Viernes 19 de abril 2024

La vigencia de un clásico

Redaccion Avances 10/12/2022 - 11.19.hs

La farmacia “Santa Rosa” es la más antigua de la ciudad. Tiene 120 años de historia, casi tantos como la propia capital pampeana. Aunque en principio tuvo distintos dueños, desde 1980 está en manos de Dora Costabel y Oscar “Capi” di Nápoli.

 

Las decenas de frascos, cada uno con su cartel identificatorio, que lucen ordenados en un rincón del local aparecen como una reliquia. Adentro de esos envases vidriados se almacenaba lo necesario para las distintas fórmulas magistrales de cada preparado y hoy son un valioso testimonio del largo camino recorrido. “Y atrás hay muchísimos más, cuando hicimos la mudanza de la farmacia fue un trabajo terrible mover todo eso”, recuerda Dora antes de posar junto a Oscar para la foto que será tapa.

 

La capital de la provincia tiene 130 años de vida. Y la farmacia “Santa Rosa” 120. Casi que nacieron juntas y mientras la ciudad se expande, cambia y se desarrolla, el negocio ubicado en el corazón del centro no pierde su vigencia, agrega nuevas opciones y ya piensa en un futuro más allá de quienes tanto tiempo le dedicaron para mantener su trayectoria.

 

“Hoy es la farmacia más antigua de la ciudad, y si bien tuvo una mudanza nunca salió de este sector bien céntrico”, destacan al unísono Dora Costabel (75 años) y Oscar “Capi” di Nápoli (79) quienes desde 1980 están a cargo del local de la avenida San Martín y Avellaneda, frente a la plaza San Martín, aunque su vinculación con “la Santa Rosa” surgió mucho antes.

 

“Yo nací al lado de la farmacia, mi padre tenía la heladería Di Nápoli y al lado estaba la Catedral, así que mi vinculación con la farmacia se puede decir que nació desde la cuna. Cuando estaba en tercer año del colegio mi papá falleció y salí a trabajar. Entré de cadete en la farmacia Pasco y un tiempo después empecé a trabajar en la Santa Rosa”, recuerda ‘Capi’, quien luego rindió el examen para ingresar al Banco Nación (también enfrente de la farmacia) y estuvo allí varios años, hasta 1980.

 

“En mi caso me fui a estudiar la carrera de farmacéutica a Córdoba y cuando me recibí entré a trabajar como directora técnica de la farmacia, en el año ’70. Después entré al hospital Lucio Molas como jefa del área de farmacia y esterilización y estuve allí hasta el ‘78, cuando renuncié porque finalmente compramos la farmacia y nos hicimos cargo de todo en lo referido al local”, añade Dora.

 

El pionero del negocio boticario fue Luis Badía, un joven químico y farmacéutico que abrió las puertas en 1902 y que en poco tiempo realizó importantes reformas edilicias al tiempo que sumó nuevos servicios: Óptica y Gabinete Fotográfico. El negocio enseguida tuvo buenos resultados y su dueño original se mantuvo hasta 1925.

 

“Ese año la farmacia es adquirida por el idóneo -porque antes eran idóneos y no farmacéuticos, explica Di Nápoli- Olegario Tort. Estuvo unos años y entre el ’33 y el ’35 se sucedieron distintos dueños hasta que en el ’41 ocurrió un hecho muy importante que fue el comienzo de la construcción de la Catedral, por eso la propiedad se vende y el negocio se traslada a la vuelta, a la calle 9 de Julio, donde hoy es el kiosco ‘Yuyo’. En ese momento ya era dueño López Guillaza hasta que en el ’57 fue vendida a Celestino Bassa”, recuerda ‘Capi’ respecto a lo que fue todo el camino previo antes de que quedara en sus manos y las de Dora.

 

“Más allá de todas las crisis, de todo lo que ha sucedido en el país, sobre todo con la economía, el negocio siempre trabajó bien. Por supuesto que con altibajos y más vale que a esta altura tenemos mucha clientela fija pero también muchísima gente de paso, porque al estar en este lugar tan céntrico es muy notable el paso entonces en eso nos beneficiamos”, reconocen.

 

Diversificación

 

En la “Santa Rosa”, que tiene una esquina con grandes dimensiones edilicias, trabajan tres empleadas y una de las hijas de la pareja. Además tienen un gabinete para depilación y uno para masajes. En el último tiempo anexaron un sector que se había alquilado a distintos negocios, sobre Avellaneda, y allí comenzaron a vender productos naturales y dietéticos.

 

“El negocio farmacéutico ha ido cambiando, hoy ya no hay fórmulas magistrales y la industria provee todo. Además se fueron sumando distintos rubros y nosotros ahora optamos por ofrecer cosas naturales, orgánicas y dietéticas que están muy en auge. El fuerte por supuesto que sigue siendo lo farmacéutico, pero si vas agregando cosas la gente se interesa y se acostumbra a que acá lo puede conseguir”, señalan.

 

Dora y “Capi” recorren distintas etapas del negocio y de sus vidas vinculadas a ese comercio pionero. Reconocen que ya no tienen tanta presencia diaria pero sí se nota que mantienen ese entusiasmo por saber cómo marchan las cosas tras cada jornada laboral.

 

“Hoy vengo de manera espaciada aunque todos los días, por supuesto que nada que ver a cuando nos pasábamos 14 horas metidos acá adentro. Esa etapa ya pasó”, admite Dora.

 

Además, cuando se los consulta sobre la perspectiva futura, se muestran tranquilos porque una de sus hijas ya trabaja desde hace tiempo allí y se siente a gusto.

 

“María Liz es quien trabaja en la farmacia y se nota que le gusta, eso es muy importante así que seguramente ella seguirá. Nuestro hijo Mariano nos viene a ayudar cuando hay mucha demanda pero tiene su propia carrera y Carolina, que es odontóloga, ya tiene su profesión y trabajo armado así que no se vincula con el negocio”, detalla Dora.

 

Emprendedores.

 

Como un testigo privilegiado de la historia de la ciudad, Di Nápoli apunta con precisión datos y recuerdos. Vio cambios y avances pero siempre desde esa esquina clásica que perdura gracias a su gran atención y servicio.

 

“Recuerdo cada cambio, sobre todo en el centro. Siempre lo charlábamos con ‘Pildoro’ Gazia, que tenía una memoria excelente también, sobre cómo se iban modificando las cosas y el movimiento constante. Creo que eso es positivo, que sea una ciudad activa”.

 

Justamente cuando Santa Rosa recién daba sus primeros pasos, hubo quien apostó por un servicio esencial y abrió las puertas al trabajo. Pasaron distintos nombres e historias hasta que una pareja con espíritu inquieto y emprendedor se hizo cargo y ya no hubo nuevos dueños. Porque Dorita y Capi hicieron todo por mantener una vigencia que hoy sigue inamovible. Y que tiene continuidad asegurada, como una buena fórmula magistral.

 

 

 

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