Sabado 20 de abril 2024

Apasionada por las letras y el arte

Redacción 21/05/2023 - 00.05.hs

Hay muchas personas que escriben. Personas que comparten producciones en sus páginas, en sus perfiles, o se graban leyendo. "Ahora dar a conocer el arte está más al alcance de la mano", indica Nadia.

 

MARIO VEGA

 

En este nuestro tan querido y sufrido país --es triste definir algunas y tantas etapas de Argentina utilizando la palabra "sufrido", cuando todos sabemos de las bondades de nuestra tierra... y de nuestra gente. Cuántos desaciertos debieron producirse --por decirlo de una manera liviana-- para que hoy nos registren como una de las naciones con más inflación del planeta; y cuando los índices dan cuenta de una sociedad complicada también desde lo social.

 

En este contexto los opinólogos --no lo soy, sino sólo y apenas un ciudadano más que se expresa en un medio de comunicación-- sugieren que el camino es el exilio, que los jóvenes, sobre todo ellos, deberían procurar radicarse en otros lejanos horizontes para realizar sus vidas.

 

Y además no faltan los que critican y reprochan que hay "una juventud que está perdida", diciendo que hay chicos y chicas que ni trabajan ni estudian. Que obviamente no tienen ninguna responsabilidad en este contexto porque la realidad indica que carecieron de oportunidades. Por múltiples y coadyuvantes causas.

 

No todo está perdido.

 

No obstante eso es sólo una parte de la realidad porque, y afortunadamente, son muchísimos más los y las jóvenes y adolescentes que sí lo hacen, que se esmeran, que creen con firmeza en un futuro promisorio en nuestro terruño. Porque no todo está perdido.

 

Hubo un tiempo en este país en el que se hablaba con orgullo de la movilidad social. Esa condición que permitía que personas nacidas de un hogar humilde, hijos de padres trabajadores u obreros, pudieran alcanzar un grado universitario. Y aún con las dificultades de la hora sigue pasando.

 

¡Cuantas veces hemos escuchado hablar a laburantes de "mi hijo el doctor"!, como una muestra del ascenso social en el seno de una familia. Y ciértamente en todos los ámbitos hay jóvenes que se esfuerzan para ser mejores.

 

Con el transcurrir del tiempo, cabe señalar, esa movilidad social se fue viviendo como algo natural (aunque hoy aparezca como más difícil), ¡Y qué bueno que así fuera!.

 

Familia de laburantes.

 

A veces me pregunto qué es lo que me atrae de esta profesión de periodista. Y me respondo que debe ser la posibilidad de incursionar en temas diferentes, de conocer situaciones y acceder a personas y personajes que tienen su propia manera de desarrollarse en diferentes ámbitos...

 

Nadia Maribel Muñoz (26) es una de esas personas que están procurando escribir su propia historia, que se esfuerzan en los estudio y en sus trabajos para no parar de crecer. Ella, precisamente --lo cuenta con humildad, y tal vez con orgullo-- es la primera de su familia en acceder a un título universitario.

 

Proveniente de un hogar de clase media, con padres laburantes, con un abuelo --Cacho (86)-- que trabajó de albañil hasta los 73 años; hija de Fabio --ambulanciero en el SEM--, pero que también sabe desempeñarse en el oficio de la construcción porque "todavía a veces coloca membranas"; y de Liliana Pérez, que se jubiló en la Dirección de Rentas de la provincia, la joven fue destacada estudiante. Hoy trabaja y mucho, en la docencia, como editora y correctora; pero además se hace tiempo para desarrollar otras de sus grandes pasiones: la música.

 

Tres carreras.

 

En su paso por las aulas llevó adelante tres carreras "del mismo campo en la Facultad de Ciencias Humanas en la Universidad Nacional de Córdoba"; y es así que es correctora literaria, profesora y tesista en Letras Modernas. Más tarde iba a empezar a ejercer la docencia.

 

"De Correctora me recibí a los 21 y empecé a trabajar enseguida. Después, me interesó la docencia, sinceramente, como salida laboral, hasta que la ejercí y me apasioné por completo. Pero, más allá de esos dos, el título que más anhelé siempre fue el de licenciada, y en eso estoy: a punto de entregar mi tesis de grado, que trata de literatura argentina sobre la violencia escrita por mujeres", narra.

 

Los primeros años.

 

Y evoca Nadia: "La primaria la hice en la Escuela 4, que quedaba cerca de mi casa en Villa del Busto. Recuerdo que mamá entraba a trabajar súper temprano y mi papá me llevaba todas las mañanas, religiosamente, en bicicleta; y cuando hacía mucho frío, tomábamos un colectivo. Cuando él empezó a trabajar de mañana, el encargado de llevarnos a mi hermano y a mí era mi abuelo Cacho, que tenía un Peugeot negro. Lo hacía con muchísimo amor y se iba a trabajar de albañil".

 

Después hubo que "elegir secundaria. Mi hermano Matías que es un año y medio mayor había entrado al María Auxiliadora donde había hecho el secundario mi madre, y allí fui. Fueron sólo tres años porque nunca me adapté; así que terminé en la Escuela Normal".

 

En ese tiempo "no era de tener muchos amigos; pero sí fuera de la escuela, en el club, en la radio, etcétera, pero no en el colegio. Prefería refugiarme en la lectura: iba a la biblioteca, me quedaba charlando con las bibliotecarias, les pedía recomendaciones, hablaba con mis profesores de Lengua sobre los libros que leía… era todo un evento".

 

A Córdoba.

 

En 2014 terminó el secundario y se anotó en la Universidad Nacional de Córdoba, en Filosofía y Humanidades. Viví allí siete años y puedo decir que disfruté cada momento de mi formación. Iba a todas las clases, estudiaba, tenía las carreras al día, hice ayudantías, estuve (y aún estoy) en proyectos de investigación... exprimí al máximo la cursada".

 

Y sigue: "¿Cómo me interesé por Letras? A mis 13 años, paseando por la biblioteca de IMA con un amigo encontramos un libro gigante que enumeraba las carreras de todas las universidades de Argentina. A los dos nos gustaba leer, y cuando encontramos que había una carrera de Lengua y Literatura acordamos que eso íbamos a estudiar. Además mi madrina, Edith Sad, se dedicaba a las Letras; naturalmente así empecé a leer y leer… y también a escribir".

 

Solía mostrarle a sus profesores lo que escribía, pero "la mayoría, hastiada por el sistema, no me prestaba atención, o incluso medio me desdeñaba. Una vez, súper contenta fui a mostrarle a mi profesor que mamá había comprado mi primer libro. Irónico me dijo: '¿Jorge Bucay? ¿Andás necesitando ayuda?', y se rió. No entendí el chiste al principio hasta que alguna vez lo leí", completa.

 

Primeros trabajos.

 

Su primer trabajo como correctora sería un libro de poemas de un estudiante de Arquitectura de la Universidad. "Se había enterado que corregía textos y me dio para corregir su primer volumen de poesías. Al mes una tesista doctoral de la UNLPam me contactó para que corrija su tesis de posgrado... y así empecé. Al principio, cuando me pedían trabajos de corrección, también de normativas -- Normas APA, Vancouver, etcétera, me desesperaba. No sabía cómo hacerlo, pero fui aprendiendo".

 

Es profesora y hoy da Lengua y Literatura en dos colegios de Santa Rosa. "Recuerdo que conseguí dos interinatos un viernes a la noche en Córdoba. Las designaciones son virtuales, y el lunes debía comenzar a dar clases... a mitad de año, sin planificación, sin haber estado nunca en un aula con adolescentes. Pero bueno, fui y empecé a hablarles, aunque lo más importante fue escuchar. Ahí, me di cuenta primero que no se les prestaba atención; y segundo, que tenían un montón de cosas para decir".

 

Lo bueno y lo malo.

 

Al continuar con su experiencia como profe expresa que le interesa "más allá de los contenidos curriculares que los y las estudiantes puedan apropiarse de su lenguaje. Que puedan decir de forma lo más fiel posible aquello que quieren compartir. Hay graves problemas en nuestras instituciones educativas, y cierto rechazo de la sociedad toda al docente. Entonces, es muy difícil maniobrar para accionar por el bienestar de cada alumno y alumna", puntualiza.

 

Además en el medio "hay que hacer malabares para encontrar y mantener trabajo. Nadie te explica nada, salimos así al mundo, tratando de resolver sobre la marcha todo el tiempo. Más allá de eso, siento que amo a mis alumnos, y que ellos me aman a mí", se regocija. Es la parte gratificante de nuestro trabajo", indica.

 

Adolescentes sí leen.

 

Nadia tiene una mirada optimista, y señala que "sí, los chicos y chicas están abiertos a leer. La cuestión pasa por no tratar de imponer lo que un canon dice que hay que enseñar... Si hacés eso no los interesás por la lectura, los obligás a realizar un trabajo tedioso. El punto es que lean algo que realmente les interese y apasione, para que se cree una práctica que se mantenga con cierta regularidad"

 

Agrega que "los soportes y medios electrónicos son una herramienta para esto... se pasan el día con sus teléfonos, leyendo, escribiendo, tuiteando, escribiendo fanfics, lo que sea. Sólo que no lo piensan como práctica de lectura y escritura, pero en realidad están en contacto con la palabra todo el tiempo. En las historias de los videojuegos que eligen, en los relatos sobre sus ídolos, en las series que consumen, en todos lados".

 

Advierte que es ahí "donde tenemos que generar la conexión, que puedan concientizar que están en contacto con la cultura y los discursos todo el tiempo. Así, también, pueden elegir a conciencia qué consumir, con qué estar en contacto, y qué no. Decidir. Desarrollar pensamiento crítico. Pero, para eso, hay que quitar el velo".

 

La corrección literaria.

 

Mientras fue ganando experiencia en corrección literaria empezó a editar. "Trabajos particulares, textos que me pedían de las editoriales en las que estaba, etc. Al principio mucho de forma particular, autores y autoras que me confiaban sus textos y los amasábamos en conjunto. Después, empecé a trabajar como correctora y editora externa en Prometeo, 7Sellos, Editorial UNLPam, Diario Digital Femenino…".

 

Y amplía: "El libro que más me marcó como editora fue el de Lenny Cáceres. Con ella, trabajamos meses, pensamos las secciones, los títulos, el contenido, el sentido que iba a tener el libro en su conjunto… y empezamos también a presentarlo. Fue muy significativo para mí porque Lenny ha sido una gran mentora en mi militancia y también en mi carrera como investigadora en materia de género".

 

No quiere dejar de mencionar que en la Editorial UNLPam trabajó con Melina Caraballo, la editora a cargo. "Ella me enseñó y me introdujo en el mundo de la corrección; y quiero nombrar a Graciela di Franco, la querida Chachi, con quien trabajo hace tiempo, corrigiendo la Revista 'Praxis'. También charlamos mucho sobre la docencia. La leo con admiración, sinceramente", afirma.

 

Trabajo gratificante.

 

Su trabajo consiste, básicamente, "en llevar un texto a su versión final. Siempre limitado a lo que solicite cada autor y autora. Cuando se trata de una corrección, en general, me piden que revise ortotipografía, adecuación a normativa, estilo, y más. Cuando se trata de una edición, pienso una estructura para la obra, delineo unidades de sentido dentro de ella, apartados, subtítulos, reorganizar el contenido, e incluso puede ser desde mucho más atrás: qué género elegir para escribir, cómo pensar un registro para un público objetivo, a qué se aspira con ese texto, en qué editorial piensan presentarlo… en fin, lo que requiera el autor. Cada uno y cada una tiene sus formas de pensar y analizar sus producciones".

 

"¿Si es fatigoso? No me parece. La lectura es un hábito y como tal se entrena. A veces me sucede que son textos que no se acercan en nada a mis intereses y quizá resulte un poco lento el proceso, pero de todas maneras tengo curiosidad por las distintas disciplinas científicas y siempre hay algo que llevarse de cada trabajo. La mayoría del tiempo, lo disfruto. Lo mío es al cabo un pequeño andamiaje a los escritores", explica.

 

Empatía con quien escribe.

 

La joven manifiesta que la satisfacción en su trabajo "no tiene que ver tanto con el momento que un libro sale a la calle, sino con el diálogo que logre entablar con el o la autora. Eso es lo que realmente da la sensación de satisfacción, que confíen en tu trabajo, que se queden contentos y conformes con la intervención en cada texto. Después, si sale o no a la calle, tiene que ver con otra parte del sector editorial relacionada a lo empresarial, parte de la que no participo. Claro, también es gratificante ver a una persona que decidió confiarme su texto con su libro en mano, con su sueño materializado, pero no es el único momento que brinda esa sensación. Ahora mismo está el caso de Susana Pedernera, una trabajadora (enfermera) que luchó para concretar su sueño, y a quien tuve el placer de acompañarla como editora y correctora (este viernes presentó su libro)... Pero hay un montón de autores y autoras que están apostando fuerte por la cultura pampeana, y también hay lectores y lectoras dispuestas a recibirles, aunque sería más fácil y productivo si existiesen instancias que faciliten el encuentro, que den la posibilidad, aunque sea un empujón", pide.

 

Lo que viene.

 

Es muy joven, y claro... tiene ilusiones. "Mi plan es mudarme a Buenos Aires y desarrollar mi carrera allí. Aunque me encanta contribuir con la cultura pampeana cabe decir que el mercado editorial se desarrolla de muchas otras formas en Buenos Aires... al concentrar tanta población son muchas más las posibilidades. Me gustaría consolidarme en alguna editorial, dejar de trabajar como editora y correctora externa y ser parte de un equipo de trabajo. Más allá de eso, también quisiera desarrollarme como artista, seguir sacando canciones, estudiar música (además de un posgrado en Letras). Sueño con poder realizar mis proyectos; después, si tienen más o menos éxito es una cuestión aparte...", reflexiona.

 

Lo cierto es que no está en sus planes alejarse del lenguaje, aunque quizás su relación con él se modifique y tenga otra forma. "No tengo muchas certezas, pero sí muchos proyectos. Al fin y al cabo, ese es el verdadero motor", sonríe.

 

Nadia Maribel Muñoz, una piba como tantas que estudian, trabajan, se capacitan y viven con alegría, aún con las dificultades propias de todos los días. Tiene sueños, muchos, y va por ellos...

 

“Seguir escribiendo,componer y cantar”.

 

"Mi relación con la música comenzó desde muy chica. Lo veía a mi papá, Fabio, cantar y tocar la guitarra, y trataba de imitarlo. Lo mismo con mi abuelo, Cacho, que siempre amó cantar", explica Nadia con esas medias frases que a veces usa para expresar con cierto pudor algunas de las tantas cosas que hace.

 

Anselmo es el abuelo (Cacho) que "vive cantando: cocina y canta; toma mates y canta… Fui aprendiendo y mis papás me brindaron el apoyo para que pueda hacerlo. Nunca me animaba porque venía del campo de las letras y me daba un poco de pudor. Hasta que dije, bueno... por qué no, si esto es algo que realmente disfruto hacer".

 

Fue más o menos a los 14 años que Nadia le propuso a su prima Candela --hija del Indio Muñoz-- que cantara y ella la acompañaría con su guitarra. "Es que como decía, mi padre canta y toca la guitarra desde siempre (se ha presentado en diversos escenarios), aunque lo suyo va más por el lado de lo melódico o lo bailable", señala.

 

Su videoclub.

 

Después siguió tomando clases de guitarra, y también de canto con Priscilla Aguirre, y se decidió a ir por más. Hubo algunas presentaciones con Candela en "Ángeles del Marconi", hasta que armó su propio videoclip. "La verdad es que la repercusión de 'Te fuiste' fue increíble, y genuinamente disfruté... hice el videoclip con mis amigos, que me apoyaron desde el momento uno. Mis tíos me prestaron su casa para grabarlo ahí, mis amigos fueron a los ensayos, se aprendieron la canción, la compartieron... hermoso".

 

Pero había un condicionante... "Me asustaba que no tenía un presupuesto sustancioso para hacerlo, pero mi mamá Liliana nos llevó comida y para tomar; mi papá lo mismo y además me prestó los equipos que usa para cantar, en tanto mis amigos llevaron luces. Juntamos todo y pudimos hacerlo. Ni hablar de la calidez humana de Agustín Meder, el productor, que hizo un excelente trabajo y me acompañó incluso cuando no tenía por qué. Una experiencia que además fue la primera", evoca.

 

Habla con cierta timidez, pero sostiene con firmeza sus convicciones: "De todos modos no creo que la música se aleje de las letras, porque en ambas es central la poesía, la musicalidad de lo escrito, el trabajo con lo estético del lenguaje. Creo que son complementarias", reafirma.

 

¿Lo que viene? Queda eso... seguir escribiendo, componiendo… Y sí digo que ver mi canción ahí, en un lugar específico del mundo, ese pedacito de mí que existe y que puedan acceder a él, con honestidad, me ha hecho inmensamente feliz", completa.

 

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