rápido, sin mucho tiempo para pensar o dudar”, recuerda Poggi con una sonrisa.

 

Si bien “Los Amigos” tiene desde hace años su taller propio en la avenida Circunvalación Sur 2306, en esquina con la calle Hugo del Carril en el barrio Plan 5.000 (los números de contacto son 2954- 675603 y 368032), el inicio fue en otros lugares con menos espacio y posibilidades.

 

“Al principio trabajábamos en un lugar de la calle Sergio López y Río Quinto, y en ese momento no había nada en esa zona de la ciudad, ahí estuvimos un tiempo corto y después nos fuimos a la calle Pestalozzi. A partir de ahí fuimos creciendo y ahorramos durante seis años para poder comprar este lugar”, describe Humberto en la oficina del taller que, en su interior tiene ocho vehículos (entre autos y camionetas) mientras que afuera esperan varios más -además de motos- el turno para ser reparados, para que un guardabarro, un capot o una óptica quede como antes de ser chocado, o casi mejor. De eso se encargan los dos amigos y su grupo de trabajo.

 

Fierros.

 

El vínculo de Poggi y Palmieri se fue forjando entre motores, tuercas y bujías. En algún momento corrieron juntos en karting pero sobre todo formaban el equipo de carrera de Carlos “Paisano” Maldonado, reconocido piloto del Supercar y de la Fómula Pampeana.

 

“Fue una etapa muy linda y en la cual aprendimos muchísimo. Cuando éramos chicos nos mandaban a macillar, estirar, enderezar. Todas cosas que se hacen en los talleres de chapa y pintura y que fuimos aprendiendo. Para nosotros en estos 30 años todo fue crecimiento y en eso, por supuesto, tuvo que ver el crecimiento del parque automotor. Hoy es común que las familias tengan dos autos, o más, o que haya varias motos en una misma casa”, describe Humberto en la charla con LA ARENA, en un ambiente donde el olor a pintura se vuelve inconfundible.

 

“Hoy la conveniencia es el choque chico, que hay que arreglar una óptica, una chapa, un trabajo que sale rápido. Nosotros trabajamos mayormente con las aseguradoras, entonces esta época, cuando hay muchas heladas y se produce escarcha en las calles, hay muchos toques con autos y motos. Hoy ya no hago algunos trabajos como autos viejos que están picados o volcados”, agrega uno de los dos amigos que trabaja codo a codo de lunes a viernes en horario corrido de 9 a 18 y los sábados sólo por la mañana.

 

Al detalle.

 

El trabajo en el taller es minucioso, incluso artesanal en algunas de sus etapas. Requiere de precisión, de tiempos de espera y también de velocidad porque los plazos de entrega siempre tienen su reloj en carrera. “Es una tarea que se debe realizar con máxima responsabilidad, en mi caso hoy me dedico más al área administrativa que es muy demandante porque el teléfono no para nunca, con los clientes, con los proveedores, con las aseguradoras, con los pedidos. Y todo lo que es papeleo que hay que tenerlo ordenado y al día”.

 

En ese punto, Humberto hace un alto y pone énfasis en mencionar a quienes le proveen el trabajo al taller. “Estamos muy agradecidos con toda la clientela que siempre está firme y responde, a las aseguradoras y también a los colegas que siempre nos ayudaron a crecer y desarrollarnos”.

 

- ¿Es verdad que los autos hoy son ‘muy blandos’ en la carrocería?

 

- Son diferentes, es verdad. La industria automotriz fue evolucionado y creció sobre todo en lo referente a la seguridad. La tecnología tiene un rol fundamental y hoy los autos se arman con la prioridad de amortiguar un impacto, de salvar vidas. La comparación que siempre se hace es que vos antes chocabas una camioneta F-100 o un Fairlant, por dar ejemplos, y eran durísimos, no se rompían con nada. Eso se modificó y por eso mucha gente tiene esa idea de que hoy parecen de papel.

 

Humberto da detalles de su tarea diaria, recuerda anécdotas, historias y momentos complicados. “La pandemia nos tuvo contra las cuerdas. Fueron tres o cuatro meses que realmente no había trabajo porque no circulaba nadie, obvio. Y no tenemos el trabajo con los vehículos oficiales como ambulancias o patrulleros, entonces fue realmente duro porque igual había que pagar sueldos y demás cuestiones del taller”.

 

Humberto y Javier se unen para las fotos. Sonríen, hacen bromas con los empleados y se muestran en su ámbito de trabajo, ese que comparten cada día pero que tiene una atmósfera especial, porque en “Los Amigos”, sobre todo, le rinden culto al nombre que eligieron. Dos emprendedores del soplete, las chapas y los motores. Y de la amistad.

 

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