Aseguran que el secreto está en los pastizales
Los pastizales, al igual que los médanos, son ambientes que no le damos la atención que se merecen, a pesar de que son fundamentales para la ganadería de cría y la preservación de muchos acuíferos vitales, no solo para la explotación ganadera sino el consumo humano.
CARLOS SOUTO
La desaparición de grandes superficies de pastizales y la degradación constante de los pastizales restantes tiene efectos, al menos, en lo económico, social y ecológico. La mayor parte de la ganadería de cría en La Pampa se hace sobre pastizales naturales, en campos limpios o boscosos, y pasturas perennes. Para la invernada se usan más pasturas plurianuales y verdeos anuales.
Los pampeanos no podemos tener una ganadería sustentable si no partimos de la base de la calidad y cantidad de pastizales. Hay campos que producen menos de la mitad por el deterioro de los pastizales debido al mal manejo, ya sea por ignorancia, desidia, incapacidad económica o restricciones legales. Con la recuperación de los pastizales se podría aumentar la producción de terneros en más de 300.000 anuales.
Importancia social
Ninguna sociedad que vivió en el bosque evolucionó por sí misma. El bosque aísla y ahoga la sociabilización. La humanidad evolucionó donde había agua y pasto, donde se inicia la cría de ganado pastoril y luego se desarrolla la agricultura.
El bosque no es el mejor ambiente para desarrollar una sociedad. No conozco pampeano que pretenda vivir así. Cada vez menos gente vive en el monte, si el ambiente se deteriora, al extremo de no poder vivir una vida sustentable y rentable, se abandona.
Los pastizales y el agua en la zona de cría son el último freno al éxodo que se ha iniciado desde unas pocas décadas atrás en lo que consideramos zona de monte.
Importancia ecológica
Hace años se viene defendiendo a los bosques por la absorción de gases de efecto invernadero. Resulta que se ha descubierto que los pastizales son más eficientes que los árboles al respecto. No se le da mucha prensa al tema. Es más “cool” defender árboles y ballenas que pastos, médanos, escarabajos y lombrices.
Sí, los pastizales ayudan a evitar el calentamiento global, pero mientras la humanidad queme 100 millones de barriles diarios de petróleo, sumado a lo que quemamos de gas y carbón, los pastizales no solucionarán el tema, menos el bosque.
El verdadero aporte ecológico de los pastizales está relacionado con los médanos y la protección de los acuíferos. Otro ambiente despreciado por los pampeanos, y tiene que ver con la sustentabilidad de los acuíferos pampeanos.
La mayoría de los acuíferos se recargan con las lluvias sobre suelos arenosos y lo suficientemente profundo para almacenar el agua. Se decía, donde hay médanos hay agua buena y en cantidad. La cantidad es más limitada de lo que suponían.
Los médanos que alimentan los acuíferos del oeste pampeano estaban cubiertos por pastizales, sin estos, los médanos quedan a merced de los vientos y se transforman en médanos vivos.
El agua de lluvia percola fácilmente por el suelo arenoso del médano, hasta ser frenado por una capa impermeable de arcilla, formándose el acuífero. Ahí se junta el agua tan escasa y valiosa en la zona de cría, así como en el este de la provincia.
El mal manejo de estos pastizales permitió el avance del monte sobre los médanos. Entonces, las raíces profundas de los árboles absorben la humedad de varios metros de profundidad, a veces hasta el mismo acuífero, no permitiendo que se recarguen, provocando la desaparición de este. Hay muchos campos que se han quedado sin agua, y esto no se frena.
Hoy, recuperar un pastizal sobre un médano de recarga puede ser ilegal y pasible de fuertes multas, por más increíble que parezca.
Visión retrospectiva.
Poder definir qué zona estaba cubierta de pastizales antes de que llegaran los primeros inmigrantes, los indios del sur y este argentino en el Siglo XVII, puede ser una tarea difícil y de inciertos resultados.
Lo único fácil de asegurar es que La Pampa, desde el punto de vista de su flora, era muy distinta a la actual. Se podría afirmar que La Pampa era en su gran mayoría un gran pastizal, probablemente con algunos montes aislados de distinta altura y densidad. Si esos montes eran nativos, posiblemente fueran de chañar, tal vez algarrobo y muy probablemente no de caldén.
Hay un solo factor que justifica este cambio, es la irrupción del ser humano en estas tierras gracias al caballo, a principios del Siglo XVII en busca de sal, en la zona de Salinas Grandes y a mediados del Siglo XVIII con la recolección de ganado vacuno para comercializar a Chile, instalándose en el norte y oeste de la actual La Pampa. La inmigración europea que arribó a partir de 1890, con la explotación de la cría vacuna, aceleró exponencialmente el deterioro de los pastizales
La época de la primera inmigración, en la que buscaban la sal como principal objeto de comercio con los españoles, no creo que haya modificado mucho el ambiente. No podemos decir lo mismo de la segunda. Esta alteró el medio ambiente desparramando el caldén con el tráfico de vacunos desde el sur de Córdoba y San Luis hacia Chile por el centro y hacia el sur pampeano hasta cruzar el Rio Negro para luego dirigirse hacia la cordillera.
Si los saladeros de Buenos Aires les hubiesen comprado los animales a los indios pampeanos en vez de los chilenos, el caldén hubiese llegado hasta la Avenida General Paz. Los vacunos nunca iban de oeste a este. En esta dirección no se desparramó el caldén.
De cualquier manera, todo es insignificante si lo comparamos con la inmigración europea, con el inicio de la ganadería vacuna intensiva. La llegada del alambrado y las aguadas profundas de zonas inhóspitas, la construcción de rutas, calles, picadas y contrafuegos y por último el dictado de leyes regulatorias protegiendo el bosque, produjo una aceleración en el deterioro de los pastizales. Todo esto y más, fue modificando la fisonomía hasta llegar a lo que tenemos actualmente, monte donde no había monte y fachinales donde había monte.
Podemos dividir la provincia en tres zonas: la primera del este, luego la central, conocida hoy como la del caldenar, que me gustaría llamarla de transición, y por último la del oeste.
La zona del este es la más fácil de imaginar, todo pastizales, sin ningún árbol, un paisaje de pastos sin nada que te pudiera orientar, como si estuviéramos en el mar. El este de La Pampa es la continuación de Buenos Aires, la famosa pampa argentina. Buenos Aires no tiene ningún árbol autóctono salvo el tala, al borde de ríos y arroyos, ni siquiera el ombú es originario.
Los árboles que vemos en Buenos Aires y en el este de nuestra provincia, fueron plantados por el hombre.
En esta zona, los pastizales han perdido mayormente contra la agricultura y la ganadería intensiva. Los pastizales nativos nunca podrán competir económicamente con la soja, maíz, trigo, alfalfa y demás pasturas perennes introducidas.
La zona oeste también es relativamente fácil de imaginarse como era, no muy distinta a la actual, salvo por el corte de los ríos pampeanos en Mendoza, que destruyó el hábitat en una gran zona de influencia. El resto son pastizales ralos, donde el fuego autogenerado por la naturaleza no corre con tanta facilidad, más el sobrepastoreo, ha dado lugar a que pequeñas leñosas se introdujeran, quien sabe cuándo.
Las leñosas forman fachinales ahogando los pastizales, el fuego corre por los fachinales destruyendo todo y como no quedan pastos y las leñosas no crecen de inmediato, se inicia una desertificación.
Se puede decir que el oeste pampeano es la prolongación de la región de Cuyo, así como el este es la frontera de la región pampeana y el sur es el extremo norte de la Patagonia. Es probable, no sé si comprobable, que estas dos zonas eran las únicas en estas tierras y en los últimos 3 o 4 siglos se metió una cuña entre medio creando la zona de transición.
A diferencia de la zona este y oeste, que son bastantes estables en cuanto a su flora, la zona de transición ha sido y es muy dinámica. Año a año se va modificando dramáticamente. La zona que hoy se conoce como el caldenar es muy factible que alguna vez estuviese cubierta solo por pastizales, era una transición entre los pastizales de la región pampeana y la de Cuyo.
Se puede deducir, por lo que he leído y escuchado, que el monte de caldén entró del norte y se expandió hacia el sur. Y aparentemente no hace mucho tiempo.
Un estudio del caldén, del ingeniero forestal Vsevolod Koutche, en la década del 30, ponía como límite sur del caldén en el paralelo 38, no llegaba al Colorado. Pocas décadas atrás ya había llegado al este. Hoy ya llega hasta cerca del Río Negro.
Sin duda, el monte se ha estado expandiendo hacia el sur, aunque ya no creo que cruce el Río Negro. Al este lo frena la agricultura. Hacia el oeste sigue avanzando lentamente, pero sin pausa.
* La segunda parte de este informe se publicará en LA ARENA DEL CAMPO del 30 de noviembre próximo.
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