Martes 06 de mayo 2025

En el oeste está el sabor

Redacción 11/05/2024 - 00.07.hs

Mathías Pescara elabora “Chicalcó”, una cerveza artesanal que desde Algarrobo del Aguila se vende hacia distintos puntos de la provincia y el país. En cuatro años logró crecer y expandirse con un producto que nace al calor del reclamo por el río Atuel.

 

“En el Oesteeee… está el agite!!”, ruge la voz de Ricardo Mollo en ‘El 38’, uno de los himnos de Divididos que se convirtió en emblema del pogo que el público de esa mítica banda del rock nacional popularizó para siempre. Y aunque la canción no tenga nada que ver con una bebida con espuma, bien vale la analogía para hablar de “Chicalcó”, una cerveza artesanal que desde el profundo oeste provincial supo crecer gracias a su calidad y sabor para adquirir una identidad bien pampeana.

 

“Nací en San Juan, después viví en Mendoza cuando era chiquito y de ahí me mudé a San Rafael, hasta que en 2019 me vine a Algarrobo porque a mi pareja, Camila, le salió un trabajo. Nos instalamos y llegó la pandemia, fue un momento complicado y la verdad que yo me comía las uñas porque no sabía qué hacer, estábamos encerrados además y en mi caso necesitaba generar algo. Ahí se me ocurrió hacer la cerveza aunque en principio ni siquiera lo pensaba para vender, fue para experimentar y ver qué pasaba”, cuenta Mathías Pescara (31 años) sobre el origen de Chicalcó, una cerveza que se puede conocer y encargar para envíos a través del perfil de Instagram (chicalco.cervezaartesanal) y del número de WhatsApp (260) 4566665.

 

Mathías estudió la carrera de Ingeniero Industrial (le quedan algunas materias para recibirse) en la Universidad Tecnológica Nacional de San Rafael y esos conocimientos en la materia ‘Procesos industriales’ le brindaron las herramientas necesarias para dar los primeros pasos con el emprendimiento.

 

“Tenía una ollita de 25 litros y compré un kit como para empezar, con una producción muy chiquita, apenas para compartir con amigos y parientes. Y lo que sucedió es que la cerveza gustó mucho y me empezaron a decir que la ofreciera para vender, que podía andar, que podía pensar en otra cosa, así que me embalé. Empecé con una dorada pampeana, con una IPA y con una negra; esas eran las variedades. Y lo que tienen nuestras cervezas es que cumplen con el proceso de fermentación natural y eso las distingue”, resalta.

 

La heladera de la casa, el fermentador y la olla de 25 litros iniciales no alcanzaban para cubrir la demanda y por eso “Chicalcó” se agrandó, creció. “Si hago una línea de tiempo de estos cuatro años veo que de los 25 litros pasé a una olla de 130 y después a una de 300 litros. En principio pude comprar equipamiento gracias a un crédito del Ministerio de la Producción de la provincia y más adelante saqué otro para el galpón al que planeo mudarme, porque cuando arranqué lo hacía en una piecita de la casa que alquilábamos con Camila pero enseguida quedó chica como para la elaboración, así que ahora estoy en un establecimiento que pertenece a la Municipalidad de Algarrobo”, comenta el hacedor de un producto cuyo nombre, en idioma ranquel, significa agua del chañar.

 

Jarilla.

 

Chicalcó produce hoy su dorada pampeana (“una cerveza rubia suave, con estilo tradicional, que sale mucho”), una IPA, una Scottish (roja) y una especial que es la dorada con sello bien pampeano ya que se le agrega jarilla. “Esa variedad ya tiene su patentamiento, la hice patentar así que es una cerveza que nos distingue porque buscamos darle un toque autóctono y con la jarilla lo logramos”, resalta Mathías, que además trabaja como docente en la materia Tecnología en el colegio secundario de La Humada, adonde viaja cotidianamente para brindar sus clases.

 

Otra característica del emprendimiento oesteño es que Pescara recolecta de distintos lugares botellas de vidrios de marcas industriales multinacionales y, tras un proceso de limpieza con soda cáustica y ácido, las rellena con su producto. “Nosotros lo hacemos por una cuestión de costos y, a la vez, reciclamos generando de esa manera un beneficio para el medio ambiente”, destaca Mathías que, en ese punto, hace un alto y pide una mención especial para ‘Roly’: “Es Rolando, mi viejo, al que todo el mundo conocía como Roly y que falleció hace un mes. El se encargaba del lavado de las botellas y del etiquetado y además hacía las papas fritas cuando nos íbamos a alguna fiesta popular o evento deportivo con nuestro carro cervecero”.

 

“Chicalcó” se vende por pedidos y es muy conocida en la zona oeste de la provincia, aunque llegan encargues desde distintos lugares y puntos geográficos del país. En La Pampa, además de Algarrobo, la cerveza se comercializa en Santa Isabel, Victorica, Telén, Luan Toro y Santa Rosa, adonde Mathías viaja una vez por mes para transportar los pedidos.

 

“Por supuesto que al estar en una zona alejada se complejiza la llegada de lo que hacemos, pero yo aposté a este sitio y creo que hay que darle más difusión al turismo, hay mucha gente que pasa entonces hay que ofrecerle distintas alternativas. Muchos se sorprenden de los servicios que se pueden tener acá, comer un chivito, descansar, disfrutar del silencio”, señala Mathías.

 

Atuel.

 

El oeste pampeano se distingue por su paisaje y sus características naturales, que fueron modificadas de manera virulenta a partir del corte del río Atuel que la provincia de Mendoza dispuso de forma unilateral en 1947, con la construcción de la represa El Nihuil. A partir de allí se produjo un ecocidio y un éxodo de quienes vivían de los beneficios del agua que, desde entonces, está ausente pese al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en julio de 2020 y que dispuso una escorrentía mínima de 3,2 metros cúbicos por segundo. Una determinación que la provincia mendocina incumple de manera sistemática.

 

“Yo conozco los dos lados del Atuel y sé perfectamente las diferencias entre uno, donde el río corre, y el otro; en el que no hay agua. Por supuesto que apoyo totalmente el reclamo pampeano porque es lo que le pertenece y lo que dispuso la Justicia. Sin dudas que con la presencia del río todo cambiaría en el oeste, serían oportunidades muy diferentes para todos”, advierte Pescara, identificado con un lugar y un reclamo que no tiene descanso.

 

“Chicalcó” produce más de mil litros de cerveza al mes con sus distintas variedades. Su creador agradece al municipio de Algarrobo del Aguila “que creyó en el proyecto y brindó apoyo desde el principio” y cuando habla de la proyección hacia el futuro la intención es establecer las condiciones “para hacer visitas guiadas a la fábrica y que la gente pueda conocer todos los pasos de la elaboración”. Es decir, la cocina de un producto surgido a las orillas del Atuel, en ese oeste donde el agite no se detiene.

 

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