El error de traducción en Suecia
El “medioambiente” no existe, a menos que se hable solo de una mitad. En realidad ambiente y medio son lo mismo, de modo que hablar de “medioambiente” resulta una tautología (redundancia) o un “pleonasmo”, según su tecnicismo lingüístico. Algo parecido sucede cuando utilizamos términos como “cultura humana” o “sustancia química”, ya que no existen culturas no humanas, ni sustancias no químicas.
La creación del término “medioambiente” surgió en 1972, por un error gramatical que cometió una traductora sueca durante la Cumbre de Estocolmo, y fue replicado inmediatamente por los periodistas de nuestra lengua. Este encuentro internacional, denominado “Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano”, fue la primera ocasión en que las naciones del mundo acordaron una serie de principios para la gestión racional del ambiente, mediante la “Declaración y Plan de Acción de Estocolmo para el Ambiente Humano”.
La nórdica secretaria estaba encargada de redactar un glosario para periodistas en distintos idiomas, aunque solo hablaba su lengua nativa e inglés. Para la traducción al español utilizó un diccionario donde la traducción de “enviroment” (ambiente, en inglés) era “medio, ambiente”. Por error, omitió la coma y escribió “medio ambiente”.
La Real Academia Española aclaró rápidamente que debía decirse ambiente y no medioambiente, porque resultaba redundante, ya que eran dos palabras con idéntico significado. Sin embargo, la combinación se popularizó tanto que la RAE terminó aceptando el término “por su uso frecuente” como ha ocurrido con tantas otras palabras. De todos modos, no deja de ser una construcción idiomática basada en un error lingüístico, que alcanzó el colmo del ridículo cuando algunos organismos públicos, comunales, provinciales y nacionales, de distintos países, utilizaron “medioambiente” para denominar a sus ministerios o áreas específicas.
FOTO: La actividad por el Día Mundial del "Medioambiente" que se llevó a cabo ayer lunes en Santa Rosa.
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